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“La Regenta”, de Leopoldo G. Alas, “Clarín”

Leopoldo G. Alas, quizá algo presuntuoso, pero sin duda, acertado, anunció, cuando terminó de escribir “La Regenta”: “Tengo la satisfacción de haber terminado a los 33 años una obra de arte”. Después de una lectura lenta, atenta, minuciosa y reflexiva, de entrada, lo primero que puedo comentarte es que coincido con “Clarín” en su dictamen.

Leopoldo Alas, “Clarín”, publicó “La Regenta -es su ópera prima-, en dos tomos, el primero en 1884, y el segundo, en 1885, y si bien en el inicio provocó controversias y polémicas por su temática, hoy es considerada por muchos como la segunda mejor novela española, después del “Don Quijote de la Mancha”. No seré yo quien objete el fallo popular.

A mi me resultó “La Regenta” una obra colosal, un texto extraordinario; la novela total del Siglo XIX español. En “La Regenta”, Alas explora minuciosamente la historia, las costumbres, los valores y prejuicios, los caracteres de una ciudad “imaginaria” de la provincia española; un micro universo, donde la ambición, la mentira, el fanatismo, la hipocresía, y la ignorancia de una sociedad burguesa del Siglo XIX español, erigen el escenario donde surge la historia de un, no digo triangulo, sino un trapezoide amoroso, con cuatro personajes involucrados, que obtienen de su Ménage à quatre, consecuencias desiguales.

La historia ocurre en Vetusta (Oviedo), en tiempos de la Restauración, en el tercio final del siglo XIX y cuenta la historia de Ana Ozores, La Regenta, una “guapísima señora”, de 27 años, considerada por sus coterráneos como “una mujer hermosa, hermosísima”; vanidosa, Ana “encontraba exquisito deleite en verificar la justicia de aquellas alabanzas”. De comportamiento infantil, su única preocupación parece ser su persona; el aburrimiento en qué vive, su futuro, su salud, su pasado. Distante de todas las personas que la rodean, batallé para comprender la fascinación que ejerce en ellos, siempre discutiendo sobre lo que hace y deja de hacer la bella señora.

Huérfana de madre, y al cuidado de su padre, cuando este fallece, busca amparo con unas tías, para que pronto, buscando independizarse de ellas, contraiga, sin aún salir de la adolescencia, matrimonio, sin amor, con Don Víctor Quintanar, hombre en sus cuarentas, que le ofrece puro amor paternal, dejándola sexualmente insatisfecha, sin haber “gozado una sola vez esas delicias del amor de que hablan todos… “ . Después de varias regencias en diferentes Audiencias, el matrimonio se asienta en Vetusta, donde Don Victor vive una vida de jubilado, inventando artefactos, saliendo de cacería, o asistiendo a cuanta obra teatral se presentaba en el pueblo.

Egocéntrica, narcisista, egoísta, creyéndose, incluso, merecedora de la atención especial de Dios, elige como confesor a don Fermín de Pas, “El Magistral”, un sacerdote apuesto, ambicioso, orgulloso y narcisista, como la misma Ana; Considerado como “sabio teólogo, filósofo y jurisconsulto”, es protegido por el Obispo, y su comportamiento altivo provoca que sobre él se centren envidias, celos, rumores, muchos de ellos, ciertos.

El cuarto personaje es el clásico don Juan del pueblo: Álvaro Mesía, un cuarentón, siempre vestido a la moda, “rubio, pálido, y de ojos pardos”; jefe del partido liberal, presidente del Casino, y cuya única ocupación pareciera ser la de conquistar mujeres. Para este soldado del amor, conquistar a Ana, parecía significarle el equivalente a ser condecorado con La Cruz Laureada, obtener el trofeo más hermoso para su vitrina amorosa.

Así pues, nos encontramos con una hermosa Ana, que frustrada y fastidiada por la monotonía de su vida y el abandono de su marido, busca escaparse del aburrimiento, y para ello, parece no encontrar más que dos vías: la religión, representada por Fermín, o la pasión amorosa, que le ofrece Víctor, mientras que el pueblo observa.

Dice Vargas Llosa que “la novela total es aquella que explora su propio universo hasta el límite, sin hacer concesiones al gran público. Esta tiene un mundo cerrado en sí mismo y paradójicamente, creciente”. En su novela, Alas no se amojona en el tratamiento de temas sensibles, y nos ofrece una visión crítica y dura de la sociedad vetustense, símbolo de la vulgaridad, ignorancia, e hipocresía de la provincia española del XIX, dirigida por sacerdotes ambiciosos, nobles vulgares y políticos banales.

Largo texto. Escribir sobre lo que leo, es un intento de intimar más intensamente con mi lectura. Sin pretender precisar los aspectos técnicos o intelectuales del texto, deseo prolongar, aprisionando en mi sistema límbico, durante el mayor tiempo posible, los sentimientos y las emociones que su lectura desencadenaron. Muchas y variadas fueron las sentidas durante el disfrute de “La Regenta”, una “novela divertida y cruel, repleta de ironía y de cultura, de hondura psicológica y de perspicacia sociológica”, obra de imprescindible lectura. ¡Te leo!

“Fortunata y Jacinta”, de Benito Pérez Galdós

He terminado de leer “Fortunata y Jacinta”, y me encuentro entre pasmado y alborotado por la extensa gama de sensaciones, sentimientos, emociones, reflexiones que me provocó durante los 24 días – no recuerdo que en los últimos años, una novela me haya tomado tanto tiempo – la lectura de esta extraordinaria novela, obra clásica entre las clásicas de la literatura en español.

