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“Peluquería y letras”, de Juan Pablo Villalobos

Hacer arte, de lo que pareciera ser una serie de cotidianos disparates, no es nada fácil. Juan Pablo Villalobos en un auténtico artista, para que es más que la verdad. Mira tú, que ya hemos platicado antes que, desde el primer libro que leí de Juan Pablo Villalobos, quedé atrapado en las redes de sus historias, de su inigualable estilo, del ritmo que le imprime a las estrambóticas anécdotas que nos narra, a la ironía, al alboroto, a la bulla que crea con su prosa, que en ciertos momentos memorables, me parece poesía.

“Peluquería y letras” es una novela donde la felicidad, las buenas vibras de los protagonistas se trasmiten al lector; va de un escritor mexicano, llamado Juan Pablo Villalobos, casado con una brasileña, y padre de un adolescente y de una niña que viven contentos y felices en Barcelona, comiendo tacos, butifarras y feijoada, que decide escribir sobre su familia, porque en el fondo no va “a estar hablando de nosotros, sino de algo más, de algo que está más allá de nosotros. La literatura es siempre así, escribes de una cosa aunque en realidad estás hablando de otra”.

Escritor mexicano, Juan Pablo Villalobos (1973-) reside en Barcelona. “Peluquería y letras es su sexta novela y las seis, han sido publicadas por Anagrama: “Fiesta en la madriguera” (2010); “Si viviéramos en un lugar normal” (2012); “Te vendo un perro” (2014); la ganadora del Premio Herralde de Novela 2016 ,“No voy a pedirle a nadie que me crea”; y “La invasión del pueblo del espíritu” (2020). Las dos primeras se adaptaron para teatro, presentándose en Brasil, donde Villalobos, casado con una brasileña, radicó por el 2014.

“Peluquería y letras” me llegó en el momento justo. Venía de una mala racha lectora, con libros tan ni fu ni fa, que ni siquiera consideré platicarlos contigo; así de desganado me dejó su lectura. Libros como “El lugar”, de Annie Ernaux, o la interminable y tediosa novela histórica, “De parte de la princesa muerta”, de Kenizé Mourad, que me decepcionó profundamente, me dejaron pachucho.

Mi referencia hacia el libro de Mourad surgió a raíz del reciente fallecimiento del editor Mario Muchnik, que me impulsó a leer su libro ”Oficio editor”, donde mencionó que “De parte de la princesa muerta” fue su primer best seller. Según Muchnik, la novela la leyó en una noche, y la terminó bañado en lágrimas. A mí, después de 16 días de farragosa lectura, quizá por el hartazgo, me dejó frío, habiendo sido el esperado final, la razón principal por la que terminé el tocho, a pesar de que en varias ocasiones pensé en desistir.

En fin. Hablemos de “Peluquería y letras”, una delirante, estrambótica, divertida e irónica novela de “autoficción”, donde Villalobos se da -y nos da- gusto, parodiando el género, y de paso, como es su costumbre, para pitorrearse a sí mismo, a la vez que nos enseña, magistralmente, sus procesos para la creación de una novela.

Y es que Villalobos usa una anécdota simple, cotidiana, familiar, muy real, para desde ahí, entretejer y ensamblar las costuras de lo que termina en una divertidísima novela, que involucra a un par de recepcionistas -personajes Kafkianas- de una clínica de colonoscopia; a una peluquera bretona con una historia “pintoresca, incluso ridícula, muy divertida”, que no puedo contártela; y a un guardia de seguridad ecuatoriano, empecinado en escribir su autobiografía, argumentando que ha vivido experiencias que merecen ser contadas, con un secreto que tampoco puedo detallarte.

Mientras Juan Pablo se preocupa porque piensa que la felicidad que lo embarga le impedirá “hacer” buena literatura, nosotros gozamos con una -para nuestra desgracia, pues no quieres que termine- breve novela, con tenues tintes de thriller, pletórica de juegos meta literarios, de buen humor, de ironía, que te la recomiendo a rabiar. ¡Te leo!

