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“Los pazos de Ulloa”, de Emilia Pardo Bazán

Después de la extraordinaria experiencia que viví con la lectura de “Fortunata y Jacinta”, obra monumental de Benito Pérez Galdós, me decidí por continuar con la lectura de “Los pazos de Ulloa”, otra obra clásica de la literatura española del Siglo XIX, escrita por Emilia Pardo Bazán, una autora de la que había escuchado y leído mucho, pero al igual que me ocurrió con la obra de Pérez Galdós, no la había leído.

Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa (1851-1921), Condesa de Pardo Bazán fue una novelista, académica y periodista que incursionó en el ensayo, la poesía, el teatro y la traducción. Mujer, esposa y madre, fue precursora del feminismo en España, y por su defensa a la obra de Émile Zola -considerada en la España de su época como inmoral y atea- se ganó la fama de rebelde y provocadora. Y sin que venga a cuento en este texto, menciono – solo porque acabo de leer “Fortunata y Jacinta” – que a la muerte de su marido, inició una relación amorosa con Benito Pérez Galdós.

Extensa, vasta, y relevante es la obra de doña Emilia: cuarenta novelas, más de seiscientos cincuenta relatos cortos, cuando menos diez y seis ensayos publicados, incluyendo la cocina española como tema de estudio; muchos artículos en periódicos y revistas; conferencias y discursos. Fecunda vida sin duda. Y “Los pazos de Ulloa” es considerado como la novela que la consagró como una de las grandes.

“Los pazos de Ulloa” trata la historia de Pedro Moscoso, dueño de los Pazos y Marqués de Ulloa, un hombre ignorante, huraño, bruto y medio, cuyo único interés y obsesión es la cacería. A su deteriorada hacienda, arriba su antagonista, Julian, un sensible, quisquilloso, y pusilánime sacerdote, enviado por recomendación de su tío, para colaborar como capellán de la parroquia, bajo el mando del abad de Ulloa, compañero de cacería del marqués; y como tarea adicional, actuar como una especie de secretario administrador de don Pedro.

Muy pronto Julian se da cuenta que no será tarea fácil poner orden en la casa del marqués; la influencia de Primitivo, el verdadero poder en la hacienda, dificultaran la puesta en marcha de sus iniciativas. El tal Primitivo, un siniestro personaje, capataz de Don Pedro, abuelo de Perucho, hijo bastardo del marqués y padre de Sabel, la casquivana criada de la casa, amante del marqués y madre de Perucho, sumado a la propia debilidad de temperamento del padrecito, le frustraran una y otra vez cualquier intento de reforma moral o administrativa.

Ante ese muro, los esfuerzos de Julian se concentran en el pequeñín Perucho, un niño abandonado por su madre, que embozado con costras de mugre, que camuflan la hermosura de su rostro – la autora lo describe como “un angelote de Murillo”-, vaga a sus anchas por la hacienda, en estado semi salvaje. Y así siguió el truhán, porque el opacado Julian no logra imponerse ni a al pequeño fierecilla de Perucho.

Aparecen otros personajes como Nucha, prima de don Pedro; Máximo Juncal, el médico rural, los caciques políticos, la hija de Felipe el casero, una nodriza de “hechura, color e inteligencia de tonel”, que es rentada como una “gran vaca” para alimentar a los recién nacidos, entre otros más, pero los personajes con mayor hondura psicológica me parecieron don Pedro, Julian y Primitivo.

Lo primero que me sorprendió de “Los pazos de Ulloa” es la sordidez del ambiente que creó Pardo Bazán. Antes de iniciar la novela, revisé el diccionario y supe que los “pazos”, eran considerados como las casas aristocráticas de la nobleza gallega, así que no estaba preparado para enfrentarme a esa atmósfera decadente, oscura, sucia, inmoral que se vive en la casa de don Pedro Moscoso, Marqués de Ulloa y protagonista de la historia.

A diferencia de “Fortunata y Jacinta” que ocurre en Madrid, “Los pazos de Ulloa” transcurre en el campo de Galicia, en su zona montañosa, y la novela de la Condesa de Pardo Bazán describe el sistema feudal gallego de finales del XIX, decadente -¿es válido decir desde el XXI, retrasado?-, agotado y cerrado donde el Marqués de Ulloa parece ser un arquetipo de los terratenientes del lugar y de la época. Ocurre entre los años de 1866 y 1868, y se desenvuelve entre tensiones políticas, críticas a la iglesia, lucha de clases; en resumidas cuentas: liberales contra conservadores, bárbaros versus civilizados, brutos contra delicados, cultos versus analfabetos.

Escrita con una estructura lineal y un lenguaje sencillo, aunque con algunos “galleguismos” que no entorpecen su lectura, “Los pazos de Ulloa” me resultó una novela grata, entretenida, justa para una lectura placentera, pero, no sé cómo explicarlo… ¿fácil, desapasionada, cándida? Pienso que, aunque existe drama en la historia, no sentí una tensión dramática que me perturbara, que me estremeciera y no me explico la razón. Quizá mi estado de ánimo andaba muy desapegado. Sin embargo, no puedo dejar de recomendar esta novela. ¡Te leo!

“Madrid me mata”, de Elvira Sastre

Hace algunos años, sutilmente, de manera difusa, empezó a circular por mi cabeza el nombre de Elvira Sastre. No sé si ocurrió debido a que haya tomado alguno de sus libros en una librería, que seguramente volví a colocar en su lugar, porque no tenía ninguno de sus libros en casa; puede ser que fuera por sus columnas en El País, de la cual no recuerdo haber leído alguna, pero sí, su nombre; o quizá, a lo mejor, por alguna mención en un Blog, o chance, en algún grupo de Facebook.

Un día me enteré que era poeta, y que además, se presentaba con éxito, al estilo Bukowski, en recitales; saberlo me impulsó a buscarla en YouTube. ¡Me encantó! Ya converso en Fan, de vez en cuando, en esas noches serenas, en cama, le solicito a Siri que reproduzca en el HomePod a Elvira Sastre. Gran opción para relajarte y dormir placido.

