Solo los políticos con proyecto tienen claro, y actúan en consecuencia, de que la mayoría de las elecciones, se ganan antes de que inicie el proceso electoral. Aquellos suspirantes que esperan que la diosa fortuna o a cualquier santo a quien se encomienden los señalen con el dedo y les confirmen: tú lo serás! tendrán apenas unas cuantas horas o lo mucho un par de días para intentar poner orden en el seguro caos en que se convertirá su campaña electoral.
El político profesional está en campaña permanente. Ampliando sus redes, recaudando fondos, haciendo política y grilla, armando sus estrategias de acuerdo a los escenarios que sus consultores le construyen, pero no se están quietos, a la espera de que algún dedo «ungidor» los señale. Ellos están listos meses antes de que inicie el proceso electoral. Son ganadores, no se andan con cautela.
La planificación de una campaña no se elabora en unos cuantos días. Se requiere armar en primer término la estrategia, y para ello se tienen que analizar los resultados de las últimas elecciones, levantar encuestas y estudios de mercado, identificar los atributos positivos y negativos del candidato y sus adversarios, entender cuales son los problemas y motivaciones de los electores, crear la estrategia general de la campaña, con su mensaje central, los mensajes para cada segmento del electorado, el posicionamiento del candidato, su narrativa, el número de votos necesarios para ganar, tener claro de dónde y cómo se van a obtener y decenas de cosas más.
Suspirantes bisoños: si esperan al último día para decidirse a lanzarse a la campaña, van en ruta directa a la derrota.