“Mil grullas”, de Yasunari Kawabata

Siempre resulta grata la lectura de las joyas literarias que nos ofrece el Nobel japonés Yasunari Kawabata. “Mil grullas” es una breve -141 páginas en mi edición-, apasionada, intensa novela, escrita con la galardonada “maestría narrativa, que expresa con gran sensibilidad la esencia de la mente japonesa» que se le reconoce al maestro, y que cuenta la historia de tres mujeres: Chikako Kurimoto, la señora Ota y su hija Fumiko, y la del joven Kikuji Mitani, unidos por el recuerdo del padre de Kikuji, recién fallecido, en una compleja relación.

Conocí la literatura del Nobel japonés recientemente. Leí y comenté con ustedes “Lo bello y lo triste” y “País de nieve”. Desde mi primera lectura, quedé prendado, totalmente subyugado por la magnética prosa poética de Kawabata, por la complejidad de sus personajes, él, maestro en comprender la psicología femenina; por la sencillez con que nos narra las historias, plenas de metáforas francamente sugerentes y maravillosas con las que terminamos rendidos, deslumbrados, extasiados.

Yasunari Kawabata nació en la ciudad de Osaka el 11 de junio de 1899. Egresado en 1924 de la Universidad Imperial de Tokio, muy pronto ejerció el liderazgo de una nueva generación de escritores japoneses. Integrante de la generación de Junichiro Tanizaki, y mentor de Yukio Mishima, recibió el Nobel en 1968. Periodista y novelista, también incursionó en los relatos cortos, y al igual que su pupilo Mishima, se suicidó, él, inhalando gas en su biblioteca. Escritor de novela y cuento, además de asiduo ensayista y articulista en diversos periódicos y revistas, es un autor imprescindible.

“Mil grullas” se ubica en el Japón de la posguerra, en la ciudad de Kamakura y gira en cierta manera, alrededor de la ceremonia del té, un ritual donde se sirve té verde a un pequeño número de invitados, en un clima de paz, buscando reflejar una vida armónica, sosegada y alejada de las presiones del exterior.

Chikako Kurimoto es una maestra en este ceremonial, y una tarde invita a Kikuji con el objetivo de presentarle, buscando emparejarlos, a Yukiko Inamura, Bella joven que atrae inmediatamente la atención de Kikuji. Chikako, un personaje que puedes terminar odiando, también, para sorpresa del joven, que conocía la historia de ambas mujeres con su padre, invita a la señora Ota y a su hija Fumiko.

La intriga que pone en marcha la oscura y compleja Chikako Kurimoto, te atrapa sin remedio. Astuta, inmoral y vengativa, Chikako pretende controlar la vida del hijo de su ex amante, a través de la hermosa señorita Inamura. Sin embargo, a pesar de la evidente inseguridad del joven y su aversión hacia sí mismo, su compleja naturaleza, termina provocando que las pretensiones de Kurimoto se estrellen frente al profundo rechazo que le produce su exceso de interés por controlar su vida.

El fracaso de Chikako no hace más que incrementar sus deseos de venganza. Y provoca además, que Kikuji se acerque a la señora Ota, su más encarnizada rival, la mujer quien la terminó sustituyendo en los últimos años de vida del señor Mitani, el padre de Kikuji, desencadenando y extendiendo su rencor, su odio, sobre la vida los protagonistas, llenando su existencia de pesar y amargura.

Extraordinaria novela corta, llena de sensibilidad e intensidad; pletórica de amores, desamores y pasiones; odio, rencor, intriga y mentira; erotismo, sensualidad; muerte, tristeza, y remordimiento. Intensos sentimientos que se despliegan ante tus ojos, y que compartes con los profundos y complejos personajes. Increíble la maestría con que Yasunari Kawabata nos subyuga, nos cautiva y nos emociona en tan breve relato.