Después me enteré que la habían galardonado con el Premio Biblioteca Breve por su ópera prima, “Dias sin ti”; pero, algo singular para quien se lanza a comprar libros sin requerir de provocación alguna, hasta ahora, no me he animado comprar la novela; temía decepcionarme. Escucharla en el Home Pad y en ocasiones, verla en YouTube, me cautiva; me complace cuando la veo y escucho, y por ello pensaba, que con eso bastaba.

Cuando me encontré con “Madrid me mata”, que subtituló como un “Diario de mi despertar en una gran ciudad”, consideré que podría ser una manera más ¿neutra? de ¿Leerla… conocerla? Bueno, digamos leerla -porque no había leído ni uno de sus poemas-, y conocer su prosa, así que la compré, y se quedó en espera de un buen momento.

Al terminar la extraordinaria novela de Henry James, “Lo que Maisie sabía” , recordé el libro de Sastre y consideré que era el tiempo adecuado para conocerla, así que empecé a leer su “Madrid me mata”, que resultó, más que un diario, un homenaje a la capital española, soportada con una selección de las columnas que publicó en El País.

Elvira Sastre (1992-), española de Segovia, es escritora y traductora. Reconocida como Poeta, ha publicado cinco poemarios (según Seix Barral, ve tú a saber); dos poemarios más, pero ilustrados, y su novela, galardonada con el Biblioteca Breve, “Días sin ti”.

Fenómeno de masas, antes de la pandemia, a manera de “Rock Star”, sus giras por España y Latinoamérica, junto al cantautor Andrés Suárez, abarrotaban los escenarios donde se presentaban. Sus libros, se venden por decenas de miles, y los seguidores de sus redes sociales se cuentan en cientos de miles.

Por “Madrid me mata”, me enteré que sus experiencias en México le han resultado gratas, al punto que se animó a montar en casa su altar de muertos, una tradición mexicana que ha llamado mucho la atención en el extranjero últimamente.

“Madrid me mata” recorre dos años en la vida de Elvira, y abarca los temas que le interesan: su familia, con sus abuelos; Segovia, donde nació y regresa todas las navidades; sus perros y la adopción de mascotas; su experiencia con el confinamiento; el feminismo, y la marcha del orgullo; e incluso, creo recordar que menciona una que otra metedura de pata de algún político español.

“Madrid me mata” es una sensible declaración de amor que Elvira ofrenda a la ciudad de Madrid, a sus barrios, bares, parques, librerías y balcones; a sus habitantes, con sus distintos acentos, que “forman parte de una misma conversación, suenan a futuro”. Pero es también una declaración de principios: a la libertad, a su libertad para amar, de vivir, de gozar su vida.

Me gustó “Madrid me mata”; me sedujo su cuidada edición, con fotografías; me cautivaron los poemas con que cerró el libro; me conmovió su carta a los abuelos; me atrajo la aguda mirada de Elvira, que se registra en la comprensión que muestra sobre su entorno y realidad y en la detallada y preciosista descripción que logra con su prosa del universo madridista. ¡Te leo!

“Lo que Maisie sabía”, de Henry James



“Lo que Maisie sabía” me resultó compleja, fascinante, diferente, sorpresiva, atractiva y una retadora y exigente lectura, de lo mejor que me ha tocado leer en los últimos años. Joya de la literatura, expresión de la maestría alcanzada por Henry James, “Lo que Maisie sabía” estimuló mis sentidos y me empujó a emplear mis capacidades lectoras al máximo para comprenderla, atento siempre a la historia y a los audaces recursos utilizados por el autor para contárnosla.

Créeme: puede, a pesar de su complejidad, que te sea más fácil leerla, a que yo logre trasmitirte todas sus cualidades; que alcance a explicarte los magistrales recursos literarios que puso en juego Henry James para crear esta excepcional novela; que logre exponer los diferentes temas que trata; o que intente describir las escabrosas relaciones que se van conformando… en fin, llevo tres días escribiendo y reescribiendo el texto sin lograr encontrar la clave.

Historia profunda, aguda, irónica, cínica, desafiante; se debe leer con calma y atención. Sutil y ambigua, “Lo que Maisie sabía” “cuenta la historia de Maisie, una niña que a causa del divorcio de sus padres se ve obligada a vivir un período de seis meses con cada uno de ellos. Entre padre, madre, madrastra, padrastro, institutrices y niñeras, Maisie intentará comprender… el complejo mundo de los adultos…”.

La novela inicia con el agresivo divorcio de los padres, quedando Maisie al cuidado de dos institutrices en dos casas diferentes. Pronto los padres recaen en el matrimonio; el progenitor con la señorita Overmore, y la madre, con sir Claude, un hombre afable, pero débil en extremo, que se hace cargo de la niña, junto con la sosa señora Wix, institutriz de Maisie en la casa materna, ante la situación de desamparo en que se encuentra, trocada de arma contenciosa a una especie de estorbo, tanto para el padre como para la madre.

Lo que ocurre durante los seis años que cubre la historia, es como jugar rondo al estilo Cruyff o Guardiola, con Maisie usada de pelota, mientras los adultos la “patean” del uno al otro, en un juego inmoral, pletórico de ambigüedades, chantajes emocionales, crueldad, egoísmo e inmadurez. Pero nuestra Maisie aguanta eso y más; mientras crece y se acerca a la adolescencia, nuestra sobreviviente observa, aprende y reflexiona.

Porque Maisie es inteligente, flexible, adaptable; detecta y administra con la sabiduría de una niña, los comportamientos egoístas, caprichosos, falsos, y ambiguos de quienes la rodean. La verdad, Maisie es un personaje que terminé adorando.

“Lo que Maisie sabía” tiene muchas lecturas: historia sobre el chantaje emocional basado en la utilización de los hijos como armas y víctimas de la separación de los padres; sobre el abandono infantil, aquel donde deja de existir una autenticidad emocional, ahí donde aparece el desinterés, la apatía y la frialdad; relato de adulterios, observados y analizados desde la mirada perspicaz de una niña, que madura precozmente. Resumiendo: “Lo que Maisie sabía” expone la complejidad, la ambigüedad, las sutilezas de las relaciones de una serie de seres humanos defectuosos.