He terminado la lectura de “Fortunata y Jacinta”, y no logro explicarme ni responderme el porqué hasta ahora. Reflexionando esta tarde, me viene a la mente una acumulación de probables causas: desconocimiento, displicencia, arrogancia, indolencia o holgazanería, pero conociéndome, creo que fue resultado de la ignorancia propia de una deficiente formación como lector.

He terminado de leer “Fortunata y Jacinta” y me siento gratificado por haberme dado la oportunidad de conocerla. Como la mayoría de los lectores, le he sacado la vuelta no solo a “Fortunata y Jacinta”, sino a demasiadas obras, consideradas como clásicas de la literatura; eso, a pesar de tener a muchas de ellas a la mano. Para mi propio beneficio como lector, intento corregirlo.

Terminé de leer a “Fortunata y Jacinta” y una duda revolotea por mi mente: ¿ por qué, para qué leer las novedades? A bote pronto, tengo claro que no dejaré de leerlas, pero debo darle una repensada a mis prioridades como lector.
Hace pocos años me prometí que cuando menos el 10 % de mis lecturas serían clásicos de la literatura, y creo que lo he cumplido, aunque ocho o diez novelas clásicas al año, ya no se me hacen tantas.

Me animé a conocer a Benito Pérez Galdós por el ruido que provocó el anuncio sobre la publicación del reciente ensayo de Mario Vargas Llosa, “La mirada quieta”, donde revisa la extensa obra galdosania; eso de que leyó toda la obra de Pérez Galdós durante el encierro pandémico, me retó. Además, leí un texto sobre la novela que publicó una compañera del grupo, así que me lancé a leer “Fortunata y Jacinta”, a pesar de que me hacia “ojitos” -la razón evidente: mucho más breve, lo reconozco- “Marianela”.

Por cierto, hablando de la extensión, desconozco si mis ediciones se encuentran recortadas, pues leí por ahí que la primera edición de la novela se publicó en cuatro volúmenes, que contenían más de mil seiscientas páginas; mi edición de la Colección Austral, publicada en 1951 por Espasa Calpe Argentina consta de 763 páginas, mientras que la que leí, de la colección “Sepan cuántos”, de Editorial Porrúa, publicada en 1971, tiene 652 páginas, eso sí, a dos columnas, y letra “pequeñita”, un diseño tipográfico que ya no acostumbra ni Porrúa.

¿ Qué les puedo contar en menos de 700 palabras sobre una novela tan monumental y extraordinaria como lo es “Fortunata y Jacinta? Fortunata, una apasionada y hermosa mujer, inculta, ingenua, impulsiva, y leal, de la clase baja madrileña, se enamora perdidamente de Juanito Santa Cruz, un señorito, hijo único, mimado por sus padres, sin más ocupaciones que vivir la vida loca, y que tras prometerle matrimonio, la embaraza y la deja, terminando casándose con Jacinta, hija de ricos comerciantes, “con más gracia que belleza”, modosita, sin estridencias, educada, serena, opuesta en todo a Fortunata.

La novela va pues de un triángulo amoroso, al que se suma Maximiliano, un hombre educado, sencillo, tímido y retraído, quien se enamora de Fortunata, a quien convence de unirse en un matrimonio de conveniencia, ofreciéndole beneficios sociales, en espera que con el tiempo y la convivencia, nuestra protagonista termine queriéndolo.

Ambientada en Madrid a mediados del siglo XIX, la novela de Pérez Galdós, retrata magistralmente la vida madrileña de la época; novela de novelas, pletórica de personajes secundarios, maravillosamente trabajados, que complementan el retrato de Pérez Galdós sobre la vida política, económica y social de un período histórico, con la caída de la República y la restauración de los Borbones como marco.

Maravillosa novela, larga, sí, sin duda extensa, narrada con una prosa sencilla, una estructura lineal sin complicaciones, un narrador omnisciente que conoce a todos los personajes, y que nunca estorba la lectura; con entrañables personajes, que difícilmente olvidaré; “Fortunata y Jacinta”, me resultó una de las mejores novelas que he leído en mi vida, y la considero, sin duda, una lectura imprescindible. ¡Te leo!

“Nunca pares”, de Phil Knight

Autobiografía entretenida de un aficionado al deporte, más emprendedor que deportista; interesante y aleccionadora historia que abarca un periodo de veinte años de la vida de Phil Knight, que con grandes dosis de trabajo duro y macizo, estrés, obsesión, perseverancia, resistencia, sacrificio y algo de suerte, construyó una gran marca: Nike.

Tenía años de no leer un libro como este. En los ochentas, mi época de joven emprendedor, los textos sobre o de emprendedores, de empresas exitosas, de historias de éxito empresarial eran mi lectura favorita. Te sorprenderías de la extensa sección de mi biblioteca que contiene libros sobre el género empresarial. Solo de mi ídolo, Steve Job, tengo siete libros sobre su vida, incluida, obvio, la biografía de Walter Isaacson.

No pensaba regresar al género; hace unos meses, Rafael, mi librero, al ver que estaba buscando una novela del premio Pulitzer J. R. Moehringer, autor de “Open”, la muy recomendable biografía del tenista André Agassi, me señaló el libro del fundador de Nike, comentándome que circulaban rumores de que el “negro” que lo había escrito, era el mismísimo J. R. Moehringer, advirtiéndome sobre la recomendación del propio Agassi en la portada como argumento.

Independientemente de quién la escribió, la compré solamente por respeto al trabajo de Rafael. Créeme si te digo que, ni en ese momento, ni en los siguientes, pensé en leerlo. A falta de espacio, y mientras le encontraba lugar, el libro se encontraba muy a la mano, en una mesa de la habitación que contiene los libreros de la sección del género.