Con un final que te dejara pensando, lleno de conjeturas, sensaciones y sentimientos por responderte, “Mil grullas”, del maestro Yasunari Kawabata es una obra de arte de imprescindible lectura. ¡Te leo!

! Feliz Año !

«Deseo que para el próximo año encuentres salud, amor, felicidad, dinero y todo lo que te propongas. Lo que no encuentres, pídeselo a los libros, estoy cierto que en ellos lo encontraras».

“La buena tierra”, de Pearl S. Buck

Una virtud del Premio Nobel de Literatura es que nos ofrece la oportunidad de conocer a escritores y autoras que, si no fuera por el galardón, probablemente jamás sabríamos de ellos. Con sus errores y sus omisiones, mas allá de si los conocemos o no -imposible conocer a todos y todas-, la enorme mayoría de los premiados han sido destacados autores.

El premio que se otorgó este año a Louise Glück me encantó por varios motivos; el principal: se premió a una poeta. Pocas mujeres han sido reconocidas con el Nobel, y más exiguas, las poetas galardonadas; género con poco eco entre los miembros de la Fundación.

Mientras llega su obra a nuestras librerías, estimulado por el premio, elegí la lectura de “La buena tierra”, premio Pulitzer 1932, y una de las novelas mas conocidas de Pearl S. Buck (1892-1973), Premio Nobel de Literatura 1938, primera escritora no europea en alcanzarlo.

Nunca la había leído, a pesar de que en México, “La buena tierra” alcanzó un éxito tan notable, que creo tuvo hasta su versión en historieta gráfica, gracias a Yolanda Vargas Dulché y su revista semanal “Lagrimas, risas y amor”.

Pearl S. Buck es hija de misioneros presbiterianos, y vivió en China 40 años en diferentes períodos de su vida. En 1934 se instaló de forma permanente en los Estados Unidos, donde participó activamente en los movimientos a favor de los derechos civiles y de la mujer. Su obra literaria es inmensa: entre 70 y 90 libros publicados: novela, poesía, ensayo, teatro, guión cinematográfico, literatura infantil; no le hizo el feo a ningún género.

“La buena tierra” se sitúa en China, antes del triunfo de los revolucionarios comunistas, y cuenta la historia de Wang Lu, labrador, orgulloso propietario de un pedazo de tierra que trabaja arduamente de sol a sol, y de su esposa O-Lan, joven perteneciente al Señor que regía la Casa Grande y rescatada de la esclavitud por Wang Lu para hacerla su esposa.

O-Lan, mujer de trabajo como su marido, de físico tosco, callada, leal, discreta, con una dignidad y valores que la embellecen, resulta la compañera ideal para Wang Lu, colaborando con él, tanto en las labores de campo, como en la procreación y educación de sus hijos.

Así, con los años, Wang Lu, cuyo sueño era hacer crecer el tamaño de sus tierras, trabajando duramente, produciendo, ahorrando y adquiriendo más terrenos, alcanzó el colmo de sus ambiciones: hijos y mujeres en casa, dinero, admiración, respeto y tierra, mucha tierra.

Historia sencilla, narrada con una prosa maravillosa, que fluye, a ratos, serena, intensa en otros, minuciosa y descriptiva siempre, acomodándose perfectamente al ritmo de la vida de sus protagonistas. “La buena tierra” nos ofrece un retrato de la vida en la China rural de aquellos años, de Señores y esclavos, de guerras y revoluciones, de insultantes riquezas y de extrema pobreza.

Personajes muy bien construidos, los buenos, los malos y los peores; llenos de sabiduría e ignorancia, malicia y vileza, sencillez e ingenuidad, franqueza y doblez; historias entrañables y conmovedoras, cargadas de desgracia y bienestar, de aspiraciones y dolores; de afectos, tradiciones y rencores.

Lectura placentera y te hacen pensar que dentro de unas decenas de años más, “La buena tierra”, de Pearl S. Buck, será un clásico inmortal. Se las recomiendo.