Jorge Luis Borges la definía como “una horrible historia de adulterio narrada a través de los ojos de una niña que no está capacitada para entenderla”, y no concuerdo con el genio; la novela es mucho más que la historia de un adulterio; el traductor de la novela, el mexicano Sergio Pitol, la definió como una de las novelas “más endemoniadamente difíciles que pueda permitirse cualquier literatura”; y estoy de acuerdo con Pitol, al que le debemos la impecable traducción que nos facilitó la lectura .

¿Porqué resulta, además de la temática, una novela compleja? Quizá, y eso es lo que me sorprendió, por el narrador que utiliza el autor; James utiliza un narrador en tercera persona, pero no omnisciente; no sabe o no quiere que nos esteremos de todo; nos relata la historia desde diferentes puntos de vista. No vemos a través de los ojos de la niña, sino que nos cuenta lo que la niña ve, sin importarle que ella misma lo entienda. Compartimos, por tanto, el desconcierto, la sorpresa, el pasmo de Maisie. No tenemos certezas, tenemos que aportarlas nosotros como lectores, y ahí uno de nuestros desafíos.

A mi me pareció una extraordinaria novela, exigente con el lector, sí y mucho, pero es tan actual, tan moderna, tan … vaya, no encuentro mas palabras. Te la recomiendo. ¡Te leo!

“Todas las almas”, de Javier Marías

Existen ciertos momentos durante mis lecturas, que me descubro dejándome llevar, fluyendo, deslizándome entre las palabras, disfrutando, deleitándome con su sonido más que su sentido, sumergido en el puro gozo de la creatividad puestas en ellas, que intuyo, más que calculo, tan concentrado en sus formas, en su estética, abstraído del entorno, conjeturando que no requiero más que unirlas para que la historia fluya – si bien, no siempre pasa- sin resistencia en mi mente.

Eso me ocurrió durante gran parte de la lectura de “Todas las almas”, de Javier Marías; las novelas de Marías se leen con calma y atento. Ya ni se me ocurre intentar acelerar el ritmo de lectura, me resulta un despropósito; leyendo las historias de Javier, terminé reconociendo que no vale la pena; además, ya atrapado por su singular estilo, su magnética prosa, su ambigüedad argumental y sus enigmáticos protagonistas narradores, permito que la historia fluya sin oposición, rendido ante su arte para contar historias.

Javier Marías (1951) es autor, considerando los tres tomos de “Tu rostro mañana”, de 16 novelas; reputado traductor, es además, un prolífico autor de semblanzas, de relatos cortos, de antologías y de ensayo. Editorialista de El País, fue Profesor de la Universidad de Oxford y de la Complutense de Madrid y es miembro de la Real Academia Española. Multi galardonado por su obra, los últimos años ha sido integrante asiduo en las quinielas y listas de los autores con merecimientos para recibir el Nobel de Literatura.

Hace unos pocos días, me llamó la atención un texto sobre “Todas las almas” que Jaime Fernández Garrido publicó en el grupo -ventajas de los grupos de lectores- Retópata22; la fotografía me hizo click y me impulsó, primero, a revisar mi catálogo, y segundo, a dirigirme hacia los estantes engalanados por los libros de Javier Marías, y ahí la encontré: una humilde edición de Alfaguara Bolsillo, amarillentas ya sus páginas, pero aún intactas; lista, preparada, más que dispuesta a cumplir con su misión: ser leída.

Publicada a finales de los 80’s, y galardonada con el Premio Ciudad de Barcelona 1989, “Todas las almas” es la antecesora inmediata de “Corazón tan blanco”, que fue la primera novela que leí de Marías, novela que aunque Anagrama publicó originalmente en 1992, yo la leí hasta Enero del 2000, en una edición de 1999 de la misma Editorial.

Edición de 1998, impresa en Madrid; casi estoy seguro que “Todas las almas” me acompaña cuando menos desde 1999. ¿ Por qué no le leí ese año, ni el siguiente, cuando conocí la literatura de Javier Marías con “Corazón tan blanco”, que me fascinó? Misterios del Tsundoku. Pero los lectores como tú, como yo, sabemos que existe un momento especial, único, que surge cuando se alinean los estímulos y ocurre la mágica conexión entre el libro y el lector. El libro cumple su misión cuando es leído, no cuando es comprado, y “Todas las almas”, el mío, la realizó.

“Todas las almas” trata sobre la historia de la estancia de un profesor de literatura y traducción, de nacionalidad española, invitado a trabajar durante dos años en uno de los colegios más prestigiados en Oxford, Inglaterra.

El profesor -desconocemos su nombre, aunque sus colegas lo llaman El Español-, después de sus dos años oxonienses, regresa a Madrid, se casa, tiene un hijo y, entonces, decide escribir la historia de su estancia en Oxford, temiendo olvidarla, preocupado por una “perturbación” que recuerda vagamente, y que le ocurrió durante su residencia.

Novela donde desfilan un grupo personajes singulares: académicos, estudiantes, pordioseros, borrachines y hasta Will, un confundido portero del colegio, para quien todas las almas están vivas; y El Español, mientras vaga por las calles del pueblo, visitando librerías de viejo, se da vuelo enterándonos y entreteniéndonos con sus historias, sus hábitos y costumbres, en relatos llenos de ironía, parodia, humor y reflexiones, en un juego literario cuyas reglas nos la advirtió desde el principio, cuando nos avisa que “El que aquí cuenta lo que vio y le ocurrió no es aquel que lo vio y al que le ocurrió, ni tampoco es su prolongación, ni su sombra, ni su heredero, ni su usurpador…”.

Estrafalarios, graciosos, complejos, sus colegas oxonienses esconden secretos que los atormentan: Cromer-Blake, su guía, carga con una vergonzosa enfermedad y un fracaso sentimental; Toby Rylands, las consecuencias sobre su pasado en el espionaje; y la bella adúltera, su amante, Clare Bayes, un secreto que señaló su infancia.