Terminando la extraordinaria novela ‘Lo que Maisie sabía”, de Henry James, tenía claro que necesitaba una lectura ligera, entretenida y atractiva. Empecé a leer “Madrid me mata”, el diario de la poeta Elvira Sastre, del cual quizá te comente después, pero mira tú, hete que, ahí, por la mitad del libro, durante un entretiempo, curioseando entre mis libros, me encontré con “Nunca pares”; se me ocurrió abrirlo, y después de dos sentadas, aquí me tienes, escribiendo este texto.

Soy triatleta y jugué tenis muchos años; desde finales de los ochentas, el 90-95 % de mi vestuario deportivo es de la marca Nike. Salvo los tenis para carreras de media y larga distancia, que son Asics, casi todo lo demás es Nike; y si no lo es todo, es porque aún ahora, no resulta fácil encontrar trajes de baño, ciclismo o de triatlón de la marca Nike.

Fan de la marca, la uso, pero esa no fue la razón para leer el libro de Knight. Tengo libros acerca de Google o de Amazon, y no por eso los leo. Quizá la razón que me empujó a la lectura, sea el próximo domingo 8 de mayo. Ese día participaré en el medio Ironman 70.3 Monterrey 2022; a lo mejor, de manera inconsciente, buscando, insisto, quizá, algo de motivación extra, me puse a leer “Nunca pares”. En fin, la razón no importa.

La historia que nos cuenta Phil Knight es la de casi todos los emprendedores de éxito; inicia en 1962, con Phil de 24 años, recién graduado en Stanford, aficionado a correr, y ya desde entonces, deseando ingresar al negocio de los zapatos para el deporte. Consigue un préstamo de su padre, se lanza al Japón, firma con el fabricante de zapatillas Tiger un contrato de distribución exclusiva para la costa este de los Estados Unidos, y empieza, sin dinero pero grandes sueños, la carrera, llena de escollos y sin sabores, una crisis detrás de otra más grande, y así, hasta alcanzar el éxito.

Bien contada, motivadora, graciosa, entretenida; honesta: Phil no trata de venderse como un genio de los negocios, que mira que es contador; paseo por los escenarios de los grandes eventos deportivos; negocio girando alrededor del deporte, menciona sobre la importancia de reclutar a los más grandes deportistas como embajadores de la marca; resulta atractiva para aficionados al deporte, y para emprendedores en búsqueda de claves de éxito empresarial. Bien escrita, ligera, justo lo que necesitaba. A mí, me gustó. ¡Te leo!

“Peluquería y letras”, de Juan Pablo Villalobos

Hacer arte, de lo que pareciera ser una serie de cotidianos disparates, no es nada fácil. Juan Pablo Villalobos en un auténtico artista, para que es más que la verdad. Mira tú, que ya hemos platicado antes que, desde el primer libro que leí de Juan Pablo Villalobos, quedé atrapado en las redes de sus historias, de su inigualable estilo, del ritmo que le imprime a las estrambóticas anécdotas que nos narra, a la ironía, al alboroto, a la bulla que crea con su prosa, que en ciertos momentos memorables, me parece poesía.

“Peluquería y letras” es una novela donde la felicidad, las buenas vibras de los protagonistas se trasmiten al lector; va de un escritor mexicano, llamado Juan Pablo Villalobos, casado con una brasileña, y padre de un adolescente y de una niña que viven contentos y felices en Barcelona, comiendo tacos, butifarras y feijoada, que decide escribir sobre su familia, porque en el fondo no va “a estar hablando de nosotros, sino de algo más, de algo que está más allá de nosotros. La literatura es siempre así, escribes de una cosa aunque en realidad estás hablando de otra”.

Escritor mexicano, Juan Pablo Villalobos (1973-) reside en Barcelona. “Peluquería y letras es su sexta novela y las seis, han sido publicadas por Anagrama: “Fiesta en la madriguera” (2010); “Si viviéramos en un lugar normal” (2012); “Te vendo un perro” (2014); la ganadora del Premio Herralde de Novela 2016 ,“No voy a pedirle a nadie que me crea”; y “La invasión del pueblo del espíritu” (2020). Las dos primeras se adaptaron para teatro, presentándose en Brasil, donde Villalobos, casado con una brasileña, radicó por el 2014.

“Peluquería y letras” me llegó en el momento justo. Venía de una mala racha lectora, con libros tan ni fu ni fa, que ni siquiera consideré platicarlos contigo; así de desganado me dejó su lectura. Libros como “El lugar”, de Annie Ernaux, o la interminable y tediosa novela histórica, “De parte de la princesa muerta”, de Kenizé Mourad, que me decepcionó profundamente, me dejaron pachucho.

Mi referencia hacia el libro de Mourad surgió a raíz del reciente fallecimiento del editor Mario Muchnik, que me impulsó a leer su libro ”Oficio editor”, donde mencionó que “De parte de la princesa muerta” fue su primer best seller. Según Muchnik, la novela la leyó en una noche, y la terminó bañado en lágrimas. A mí, después de 16 días de farragosa lectura, quizá por el hartazgo, me dejó frío, habiendo sido el esperado final, la razón principal por la que terminé el tocho, a pesar de que en varias ocasiones pensé en desistir.

En fin. Hablemos de “Peluquería y letras”, una delirante, estrambótica, divertida e irónica novela de “autoficción”, donde Villalobos se da -y nos da- gusto, parodiando el género, y de paso, como es su costumbre, para pitorrearse a sí mismo, a la vez que nos enseña, magistralmente, sus procesos para la creación de una novela.

Y es que Villalobos usa una anécdota simple, cotidiana, familiar, muy real, para desde ahí, entretejer y ensamblar las costuras de lo que termina en una divertidísima novela, que involucra a un par de recepcionistas -personajes Kafkianas- de una clínica de colonoscopia; a una peluquera bretona con una historia “pintoresca, incluso ridícula, muy divertida”, que no puedo contártela; y a un guardia de seguridad ecuatoriano, empecinado en escribir su autobiografía, argumentando que ha vivido experiencias que merecen ser contadas, con un secreto que tampoco puedo detallarte.