“Charles Bukowski. Ellos quieren algo crudo”, compilación de David Stephen Calonne



!Prejuicios, malditos prejuicios! Por andar de prejuicioso, durante muchos, muchos años, me perdí de la literatura de Charles Bukowski. El año pasado, navegando en YouTube me encontré con un documental sobre su vida. Me cayó bien el maestro, y teniendo varios libros suyos en mis estantes sin tocar -por tonto- me puse a leer “Mujeres”, y de ahí, no paré de leerlo hasta terminar todas sus novelas, alguno de sus cuentos y poemas; y me encanta verlo en YouTube en los recitales que ofrecía para pagar la renta y su bebida.

Me consideré afortunado cuando me encontré el año pasado con “Charles Bukowski. Ellos quieren algo. 30 años de entrevistas”, un libro que compila 31 entrevistas de ese “viejo cabrón y tambaleante”, que además, “es el mejor maldito poeta del pueblo”.

El libro se publicó en el 2013, y lo descubrí en una feria librera que montó la Casa del Libro Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León, co editora, justo cuando mi proceso de conversión en fan del “Poeta del infierno” había concluido.

Originalmente poeta, Anagrama, que fue la editorial que lo publicó en Hispanoamérica, se decidió primeramente por sus novelas -casi todas auto ficción-, que Bukowski llama ficción creativa. Cartero, Factotum, Mujeres, La senda del perdedor, Hollywood y Pulp son sus novelas publicadas por la editorial catalana.

Menciona Mauricio Bares, traductor y editor del libro, sobre Bukowski, que “fue ignorado en ingles, alabado en alemán, insultado en la televisión francesa, maltratado en el cine italiano, y que la decisión que le creo un enorme culto en español – la de presentarlo exclusivamente como narrador-, mutiló sus orígenes como poeta y su larga trayectoria como tal.”


A Charles Bukowski le llegó el reconocimiento como autor en la última etapa de su vida. Mientras tanto, se dedicó a hacer “chambitas” para comer, beber, pagar la renta y jugar en el hipódromo. Se nota en las conversaciones del libro que Charles se divertía mucho comportándose como el personaje que creó: grosero, borracho, peleonero, perverso, jugador, promiscuo, pero talentoso, ingenioso y carismático.

En las entrevistas que presenta Nitro/Press comprobarás la fascinación que ejercía en sus interrogadores, mientras él se divertía escondido tras el personaje. ¡Tipazo! Las entrevistas están ordenadas cronológicamente, iniciando en 1963 y culminando con la que concedió en 1993 a Gudolfn S. Freyermuth quien la tituló “Qué carajos: últimas palabras”.

Pero como el reto trata sobre una editorial que nunca haya leído, aprovecho para comentarles sobre la editorial Nitro/Press. Editorial mexicana, de nicho, poco conocida, luchadora como todas las editoriales pequeñas, acostumbradas a enfrentarse a pedradas a los grandes grupos editoriales. Su página de Facebook es nitro-press, por sí les interesa.

“..Ellos quieren algo crudo” es una edición sobresaliente por la selección tan representativa de las entrevistas, por la presentación vintage que utilizan, las fotografías, caricaturas y dibujos que presentan; todo, todo el libro me gustó.

Sábado de miedo…

Me levanto, salgo a recoger los periódicos y ambos publican en primera plana que el Banco de México colocó el ! 11 % ! de sus reservas en esta semana. Glup. Trago saliva, por el cuerpo fluye la adrenalina que surge del miedo. Está peor de lo que me imaginaba. La primera semana y ya disminuyeron las reservas un chorromadral. Y eso que vendieron carísimo los dólares.

En estos momentos, cerca de las 13 horas, leo en elnorte.com que Busch y el G7 se van a reunir para diseñar estrategias conjuntas para conjurar la crisis. Ese pendejo que mejor ya se vaya a su rancho. No creo que de su cerebro fluya ninguna idea ni propuesta efectiva. Mantengo la sensación que nos adentramos a una dimensión desconocida.