Novela singular, atípica; un testimonio memorial, sin argumento definido; ambigua, al resultar difícil de determinar lo verdadero a lo ficticio, al filtrarse elementos autobiográficos de Marías; colmada de reflexiones sobre la vida, el amor, el exilio, la identidad, la memoria, el azar existencial, la muerte; con una estructura fragmentaria, no lineal, que avanza conforme El Español va dando cuenta de lo ocurrido y reflexiona sobre ello.

“Todas las almas” es una novela, como comenté al inicio, para leerse con calma; es una excelente opción para iniciarse en la literatura de Javier Marias, pues en sus siguientes novelas, encuentras referencias de “Todas las almas”, ya que en sus historias se repiten constantemente personajes, motivos y tramas narrativas, pasando de un libro al otro. Literatura pura y dura, de la buena, “Todas las almas” me subyugó ¡Te leo!

“Carmen Balcells, traficante de palabras”, de Carme Riera

Partiendo de la base que una buena biografía debe describir objetivamente los rasgos del carácter del biografiado, personalidad que, en este caso, me resulta francamente, extraordinaria; señalar con fechas y lugares los hechos más relevantes de su vida, que Carme Riera los indica, los contextualiza, los ambienta y los cubre de anécdotas significativas; le sumamos asimismo que el personaje jugó un papel fundamental, determinante en la historia contemporánea de la literatura: Riera nos deja claro que hay un antes y un después de Balcells; y que además, está espléndidamente escrita; por tanto, “Carmen Balcells, traficante de palabras” me resultó, entre varias, una lectura amena, formativa, sugerente e inspiradora.

Carmen Riera (1948-) se dio a conocer en 1975 con el libro de cuentos “Te dejo, amor, en prenda el mar”. Ha publicado novelas, ha sido traducida y ha sido galardonada con el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat de Catalunya y el Premio Nacional de las Letras. Es miembro de la Real Academia Española. Amiga y cliente de Carmen Balcells desde hace más de treinta años, que a manera de introducción de su libro, nos confiesa que “Carmen Balcells me cambió la vida”.

Porque Carmen Balcells, era una mujer de cualidades incuestionables que “… había empezado de la nada, ni siquiera había cursado el bachillerato, había llegado a Barcelona desde un remoto pueblo del interior de Cataluña, para dedicarse a un oficio cuyas reglas en principio ni siquiera conocía, pero había conseguido cambiarlas y con tesón, perseverancia e infinita dedicación había llegado hasta allí, mejorando la vida de muchos escritores”.

Confieso que durante las últimas páginas, las lágrimas fluían libres y serenas. Admiré a la “Gran Mamá” y me recuerda a la mía. Había leído, escuchado y visto mucho acerca de Carmen Balcells: Libros de memorias escrito por editores como Carlos Barral, Jorge Herralde, Esther Tusquets, Mario Muchnik y de Beatriz de Moira; libros sobre el Boom, como los de Xavier Ayén, José Donoso e Ignacio Padilla; memorias o biografías de sus clientes, como la del propio Gabriel García Márquez; vídeos en YouTube, etc., pero el libro de Carme Riera, terminó, inesperadamente, conmoviéndome.

Nací en 1957 y empecé a leer muy pequeño. Mi adolescencia coincidió con el surgimiento del Boom, ese movimiento mitad literario, mitad estrategia de marketing que agrupó a un grupo de escritores latinoamericanos en torno a Carmen Balcells. Tuve la suerte de leer de muy joven a Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y a Isabel Allende, entre algunos de sus 200 escritores que representa su agencia. Soy pues, contemporáneo de esa época tan literariamente gloriosa para los lectores.

Por esa afortunada circunstancia de tiempos y espacios -mexicano, nacido en los 50´s, lector voraz, bibliómano- empecé a conocer la importancia de Carmen en la industria editorial. Creo recordar que fue en el 2002, cuando se publicó la biografía de Gabriel García Márquez -“Vivir para contarla”-, y que coincidió con mi efímera etapa de librero, cuando el papel de Balcells en su lanzamiento fue tan notable, que atrajo mi atención y admiración.

Personaje relevante en la historia de la literatura hispanoamericana, jugadora implacable, temida y respetada en la industria editorial; representante amada y adorada por sus clientes, entre ellos, seis, sí, 6 Premios Nobel de Literatura; jefa temida por arbitraria y arrebatada; esposa distante, insatisfecha, en una relación que la autora califica como “…fraternal. Es decir, de hermanos que se pelean”; madre “bipolar” y contradictoria, como casi todas, que oscilan entre las exigencias, las altas expectativas y los mimos.

Arbitraria, arrebatada, generosa, extraordinaria, influyente, visionaria, mito, leyenda, insólita, irrepetible, inolvidable, increíble, exagerada, extravagante, llorona… sobran los adjetivos cuando se trata de Carmen. Astuta inversionista en talento, defensora “enconada y decidida de sus escritores”; emprendedora creativa, como lo evidencia la famosa “cláusula Balcells”, que incluía en sus más de 50 mil contratos con editoriales que llegó a manejar, Carmen es una mujer a la altura de su leyenda.

“Carmen Balcells, traficante de palabras” no ha llegado a las librerías mexicanas. Al enterarme de su publicación, no logré resistirme a comprarlo en su edición electrónica. No pude esperar a que arribara a las librerías. Mi cuñada va a España la próxima semana y se ofreció a traérmelo, ofrecimiento que acepté, aunque me adelanté y lo leí en mi iPad; así nos pasa a los bibliómanos, los queremos en papel y en nuestros libreros. Si te gustan las biografías de personalidades del universo literario, te la recomiendo mucho ¡Te leo!
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“La enfermedad de escribir”, de Charles Bukowski

Lo confesé no hace mucho: “!Prejuicios, malditos prejuicios! Por andar de “prejuicioso”, durante años, muchos años, me perdí de la literatura de Charles Bukowski. El año pasado, navegando en YouTube me encontré con un documental sobre su vida. Me cayó bien el maestro, y teniendo varios libros suyos en mis estantes sin tocar -por tonto- me puse a leer “Mujeres”, y de ahí, no paré de leerlo hasta terminar todas sus novelas y varios de sus cuentos y poemas; y me encantó verlo en YouTube en los recitales que ofrecía para pagar la renta, la bebida y sus apuestas”.