Mientras Juan Pablo se preocupa porque piensa que la felicidad que lo embarga le impedirá “hacer” buena literatura, nosotros gozamos con una -para nuestra desgracia, pues no quieres que termine- breve novela, con tenues tintes de thriller, pletórica de juegos meta literarios, de buen humor, de ironía, que te la recomiendo a rabiar. ¡Te leo!

“El baile y el incendio”, de Daniel Saldaña París

El pasado 8 de noviembre del 2021 el jurado que otorgó el 39º Premio Herralde de Novela a “El año del búfalo”, de Javier Pérez Andújar, consideró como novela Finalista a “El baile y el incendio”, del escritor mexicano Daniel Saldaña París, valorando que “Tres personajes admirablemente perfilados dan cuerpo a una historia personal que lo es también de una edad de la vida. Después de las aspiraciones frustradas y los sueños inconclusos de la juventud, quizá quepan formas distintas, radicales y sublimes, de rozar algo parecido a la felicidad. Una novela volcánica, violenta y precisa como una coreografía”.

Anagrama es una de las editoriales que más admiro y leo. Gracias a sus publicaciones he conocido a un conjunto de escritores y escritoras europeos a los que difícilmente habría tenido acceso. Además, su colección “Narrativas hispánicas” nos ha acercado a los mejores autores españoles y latinoamericanos contemporáneos. Y desde 1983, el certamen Premio Herralde de Novela ha servido como invaluable plataforma de promoción de sus ganadores, ya sean escritores noveles o consolidados.

A Daniel Saldaña no lo conocía. Mi lectura de “El baile y el incendio” es un ejemplo de que el galardón funciona. Y no es que Saldaña Paris sea un escritor desconocido: en el 2017 fue incluido en la lista Bogotá39, la cual reconoce y acredita a los Mejores Escritores Latinoamericanos menores de 40 años, pero ha publicado poco: dos novelas más, las dos en Sexto Piso, otra editorial que leo, además de un libro de poesía y otro de ensayo.

“El baile y el incendio” es una novela de sobresalientes hechuras, destacando, además de la excelente factura de los tres personajes que estructuran la historia, la creación del ambiente, de esa atmósfera de sofoco, desolación y pesimismo que se siente en la ciudad mexicana de Cuernavaca, durante una época reciente, una ciudad donde la Primavera se suponía eterna, y que se encuentra asediada por una sequía extrema, e intoxicada por los humos producidos por los incendios de los bosques que la rodean.

“El baile y el incendio” cuenta la historia del reencuentro después de varios años, de tres amigos de la adolescencia, que a mitad de sus treinta, se encuentran en esa etapa de la vida cuando comienzas a darte cuenta que tu vida no es como la que soñabas: Erre, divorciado, desorientado, fracasado en sus pretensiones cinematográficas, presa de dolores crónicos que lo conducen a la dependencia de los opiáceos; Conejo, el mal trío, encerrado y al cuidado de su padre ciego como causa y justificación de su estéril vida; y Natalia, la bailarina y coreógrafa, la creativa que bajo encargo, da forma a “El baile”.

Al inicio de la novela, cuando encontramos a Natalia enfrascada en la temática de las coreomanías, esas epidemias “danzantes” que ocurrieron en varias ciudades europeas durante la Edad Media, o investigando sobre los juicios contra Märet Jonsdotter, en Suecia, tras ser acusada de convertir a distintas mujeres en brujas, estuve a punto de abandonar la lectura. No es que los temas no fueran interesantes, aunque por momentos temí que el escritor nos ensartara una pretenciosa pieza, más ensayo que ficción, pero me equivoqué rotundamente.

Y es que me sentí obligado a acudir constantemente a Google para investigar que tanto era verdad, curioso que soy, y entorpecía mi lectura. Que bueno que no lo hice, porque de eso trata “El baile y el incendio”. La investigación no estaba de más, mostraba el proceso creativo de Natalia. Hiló fino Daniel para unir historia medieval, danza moderna, crisis climática con el relato del reencuentro de Natalia, Erre y el Conejo. Muestra del talento del escritor, quien arriesgó a que sus lectores se perdieran en el camino: “La paciencia es la llave maestra para enfrentar todas las situaciones”.

Otra apuesta en la que salió airoso el autor, fue la elección de utilizar como narradores a los tres personajes. Historia contada desde tres puntos de vista, tres voces claramente diferenciadas, que además de narrarnos la historia, nos permitió conocer mejor a nuestros personajes, pues profundizamos en sus recuerdos, reflexiones, sentimientos y emociones que el reencuentro les provoca.

Novela retrospectiva, fruto de autor maduro al que hay que seguir, llena de nostalgia, donde las expectativas que los protagonistas evocan sobre su adolescencia, se confrontan con la decepción de su presente. Escrita con una prosa intensa, personajes bien tratados, dando cuenta de un relato que terminó irremediablemente enganchándome, con un final sorpresivo, cuando menos para mi ¡Te leo!

“El italiano”, de Arturo Pérez-Reverte

Combinación de novela histórica, crónica periodística de guerra y autobiografía, “El italiano” es cien por cien un clásico de la literatura Revertiana. Basada en hechos reales, “El italiano” es una novela de intriga, aventuras, y amor; una historia tan bien enhebrada, que te engancha desde sus primeras líneas.