En fin. No hay que amargarse tanto el fin de semana. Hay que pensar positivo. Hay que terminar de leer Tokio Blues, de Murakami para prepararme a iniciar la lectura de la “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, que la tengo en mi mesa desde hace algunos meses. Y es que por razones que no me explico, me tarde mucho tiempo en leer a Haruki Murakami, a pesar de todas las recomendaciones y críticas positivas que escuche y leí para que me animará. Ahora, quiero leer una a una todas sus novelas. La semana pasada terminé “Al sur de la frontera al oeste del sol” y es estos momentos además de Tokio Blues, también estoy leyendo “Sputnik, mi amor”. 

En Monterrey pronto iniciará la Feria del Libro que organiza el Tec. Mucho escándalo hacen cada año, como si los regios leyeran. La verdad es que se rompen los records de asistencia porque para la gente de Monterrey, asistir a las exposiciones que se dan gratis en Cintermex, se ha convertido en un paseo. La gente abarrota los pasillos, compra barajas del tarót, libros de superación personal, asiste a alguna de las platicas que ofrece alguna estrella que se animó a publicar un libro y quizá, compren algún libro de literatura, siempre que esté en oferta.

Los saldos de la Feria, medido en términos de creación de lectores, son pobres. Es más, vergonzosos. En ves de que haya más librerías en Monterrey, se cierran las pocas que se aventuran a ver si es cierto que el Tec ha creado más lectores con su multipublicitada Feria. Cerraron las Castillo, cerró Toboso, Literati, y varias más, y no se a vuelto a abrir ninguna otra. Se mantiene Libeko, pero la verdad no sé como.

Bueno, tengo trabajo.

Primer domingo…

Es el primer domingo que posteo. Había pensado que cuando menos este día debería descansar – no es trabajo – y no escribir nada, pues los domingos, como los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado, pero principalmente el domingo, es día de lectura. Estoy leyendo a Philip Roth, el genial escritor norteamericano, que con su serie sobre Nathan Zuckerman no deja nunca de sorprenderme por su maestría narrativa.

Agosto y Septiembre han sido muy productivos en cuanto a lecturas se refiere, Normalmente durante el verano aflojo un poco el ritmo, para cerrar muy fuerte en otoño e invierno. Soy un lector compulsivo,pero  disperso y contradictorio, que igual lee a Roth que se avienta el último de John Grisham o Michael Connely. Disfruto a García Márquez, Vargas LLosa, José Agustín y se emboba con la novela negra de Paco Nacho Taibo II. Recuerda con placer “Arráncame la vida” de la Mastretta y me reconozco admirador y lector de toda la obra de mujeres como la chilena Marcela Serrano, la colombiana Laura Restrepo,  o la vilipendiada Elena Poniatowska, sin olvidar a Silvia Molina – dejó de gustarme – o a  Isabel Allende, que para mi gusto es muy dispareja en su obra. Mi biblioteca, como la de cualquier lector, es un enorme proyecto de lecturas futuras, y tengo miles – sí, miles – de libros en espera de ser leídos. Pero faltan Domingos.

En fin. No trataba de hablar sobre mis lecturas, pero así es el blog. Uno escribe al chile, como le va saliendo, plasmando lo que vive, lo más cercano, porque así no tiene que hacer memoria. Domingos de lecturas. No sé cuánto daño les hizo a mis hijas ver a su padre todo el domingo leyendo, sin acompañarlas al cine o a plaza San Agustín, donde miles de regios acostumbran a llevar a su familia a pasar el fin de semana. Espero que no haya sido mucho. Deseo que más bien haya dado un ejemplo de como se pueden pasar los tiempos libres, sin dejar que el cerebro trabaje y su mente se deslumbre con la escritura de otros.

Pero dejémonos ya de sonseras y regresemos a Roth, que su libro “Sale el espectro” me hace ojitos. Un abrazo y feliz fin de semana.

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