Lo escribe el propio autor en “La enfermedad de escribir”: “Con Bukowski, el veredicto está en el aire: no hay punto medio, o se le ama o se le odia”. Y, agrego yo: existe un numeroso grupo de lectores y lectoras que quizá, no se le acercan por prejuicios, por opiniones preconcebidas, por valoraciones en relación a su conducta, más que sobre su literatura. Yo, ya lo confesé, me encontraba entre esa comunidad, y mis razones giraban alrededor de que consideraba innecesario, entre tantos autores que descubrir y re leer, conocer a un personaje tan controversial.

Poeta, cuentista, y polémico columnista, Anagrama, que fue la editorial que lo publicó en Hispanoamérica, se decidió primeramente por presentar sus novelas -casi todas auto ficción-, que Bukowski considera del “género” ficción creativa. “Cartero”, “Factotum”, “Mujeres”, “La senda del perdedor”, “Hollywood” y “Pulp” son las novelas publicadas por la editorial catalana. Y las leí todas. Ahora, a 28 años de su fallecimiento, Anagrama nos presenta una interesante propuesta: una selección de la correspondencia del viejo indecente.

De su poesía, navego por las páginas de “lo más importante es saber atravesar el fuego”, un excelente antología bilingüe publicada por el Fondo de Cultura Económica, y las del libro “Poemas del viejo indecente”, otra antología publicada por el Angelito editor, un admirador, supongo yo; pero mi fuente principal es YouTube, escuchar y ver en video a Bukowski es, créeme una experiencia.


“La enfermedad de escribir” es una selección de cartas inéditas de la correspondencia -ordenadas cronológicamente, de 1945 a 1993- que estableció Bukowski con editores, escritores, críticos y amigos, donde aborda el tema de su oficio y su arte. Leyéndolo, creí captar una tenue transformación -¿producto de la madurez?- entre el autor menospreciado, incomprendido y rechazado, con el escritor de éxito, aunque sin modificar su posición siempre tajante sobre lo que es arte, poesía o literatura.


“El arte es su propia excusa, o es arte o es otra cosa. O es un poema o es un trozo de queso”; “… no me fijé demasiado en la gramática, así que escribo por amor a la palabra y al color, como si arrojase pintura cinta un lienzo…”; “Nos interesa el color, la forma, el significado, la fuerza…, los pigmentos que realzan el alma…”; “Mis poemas no son esmerados, sino expresiones más bien fortuitas y arbitrarias que persiguen una mayor fluidez…”;”… creo que las palabras son más bonitas y poderosas cuando se escriben mal.”; “… un poema no debería ser un poema, sino un fragmento de algo que sale bien…”; “El arte solo es inteligente si te sacude las entrañas…”; “Cuando escribo un poema, quiero que tenga vida y mala leche…”; “Un escritor solo es escritor si escribe ahora, esta noche, en este preciso instante”.

A Charles Bukowski le llegó el reconocimiento como autor en la última etapa de su vida. Mientras tanto, se dedicó a hacer “chambas” para comer, beber, pagar la renta y jugar en el hipódromo. Se nota, de lo que he visto y leído, que Charles se divertía mucho comportándose como el personaje que creó: grosero, borracho, peleonero, perverso, misógino, jugador, promiscuo, pero talentoso, ingenioso y carismático.

Independientemente de los que puedas pensar sobre Charles Bukowski, acerca de sus extremosas opiniones sobre la enseñanza de la creación literaria y los talleres de escritura creativa, las referentes a otros escritores, como Faulkner o Hemingway, o acerca de los poetas contemporáneos, “La enfermedad de escribir” ofrece la oportunidad de conocer y reflexionar sobre el proceso creativo del escritor, proceso que insisto, permaneció inalterable durante su vida: escribir, vivir, escribir, beber, escribir, beber, escribir, coger, escribir, escribir, escribir, escribir a diario, a borbotones, a ritmo de ametralladora, porque como le escribe a Carl Weissner, “los únicos escritores que lo hacen bien son los que escriben para no enloquecer”.

Selección de cartas apasionadas, despiadadas, ásperas, contundentes, intensas, honestas, audaces, cínicas, amenas y divertidas. “La enfermedad de escribir” es un libro de Bukowski en su estado puro, que se puede leer como si fuera novela, pues gracias al trabajo del editor y traductor, Abel Debritto, posee la fuerza literaria característica de sus obras. Lectura creo yo, imprescindible, para los fanáticos de Charles Bukowski.¡Te leo!

“Otoño”, de Ali Smith y “Mujeres excelentes”, de Barbara Pym

“Otoño”, de la autora escocesa Ali Smith, es una novela irresistiblemente fascinante, seductora, elegante, vanguardista, lírica y con unos finos toques de humor muy británico, que me generó, mientras leía, un cúmulo de sentimientos y sensaciones entre las cuales destacaba la impresión de que abordaba algo ¿diferente, nuevo, original? No logro atrapar la descripción, pero sí, la sensación de gozo y sorpresa.

“Mujeres excelentes”, de la escritora inglesa Barbara Pym, es una deliciosa novela, rebosante de ironía y del mismo humor negro tan inglés, que narra, a través de la mirada de su protagonista Mildred Lathbury, la serena cotidianidad de una pequeña comunidad londinense que gira alrededor de su pequeña Vicaria, la de Saint Mary, en un decrépito barrio del Londres de los primeros años de la posguerra, que me llevó a una lectura relajada, amena y entretenida.