A Arturo Pérez-Reverte, al polemista, al controversial intelectual español, lo puedes odiar o amar. Aquí yo vengo a platicarte sobre sus novelas, no sobre sus Twittees, sus columnas ni sus decires. Aclaro porque cuando platiqué sobre “Línea de fuego”, más de una, y uno que otro, se engancharon con temáticas ajenas a la novela.

Cuando publico sobre libros en el grupo, trato de hacerlo como si platicara con amigas y amigos alrededor de la parrilla, durante una tarde sabatina de fútbol, cerveza y carne asada. Aquí se supone que somos lectores, y los que aman los libros y disfrutan de la lectura los considero camaradas, compañeras, así que los invito a comentar, aportar y debatir sobre “El italiano” o las novelas de Pérez-Reverte, pero por favor, centrémonos en los libros y lecturas.

A Pérez-Reverte lo conocí en 1996, con “La piel de tambor”, que era su octava novela. Su impacto me llevó a buscar otras novelas, y conforme las encontraba, me ponía al corriente. Desde entonces le guardo fidelidad, aunque confieso que la saga de Alatriste, por ejemplo, no la terminé. Tampoco me atrajo “Sidi”, el relato sobre El Cid, resabios, quizá, de una lectura obligada en la secundaria de mi adolescencia. En fin, hablemos de “El italiano”

La historia ocurre entre 1942 y 1943, ambientada en la Bahía de Algeciras española y el Peñón de Gibraltar en posesión de los ingleses, una bahía donde La Línea entre la zona española y la inglesa sufría la transmigración diaria de ciudadanos, marinos, soldados, espías y saboteadores. Tiempos de guerra, tiempos de héroes y villanos, tiempos en que un grupo de buzos italianos hundieron o destruyeron 14 barcos aliados.

Una mañana, muy de madrugada, mientras paseaba por la playa con Argos, su perro, Elena Arbués se encuentra con un hombre desvanecido, vestido de “caucho negro mojado y reluciente”, sangrando por la nariz y los oídos. Elena, de 27 años, viuda, propietaria de la librería “Circe”, más “alta que la media, … delgada, normal, con cierta clase”, atractiva pero no llamativamente guapa, lectora de los clásicos griegos, quien se decide por llevar al hombre hasta su casa para socorrerlo antes de avisar a las autoridades.

Hurgando en los bolsillos, Elena conoce su nombre, Teseo Lombardo y su rango, 2o Capo Regia Marina y supone que durante esa noche, participó en el ataque al barco que había estado ardiendo toda la madrugada en la embocadura del puerto del peñón, frente a su casa. Y cuando el hombre, recuperando brevemente el sentido, le expresa una petición, acompañada por un número telefónico, Elena intuye que al concedérsela, cambiará su vida.

Apasionante historia, que salta en el tiempo y en el espacio, pues conforme avanzamos en la lectura, caemos en cuenta que ¿encaramos?… gozamos, más bien, dos partes de una misma historia: La aventura de Elena Arbués, la joven librera que cree ver en Teseo Lombardo, 2º Capo Regia Marina, un Ulises salido del mar; y el relato de un novelista, que investiga, escribe y nos cuenta, muchos años después, los acontecimientos que ocurrieron durante esos días en la bahía de Algeciras.

Para resolver el reto narrativo, Pérez-Reverte utiliza con oficio un recurso que recuerdo haberlo percibido en “Hombres buenos”. En “El italiano”, mezclada la realidad histórica con la ficción, Pérez-Reverte enhebra finamente la historia, utilizando un narrador en tercera persona para relatar la trama de Elena y el grupo de buzos de élite Orsa Maggiore, y otro en primera -trasunto literario del autor-, un periodista/novelista que nos va contando la historia sobre la confección del libro, sin que nos perturbe, vale comentarlo, tales artificios en la lectura.

Afortunada amalgama de historia-periodismo-literatura; “El italiano” es una novela, más de intrigas, amor y mar, que de guerra; con un personaje femenino -Elena Arbués, atrevida, estoica, aventurera- que se roba la ¨película”, dejándole a los personajes secundarios, como el mismo Teseo, un tipo atractivo, sencillo que no simplón, honesto, limpio (“hasta su sudor olía a limpio”, decía Ella), y sus compañeros: el sottocapo Gennaro Squarcialupo, y el teniente de navío Lauro Mazzantini, jefe del grupo Orsa Maggiore, los papeles de héroes atípicos.

Historia sencilla y con final feliz, sí, predecible desde el inicio, pero que a la vez, te engancha, porque lo que quieres es conocer cómo se llegó a la consumación; “El italiano” entretiene, ilustra, deleita y enseña. Ideal para un fin de semana largo, como el que se avecina. ¡Te leo!

“La muerte del león”, de Henry James

Publicado en 1894, “La muerte del león” es una novela corta o cuento largo que revela la visión sobre la situación social de los escritores y la literatura en la época – finales del XIX – de Henry James, reconocido merecidamente como autor de obras capitales en la literatura de habla inglesa, un autor que ocupa un merecido sitio en el paraíso donde reinan los autores que son considerados clásicos de la literatura universal.

Mi primer contacto con Henry James (1843-1916) ocurrió con la lectura de “The Master. Retrato del novelista adulto”, un homenaje en forma de libro que le brindó Colm Tóibín. De esa lectura y de los múltiples comentarios y recomendaciones que recibí cuando compartí mi texto, me prometí conocerlo mejor a través de su extensa obra. Para ello, me hice de una colección de sus novelas, pero con la pena, te confieso que solo leí la extraordinaria novela “Los papeles de Aspern”.

Hoy, por esos extraños caminos que toman mis afanes lectores, durante una pausa en la lectura de un libro de Anagrama que reúne algunas cartas que Charles Bukowski intercambiaba con editores, críticos, amigos y escritores, me encontré, fuera de sitio, el pequeño libro editado por Sexto Piso de Henry James, y buscando el lugar donde se concentra parte de su obra, leí su primera página, y ya no lo solté. Ventaja de las novelas cortas, cuanto más si son de autores de la talla de Henry James.