Dos autoras, nativas de una isla, la Gran Bretaña; ciudadanas de dos naciones constituyentes del Reino Unido, Inglaterra y Escocia; miembros de dos generaciones, Ali Smith nacida en 1962, Bárbara Pym, en 1913. No las conocía. Es tan amplio, tan extenso el universo literario, que me resulta imposible aspirar siquiera, a conocer los autores publicados de mi ciudad, así que hay que aceptar, sin resignación, pero con el propósito y la determinación de cumplir con mis expectativas como lector.

Fue una nota de El País lo que me impulsó a comprar “Otoño”. Por eso siempre será importante contar con referencias para afinar nuestras lecturas. Fue una ojeada a la portada, la editorial -gatopardo ediciones-, desconocida y por ello, atractiva para mí bibliomanía. y el precio ¡Qué precio!… lo que terminó animándome a adquirir “Mujeres excelentes”. Dos razones quizá discrepantes, pero para mí, válidas y razonables.

¿Por qué, por primera ocasión, escribir un texto sobre dos lecturas? La semana pasada recibí la visita de mi hija mayor y preferí pasar el tiempo con ella, así que dejé pendiente escribir sobre “Otoño”. Normalmente escribo notas durante la lectura, pero siempre había redactado mis textos durante e inmediatamente después de terminar la novela. Sensaciones, sentimientos aún vibrantes me facilitan la escritura. Terminando “Mujeres excelentes”, pensé que ambas novelas, diferentes, pero encantadoras y seductoras, merecían comentarios y recomendaciones.

“Otoño” está considerada como una de las mejores novelas publicadas en lo que llevamos de Siglo XXI, y transcurre justo tras el resultado de la votación sobre el Brexit, con un Reino Unido desorientado, sumergido en un mar de confusiones y divisiones; cuenta la historia de la hermosa y larga relación de amistad entre Elisabeth Demand, una historiadora del arte en sus treinta, profesora universitaria, bajo un convenio laboral inestable y el centenario y misterioso Daniel Gluck, un anciano que pasa sus últimos años en una casa de retiro.

No tengo espacio para extender mi comentario, salvo para resaltar que “Otoño” es la primera parte de una tetralogía, que es una arriesgada, interesante, original y fascinante novela, que de tan moderna, es vanguardista; que cuenta una maravillosa y magnífica historia, actual, diferente y de imprescindible lectura. El País agrega además, que “Otoño” es una novela mayor y Ali Smith “Es inteligente, es lúcida, es única”.

“Mujeres excelentes” es una novela, digamos, tradicional, que narra la vida predecible y conservadora de Mildred, que al igual que Elisabeth, es soltera, en sus treinta, generosa y hasta ahí las coincidencias, porque Mildred es una mujer, que a pesar de que subordina sus deseos a los de los demás, se sujeta y se ajusta sin chistar ni cuestionar a las normas y a las jerarquías sociales, encaja.

No se malinterprete mi comentario. Mildred considera que “La virtud es una cosa excelente y todos deberíamos esforzarnos en tenerla, pero a veces puede ser un poco deprimente”, que estima que “no me parezco en absoluto a Jane Eyre, que debe de haber hecho concebir esperanzas a tantas mujeres feas que refieren su historia en primera persona, y que jamás he pensado en ser como ella”, cuyo secreto consiste en “estar feliz y ser independiente”, y que reconoce que “No eran las mujeres excelentes las que se casaban sino las personas como Allegra Gray, que no sabía coser, y Helena Napier, que lo dejaba todo sin fregar”. Esa mirada de Mildred, llena de ironía, la convierte en un personaje delicioso.

“Mujeres excelentes” me gustó. Me conquistó la carismática Mildred Lathbury, me cautivó la atmósfera que recrea Barbara Pym, de una pequeña comunidad londinense en los 50’s del siglo pasado, me encantó su postura sobre la realidad de que una mujer excelente pueda encontrar la felicidad, la realización y una vida plena sin haber pasado por el matrimonio. ¡Te leo!

“Impaciencia del corazón” de Stefan Zweig

La historia de la relación de Anton Hofmiller con la familia Kekesfalva, compleja y llena de complicaciones, derivadas de las contradicciones, malos entendidos, mentiras piadosas e indecisiones de tan sufridos y conflictivos personajes, me dejó exhausto, atestado de sentimientos contradictorios, discordantes; impresionado, afectado e indeciso sobre mi posición ante el conflicto que nos plantea: la compasión, ese sentimiento que te impulsa a intentar aliviar el dolor o el sufrimiento ajeno, ¿puede acarrear resultados aciagos, nefastos, harto desdichados?

Stefan Zweig (1881-1942) fue un autor enormemente popular, como novelista, ensayista y biógrafo. Su talento narrativo, de estilo elegante y de gran pericia y delicadeza en la descripción de los sentimientos, lo convirtieron en un escritor atractivo, fascinante y seductor.

El pasado 22 de febrero se rememoró el octogésimo aniversario de su fallecimiento, fecha que coincidió con mi lectura de “Impaciencia del corazón”. Me gustaría presumir que la elección del libro fue a manera de homenaje y conmemoración, pero mentiría. La verdad es que sacudiendo mis libreros, me encontré con la edición de la colección “Sepan cuántos…” de Porrúa, y gratamente sorprendido, al dar sin buscarla, con la novela de Zweig, en esa colección tan querida, tan bien editada y tan económica, me lancé con singular y mexicana alegría a su lectura.

Como la mayoría de los lectores saben, la obra de Stefan Zweig es publicada por la prestigiada editorial española Acantilado. Mi problema es que los libros de Acantilado llegan a México a precios muy, pero muy altos, y la compilación “Obra selecta” de Zweig, del Sello Editorial Mirlo, de Editores Unidos Mexicanos, tiene unas traducciones -lo volví a confirmar con “Impaciencia del corazón”- muy chambonas, escrito lo anterior, sin el ánimo de menoscabar el esfuerzo de esa casa editorial.

Los lectores mexicanos le quedamos a deber a Editorial Porrúa por ese extraordinario esfuerzo de acercarnos a las más grandes obras escritas a través de su colección “Sepan cuántos…”. Novela, cuento, teatro y poesía; ensayos sobre ciencia, teología, política e historia; teología y ensayos de religión, todo género cabe en “Sepan cuántos…”, en ediciones prologadas por nombres tan importantes como Ángel María Garibay, Jorge Luis Borges, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco y Miguel León Portilla, por mencionar algunos, y traducciones muy cuidadas. ¿La verdad: cuántos estudiantes y no muy solventes lectores hemos recurrido a esa colección? Sepan cuántos…


“Impaciencia del corazón” está ambientada en los meses previos al asesinato del Archiduque de Austria, Francisco Fernando, magnicidio que detonó la I Guerra Mundial, en 1914, cuando el teniente Anton Hofmiller se encontraba destacado con su batallón en un pequeño pueblo austriaco, donde conoce a Lajos von Kekesfalva, un viudo y rico comerciante, que vive junto con su hija, la joven, bella y tullida Edith, quien sufre una grave parálisis que la incapacita para caminar, y con su sobrina Ilona, en un castillo que domina la localidad.

Invitado a una fastuosa fiesta en el castillo, Anton comete un error involuntario, y buscando, cuando menos al inicio, explicarse y disculparse, poco a poco se va involucrando en la dinámica familiar, movido y excitado por la compasión que le provocaba Edith, y por el orgullo que le producía las atenciones que le otorgaba el importante e influyente padre de la niña, cortesías originadas por el agradecimiento que sentía Kekesfalva por la felicidad que la compañía del joven teniente proporcionaba a su hija.

Dejemos atrás la inmadurez, la ingenuidad, las indecisiones y contradicciones del joven teniente Anton Hofmiller. Sus 25 años, su inexperiencia, su limitado roce mundano, su escasa comprensión sobre la naturaleza femenina, aunque no lo justifican, explican muchas de sus acciones. Olvidemos y perdonemos el carácter caprichoso, infantil, histérico y descortés, rayando en grosero, de Edith. Su condiciones físicas y su edad parecen justificarla. ¿Es amor, o compasión lo que siente Anton?¿Debe Edith aceptar la compañía, atención, dedicación y compromiso de Anton, aunque quizá, sean producto de la compasión que provoca su enfermedad?

Lo cierto es que “impaciencia del corazón”, también conocida como “La piedad peligrosa”, es una desgarradora historia que te confronta y te obliga a reflexionar seriamente la posibilidad de que, aunque la compasión es un sentimiento inherente al ser humano, cuando te obliga a anteponer las necesidades de otros sobre las tuyas, puede provocar situaciones inesperadas, dolorosas, y extremadamente perjudiciales.

“Impaciencia del corazón” es una extraordinaria y sobrecogedora novela, con personajes complejos, densa pero intensa, sobre la insondable naturaleza humana, escrita con una prosa precisa y elegante, narrada en primera persona por Anton, que trata sobre la compasión, que como dice el autor, “es un arma de doble filo, y el que no sabe manejarla, es mejor que no la toque ni con la mano ni con el corazón”, cuya lectura te la recomiendo mucho mientras yo, ¡te leo!

“Tiempos de swing”, de Zadie Smith

Existen lecturas tan llenas de vida, que abarcan tantas y tan variadas experiencias humanas, que son tan actuales, vitales, e intensas, y además, tan bien escritas, que intentando contártela de que va, me embrollo y no logro encontrar el fondo, el tono, el ángulo, el foco adecuado para sensibilizarte y acercarte al libro; novelas como “Tiempos de swing”, de Zadie Smith, con un calado tan hondo, me hacen sentir desbordado, superado, si no como lector, sí como el limitado divulgador de lecturas que soy, así que te ofrezco mis disculpas desde ya.

A Zadie Smith (Londres, 1975) la conocí con “Dientes blancos”, su ópera prima, que publicó en el 2000, a sus 22 años, novela que la catapultó a ese Olimpio habitado por las escritoras y escritores que gracias al éxito de su primera publicación, pueden dedicarse al cien a las tareas propias de la literatura. “Tiempos de swing” es su quinta novela y además de ficción, ha publicado ensayo y relatos cortos. Desde el 2010 imparte la materia de Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York y es miembro de Royal Society of Literature.

“Tiempos de swing” narra la amistad entre dos amigas, que comparten desde la niñez el sueño de ser bailarinas. Relato de una amistad femenina, con destinos divergentes y contextos trenzados. Narrada en primera persona por la protagonista, de la que no conocemos su nombre -y ni falta me hizo-, hija de un matrimonio mixto -blanco y negra-, el relato abarca desde 1982 hasta el 2008, cuando a sus treinta y tres años, la “metieron en un vuelo de vuelta a casa, a Inglaterra”, y la instalaron en un piso de alquiler en St. John’s Wood

Con su amiga Tracey, explosiva y carismática, comparte, además de la pasión por la danza, “exactamente el mismo tono de piel morena”, ser hija de un matrimonio interracial, y vecindad en un conjunto habitacional de renta protegida.

Educadas en estructuras familiares opuestas: el padre de Tracey entrando y saliendo de prisión, y su madre, una mujer permisiva y desinteresada, par que contrastan con la madre de nuestra narradora, una mujer luchadora, ambiciosa, autodidacta, políticamente activa, y con su padre, un hombre cariñoso, cercano, que satisface sus necesidades especiales, disparidad que hará, inexorablemente, que sus vida tomen diferentes derroteros, sin que ello consiga romper la tenue liga que las une a su pasado común.

Terminando la universidad, tras un breve paso por la MTV británica, recibe una irresistible oferta para convertirse en la asistente, nana, sirvienta, secretaria, de una famosísima cantante australiana de Pop, a quien acompaña a través del mundo en sus giras musicales y con quien colabora en las volubles, extravagantes, aunque bien intencionadas iniciativas humanitarias que la cantante emprende en África, lo que le ofrece la oportunidad de profundizar en sus raíces y construir una identidad con fuertes fundamentos éticos en su relación con el mundo que la rodea.