Henry James fue un escritor y crítico literario, nacido en los Estados Unidos, pero nacionalizado británico que alcanzó amplio reconocimiento por conjuntar en sus novelas atmósferas y personajes estadounidenses y europeos, caracterizando a los primeros como gente abierta y sincera, mientras que a los habitantes del viejo mundo, los coloca en ambientes seductores, artísticos y corruptos.

Autor de clásicos indiscutibles como “Los europeos”, “Retrato de una dama”, “Las bostonianas”, “Las alas de la paloma” o “Otra vuelta de tuerca”, también escribió un gran número de cuentos y de “Nouvelles” . James incursionó en otros temas literarios, como libros de viajes (¨La escena americana” y Horas italianas”), ensayos como “El arte de la ficción” y “Novelistas”. Reconocido como una figura clave en la transición del realismo al modernismo anglosajón, cuyas novelas se basan en la técnica del “punto de vista”, que permite el análisis psicológico de los personajes desde su interior.

“La muerte del león” trata de la relación entre un escritor inglés poco conocido -Neil Paraday- con un joven periodista que, siendo admirador de su obra, y en el entendido de que va a aparecer un nuevo libro de su autoría, intenta convencer a su editor para que le asigne una entrevista con el autor. El editor, con buen olfato periodístico, decide apoyar la petición de su reportero y lo envía en la búsqueda de la nota.

Neil Paraday, convaleciente de una grave enfermedad y poco habituado a la atención de la prensa, no solo acepta la entrevista, sino que lo instala en su casa, y convive con su fan durante la primera semana de la aparición del libro. Al reportero lo supera la admiración por el autor y escribe un reportaje tan elogioso, que es rechazado por su editor, al tiempo que una cadena periodística de mayor renombre, “descubre” la genialidad de Paraday y lo lanza al estrellato de la literatura inglesa.

Celoso, nuestro reportero asume el papel de centinela de su admirado escritor, que desconocedor de las obligaciones y exigencias que su nueva y súbita fama le impone, se muestra agobiado y desorientado ante la avalancha de nuevos fanáticos, cazadores de famosos que “… lo asedian, lo acosan, lo molestan: lo despedazan con el pretexto de aplaudirle… gente que no daría ni cinco chelines por un libro suyo…que le abordan…solo para promocionarse a sí mismos”.

Perspicaz y atractiva, amena y realista, la nouvelle señala como la clase privilegiada busca apropiarse de los artistas de “éxito” y fama, para exhibirlos y explotarlos en sus saraos, sin apreciar e incluso sin conocer su obra; una “alta” sociedad que lo que pretende es ver, fotografiar, pintar al autor, convertirlo en objeto de culto, aunque sin leer sus libros. “La muerte del león” es un relato interesante, una aguda reflexión de James sobre una de las faenas inherentes al oficio de escritor.¡Te leo!
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“Lejos del mundanal ruido”, de Thomas Hardy

Espléndido y ameno clásico de la literatura inglesa del siglo XIX, “Lejos del mundanal ruido”, es una novela para lectores pacientes, pues en Weatherbury, la región donde transcurre la historia, “…los últimos tres o cuatro años forman parte del presente y hacia falta como mínimo un siglo para dejar algún rastro en la faz o en el pulso del lugar. Cinco décadas apenas modificaban el corte de unas polainas o el bordado de un vestido, siquiera mínimamente. Diez generaciones no bastaban para alterar el sentido de una frase”.

No conocía a Thomas Hardy. Ni siquiera recordaba, y menos leído, la única novela que tenía de su autoría -“El brazo marchito”-, contenida junto con otras novelas de autores como Austen, Dickens, Wilde, Emily Brontë, Conrad y H.G. Wells en el hermoso Tomo I, presentado por José Emilio Pacheco, correspondiente a Literatura Inglesa de la Gran Colección de la Literatura Universal, que publicó Éditions Gallimard, en conjunto con Promexa y que adquirí, en el lejano 1982, Gran Colección, te decía, que solo embellece mi biblioteca desde entonces.

En mi descargo, confieso que se me dificulta leer los tochos que compilan varias novelas. Si me interesa algún título en particular, intento obtener el libro, aunque ya lo tenga, porque el ansia de coleccionar, no es como la gripa, que se cura relativamente fácil. Reconozco que mi biblioteca contiene muchos volúmenes que ojeo, acaricio, veo, admiro, presumo, mimo, sacudo, pero que no he leído.

Hardy era un autor fuera de mi radar. Fue con la colección “Novelas Eternas”, que tanto revuelo provocó en México, que ganó mi atención, pues cuatro de sus novelas -la primera, “Lejos del mundanal ruido”, que apareció en la entrega 25, con una traducción de Catalina Martínez Muñoz cedida por Alba Editorial-, son las que ha publicado esta cotizada colección del sello RBA Coleccionables; a causa de las reseñas, comentarios, y recomendaciones del BookTuber David Pérez Vega, que me decidí a conocer algo de la obra de Thomas Hardy (1840-1929), novelista y poeta inglés con una extensa obra literaria publicada, que incluye novela, cuento, poesía y dos piezas teatrales, escritor que alcanzó gran éxito y reconocimiento en vida.

“Lejos del mundanal ruido” es su cuarta novela, publicada en 1874, y cuenta la historia de Bathsheba Everdene, una mujer -perdón, que voy a tropezar con el “lugar común”- adelantada a su época, y con esto quiero decir que no tenía como meta el matrimonio; por decisión propia, elige administrar personalmente, y lo hace más que bien, la más próspera granja de la región, que heredó de su tío; “una muchacha que tiene la valentía suficiente para librar sus propias batallas y no desea un hogar”, la definía Henery Fray, uno de sus trabajadores.