Novela de formación y aprendizaje, bien ambientada en la época y la sociedad donde transcurre la historia, es un homenaje al mundo del baile de los años 30 y a la película de la que la novela toma el título, protagonizada por Fred Astaire y Ginger Rogers. Pero además, “Tiempos de swing” es una novela que destila ideología, y que trata sobre la desigualdad y las relaciones de poder en diferentes niveles: familiares, laborales, políticos.

Novela fiel a la tradición literaria del costumbrismo inglés, escrita con una estructura de dos líneas temporales bien diferenciadas, oscilando hacia adelante y hacia atrás a través del tiempo, “Tiempos de swing” retrata -que no juzga-, con “lucidez, humor y sensibilidad” a personajes que te podrán parecer contradictorios, necios, petulantes, nobles o egoístas, pero que los sientes irremediablemente vivos y vulnerables.

Después de haber leído “Dientes blancos” y “Tiempos de swing” no me queda duda de que Zadie Smith es una de las grandes escritoras contemporáneas, créeme, de un alto nivel literario. “Tiempos de swing” es la confirmación de que Zadie superó con donaire su impactante y abrumador debut literario, reto que sólo grandes autores logran salvar. Espero que encuentres una oportunidad para conocerla.¡Te leo!

“Terror de Estado”, de Hillary R. Clinton y Louise Penny

En teoría, no tendría razón de ser mala ni la idea ni la ejecución. Un thriller geopolítico, escrito por la ex primera dama, ex senadora y ex secretaria de estado estadounidense Hilary Clinton, solvente autora de 7 libros de No Ficción, y por Louise Penny, prolífica y exitosa autora de novelas policiacas, era, y resultó, una apuesta ganadora. Combinar el conocimiento interno sobre la política exterior y el Departamento de Estado estadounidense de Hillary, con la maestría probada de Penny en los mecanismos del género, funcionó y fructificó en una novela innegablemente buena.

Me sorprendió encontrar al libro. No lo esperaba; no recordaba la noticia sobre la alianza Clinton-Penny, y por eso, cuando lo vi, mal ubicado, en una mesa en el último rincón de la pequeña librería, entre los libros de crónica y ensayos políticos de periodistas mexicanos sobre el tema que “ya chole’, cuando lo advertí, te decía, se me aceleró el pulso y requerí jalar oxigeno por la boca para serenar la tiritera de mi mano, tomarlo y salir de volada a la casa para leerla. Eran las 17 horas del viernes. Escribo este texto el domingo antes de las once horas. Así de adictivo me resultó.

Hilary Clinton repite la estrategia de su marido, Bill Clinton, que publicó, en conjunto con el reconocido escritor James Patterson, “El presidente ha desaparecido», alianza que se encuentra próxima a publicar otra colaboración. Hillary y Penny se conocieron en 2016, después de que la ex primera dama le enviara un cariñoso correo lamentando la muerte de su marido.

He leído a las dos autoras. De Clinton, sus dos libros de Memorias, “Historia viva”, y “Decisiones difíciles”, y de Louise Penny, cinco de sus 17 novelas de la saga del Detective Inspector Armand Gamache, Jefe de Homicidios de la Sûreté du Québec, así que no tuve muchos reparos en saltarme todas las listas de lecturas por realizar, para sumergirme, ansioso, en la de “Terror de Estado”. ¡Vaya Buen fin de semana que me procuré!

Son los días inaugurales del gobierno del presidente Douglas Williams, después del caótico, incompetente y polarizante gobierno de Donald…perdón, de Eric Dunn, un ex presidente fanfarrón, fascista, incapaz de aceptar su derrota. En una inesperada y controvertida decisión, Williams elige como secretaria de Estado a Ellen Adams, siendo rivales y antagonistas políticos, con cuentas personales insaldables; inexperta en cuestiones políticas, para aceptar el cargo, tuvo que renunciar a la operación de su conglomerado mediático internacional, particularmente crítico con Williams, dejándolo en manos de su hija Katherine, lo que en los círculos cercanos al presidente, consideraban el verdadero objetivo de la designación.

Recién desempacada de su primera encomienda, una desastrosa visita oficial a Corea del Sur, ocurren una serie de brutales y sangrientos actos terroristas en tres ciudades europeas, violencia que amenaza con extenderse hacia el corazón del territorio Estadounidense, lo que obliga a la bisoña e inexperta Secretaria de Estado, rodeada, pero alejada de sus compañeros de gabinete, que la sienten hostil al presidente, a apoyarse en un aún más novato e incierto, pero leal equipo para enfrentar la crisis.

La frenética carrera que emprende en la búsqueda de descifrar y desactivar las claves de la conspiración, complot con ramificaciones en sus enemigos tradicionales, como Afganistán, Irán y Rusia, en aliados poco confiables como Afganistán, y con hondas raices en un grupo de la extrema derecha norteamericana, la de los supremacistas blancos, siempre dispuestos a todo, con tal de recobrar su idea de nación soñada por los padres fundadores, te deja sin aliento, entre tantos giros, personajes y escenarios simultáneamente involucrados.

Thriller político de excelente factura, tenso e intenso, lleno de giros, suspenso, anticipación, ansiedad y sorpresas, que cuenta con el atractivo adicional, si el tema te interesa, de buscarle paralelismos entre lo que ocurre en la historia de ficción y lo que Hillary nos cuenta en su libro “Decisiones difíciles” y lo que conocemos de su trayectoria; resulta irresistible para mi, que gusto y me informo sobre temas políticos, andarle buscando lo biográfico a la ficción, olvidando por momentos que en “Terror de Estado” participa Louise Penny, cuya mano se nota y mucho en el perfil literario del texto.

Existen tantas cosas que te quiero contar sobre “Terror de Estado”, pero… ¡No te digo más! Ritmo desenfrenado, temas como el terrorismo, la intriga geopolítica, la traición y espionaje de alto nivel se mezclan en una historia que te entretiene, te emociona, a ratos te sorprende, pero que se lee con velocidad y voracidad. ¡Te leo!
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