Cómo protagonista de cuento de hadas, que no lo es, aunque por momentos pareciera, Bathsheba es, además de inteligente y trabajadora: bella, irremediablemente bella, y fascinante, y vanidosamente coqueta y seductora. Por ello, no resulta extraño que tres caballeros disputen su amor: Gabriel Oak, un joven de 28 años, experto en todo lo que tenga que ver las ovejas, un hombre emprendedor, en época de vacas -o más bien ovejas- flacas; William Boldwood, un serio, atractivo, soltero y rico Hacendado en sus cuarentas, vecino de la señorita Everdene, y el calavera del trío de pretendientes: el sargento Francis Troy, guapo, vanidoso, frívolo, mujeriego y jugador.

El juego del amor, que de eso trata esta deliciosa y entretenida novela, se desarrolla lejos del mundanal ruido, en una atmósfera literalmente bucólica, de crianza de ovejas, con todo lo que gira alrededor de ello: cruzas, nacimientos, esquilado, cosechas, ferias agrícolas y ganaderas, un escenario detalladamente descrito, pero sin abrumar, solo lo necesario y suficiente para impregnarte con los sonidos, olores y colores de la naturaleza que rodea y enmarca la vida cotidiana de un grupo de personajes magistralmente perfilados, que trabajan, juegan, se apasionan, cantan, declaman, rezan y blasfeman, proyectándose a través de sus acciones, permitiéndonos adentrarnos en ese pastoril mundo.

¿Quién conquistará el corazón de nuestra hermosa y veleidosa heroína? ¿Se desposará y abandonará sus ideales sobre su independencia?¿El amor la cegará a punto tal que se negará a acatar lo que su razón le indica?¿Su clasismo le impedirán abrir su mente y corazón a su más leal y fiel enamorado? ¿Destrozará el corazón y dañará la reputación del maduro y célibe Hacendado, que por vez primera lo entregaba a una mujer? ¿Tendrá, la bella Bathsheba, alguna idea sobre las consecuencias de una decisión equivocada? Y nosotros, lectores ¿por quién tomamos partido?

“Lejos del mundanal ruido” me resultó una fascinante lectura gracias a la pluma de Thomas Hardy, que nos ofrece una obra clásica: narrador omnipresente, estilo sobrio y preciso, trama atemporal, retrato de una época y una sociedad, protagonistas dotados con fortaleza y personalidad, personajes secundarios que aportan al relato y dan testimonio del mosaico social y económico de ese precioso universo de la Inglaterra rural del Siglo XIX. Intriga, romance, pasión y drama. ¿Qué más podría desear en una lectura? ¡Te leo!

“Hamnet”, de Maggie O’Farrell

Maravillosas sorpresas da la vida. Sin referencias para distinguir qué parte de la historia es realidad y cuál, ficción, me encontré con una preciosa, enternecedora y conmovedora novela sobre el duelo de una madre por la muerte de su pequeño hijo, víctima de la peste, pandemia que llegó “desde muy lejos, desde un lugar de podredumbre de humedad y confinamiento” a la Inglaterra Isabelina del siglo XVI, a través de barcos que transportaban las nefastas bacterias en pulgas, ratas y personas infectadas, entre las mercancías o en sus propios cuerpos.

A pesar de haber leído más de una decena de reseñas, críticas y comentarios sobre “Hamnet”, la verdad no me sentía animado para emprender su lectura. Era el hipotético tema lo que me incomodaba. ¿ Una biografía novelada de Anne Hathaway, la ninguneada esposa de William Shakespeare sobre la muerte de su hijo víctima de una pandemia? Mencionada como una de las mejores novelas del 2020, cuando la vi en la librería me la llevé. Fue esa fue la razón de compra, pero, enfrascados con la tercera ola del COVID, no consideraba su lectura en el corto plazo. ¡Vaya con mi pésima lectura!

No conocía a Maggie O´Farrell (1972). Periodista y escritora irlandesa, criada en Escocia que estudió Literatura Inglesa. Autora de 8 novelas y un libro autobiográfico; traducida a una treintena de idiomas y galardonada con el Premio Betty Trask, el Somerset Maugham, el Costa Book, con “Hamnet”, recibió el Women´s Prize for Fiction 2020 y en marzo del 2021, el National Book Critics Circle Award for Fiction.

Habrá que reconocer que extraños pueden llegar a ser los impulsos lectores: sugestión, instigación, emoción, acción sin reflexionar. Ojeando por aquí y por allá las portadas de un grupo de libros amontonados sobre la mesa, me lo encontré y al abrirlo, leí un breve apunte que escribí cuando lo compré – es raro hacerlo antes de iniciar su lectura-, así que, sin saber a bien que esperar, me lancé a la lectura.

Desde la primera escena, acompañando a Hamnet, angustiado y alarmado, corriendo por el villorrio en búsqueda de auxilio para Judith, su hermana gemela, atacada de improviso por fiebre y un agudo dolor de cabeza mientras jugaban, quedé irremediablemente atado a la lectura.

“Hamnet”, cuenta la historia de Agnes y sus tres hijos, en especial la del único varón, Hamnet. Es el año de 1596, en el Villorrio de Stratford-upon-Avon, Inglaterra. Agnes es una mujer dotada de carácter, y de ciertos talentos, digamos, especiales -al palpar el espacio entre el dedo pulgar y el índice, conoce el interior de las personas y ve el futuro-, que igual que generaban murmuraciones y desconfianza entre sus vecinos, la hacían muy solicitada, por sus profundos conocimientos herbolarios, que les resultaban esenciales por su poder para curar una diversidad de malestares.

Potente y poderoso resulta el personaje creado por O´Farrell: Agnes, mujer admirada, querida, envidiada, rechazada. Agnes, tan extraña y diferente, como inteligente y atrayente. Huérfana de madre, vive con miedo de perder a sus hijos, miedo entendible por la época, donde pandemias como el cólera, la peste o la viruela atacaban regularmente, regando muerte por doquier. Su terror, pronto se materializa en Judith, pero se concreta en Hamnet.

Con una estructura sencilla, que señala dos líneas de tiempo: la del pasado, que da cuenta del encuentro, el cortejo, o más bien, el fulminante enamoramiento, y los primeros años del matrimonio entre Agnes y el Bardo de Avon; y la otra, que expone la enfermedad y la muerte del hijo, el duelo de una madre rota por el dolor, “Hamnet” es una novela que te hechiza, te fascina, te conmueve y te emociona.

Monumental novela, narrada en tercera persona, por un sereno y profundo narrador omnisciente, que con una exquisita, hermosa, pero a la vez potente prosa poética, que te transporta por la Inglaterra Isabelina, tan espléndidamente ambientada y recreada, que parece que hueles, que palpas, que te ensucias, que te enfermas. Novela magistral, deslumbrante, introspectiva, destinada a clásica de la literatura, que cierra con un final inolvidable, y que te la recomiendo como una lectura imprescindible. ¡Te leo!

“La familia Martin, de David Foenkinos

Original, encantadora, seductora, muy atractiva novela; corta, como breves han sido las novelas de David Foenkinos que he tenido el agradado de leer, “La familia Martin” es una especie de Laboratorio de Escritura Creativa, un ejemplo muy bien logrado de un novela meta ficticia, donde Foenkinos se da gusto plasmando el proceso de creación de su novela, provocativo y atento a nuestras reacciones, buscando atraer nuestra atención, la de sus fieles lectores, hacia la evolución de la historia de los Martin.

David Foenkinos (1974) es un joven y exitoso escritor francés que con la publicación (2009) de su novela “Delicadeza” (con la tristeza, pero no la he leído), que vendió un millón de ejemplares, obtuvo el reconocimiento de los lectores, que esperamos siempre, con grandes expectativas, sus libros. Traducido a más de 30 idiomas, con sus 13 novelas y 4 libros de relatos cortos, también alcanzó el reconocimiento de la crítica francesa, al ser galardonado con el Premio Goncourt des lycéens.

Mi primer contacto con David fue en 2014 cuando leí “Lennon”, una original biografía del Beatle, y de ahí, he leído todo lo que nos ha llegado; aún estoy en espera de una reedición de “Delicadeza” y de todas sus novelas publicadas bajo el sello de Seix Barral, su casa editorial hasta el 2013, cuando Alfaguara empezó publicarlo. Delicadeza pues, es lo que les ha faltado a sus editores, pues de las 13 novelas que ha publicado, solo seis he logrado disfrutar. En fin.

La novela arranca con el autor padeciendo la condición de “bloqueo de escritor”. Enredado con una novela relacionada con talleres de escritura, no encuentra palabras, ni interés por sus personajes: “me costaba escribir; no avanzaba”. Buscando superarla, decide emprender una acción que pareciera ser disparatada: escribir la historia de la primera persona que se encuentre en la calle.

Así fue como empezó todo: bajó a la calle, se acercó a la primera persona que vio y así, estableció contacto con Madeleine Tricot, una fascinante viuda, quien para su sorpresa, acoge la idea, encontrándola más que dispuesta a hablarle de su matrimonio, de su viudez y de su trabajo como costurera en la Casa Chanel, donde colaboró con el mismísimo Karl Lagerfeld.

Madeleine es madre de dos hijas: de Stéphanie, que vive en Boston, EUA y de Valérie, vecina del escritor; es abuela de dos niñas de la hija mayor, y de Lola y Jérémie, par de adolescentes, hijos de Valérie y su esposo Patrick.

Valérie, a pesar ciertas dudas iniciales, encuentra un ángulo positivo a la propuesta y acepta el proyecto con entusiasmo, a tal punto que exige incluirla, junto con su familia, en la historia de su madre. Es así como se integra, con desigual ánimo y predisposición, el casting de personajes de “La familia Martin”.

Patrick y Valérie no pasan por un buen momento: tensiones laborales, la rutina propia de la gran mayoría de los matrimonios que los conducen al hastío, la angustia de no vivir la vida como la esperaban y quisieran; los adolescentes, reacios a involucrarse en el proyecto; un antiguo amor de Madelaine, y un reciente rompimiento sentimental del escritor, son los conflictos que van desarrollándose y dando forma a la novela, que es la novela misma, su construcción, el proceso para convertirse en “La familia Martin”.

Novela sobre una novela. Obra literaria que revela la estrategia del autor para crearla, que busca interesar al lector hacia su condición de obra de ficción, con un escritor que constantemente nos hace saber que la está creando, “La familia Martin”, además de lo atractivo del propio argumento, con esa dosis de misterio e intriga que existen en todas las familias, resulta además, un libro fascinante para quienes nos gusta conocer como se escriben.

Escrita en breves capítulos, en primera persona, con una prosa lírica de suave ritmo, con ese tono de humor que he encontrado en todas sus novelas, y unos personajes con los que irremediablemente te identificas, “La familia Martin” es una novela que reflexiona sobre las cosas importantes de la vida, irradiando optimismo y confirmando que siempre podremos encontrar lo excepcional tras lo ordinario, porque potencialmente, como dice Foenkinos, toda persona puede ser interesante.¡Te leo!
https://msha.ke/havela/
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