
“Peluquería y letras” es una novela donde la felicidad, las buenas vibras de los protagonistas se trasmiten al lector; va de un escritor mexicano, llamado Juan Pablo Villalobos, casado con una brasileña, y padre de un adolescente y de una niña que viven contentos y felices en Barcelona, comiendo tacos, butifarras y feijoada, que decide escribir sobre su familia, porque en el fondo no va “a estar hablando de nosotros, sino de algo más, de algo que está más allá de nosotros. La literatura es siempre así, escribes de una cosa aunque en realidad estás hablando de otra”.
Escritor mexicano, Juan Pablo Villalobos (1973-) reside en Barcelona. “Peluquería y letras es su sexta novela y las seis, han sido publicadas por Anagrama: “Fiesta en la madriguera” (2010); “Si viviéramos en un lugar normal” (2012); “Te vendo un perro” (2014); la ganadora del Premio Herralde de Novela 2016 ,“No voy a pedirle a nadie que me crea”; y “La invasión del pueblo del espíritu” (2020). Las dos primeras se adaptaron para teatro, presentándose en Brasil, donde Villalobos, casado con una brasileña, radicó por el 2014.
“Peluquería y letras” me llegó en el momento justo. Venía de una mala racha lectora, con libros tan ni fu ni fa, que ni siquiera consideré platicarlos contigo; así de desganado me dejó su lectura. Libros como “El lugar”, de Annie Ernaux, o la interminable y tediosa novela histórica, “De parte de la princesa muerta”, de Kenizé Mourad, que me decepcionó profundamente, me dejaron pachucho.
Mi referencia hacia el libro de Mourad surgió a raíz del reciente fallecimiento del editor Mario Muchnik, que me impulsó a leer su libro ”Oficio editor”, donde mencionó que “De parte de la princesa muerta” fue su primer best seller. Según Muchnik, la novela la leyó en una noche, y la terminó bañado en lágrimas. A mí, después de 16 días de farragosa lectura, quizá por el hartazgo, me dejó frío, habiendo sido el esperado final, la razón principal por la que terminé el tocho, a pesar de que en varias ocasiones pensé en desistir.
En fin. Hablemos de “Peluquería y letras”, una delirante, estrambótica, divertida e irónica novela de “autoficción”, donde Villalobos se da -y nos da- gusto, parodiando el género, y de paso, como es su costumbre, para pitorrearse a sí mismo, a la vez que nos enseña, magistralmente, sus procesos para la creación de una novela.
Y es que Villalobos usa una anécdota simple, cotidiana, familiar, muy real, para desde ahí, entretejer y ensamblar las costuras de lo que termina en una divertidísima novela, que involucra a un par de recepcionistas -personajes Kafkianas- de una clínica de colonoscopia; a una peluquera bretona con una historia “pintoresca, incluso ridícula, muy divertida”, que no puedo contártela; y a un guardia de seguridad ecuatoriano, empecinado en escribir su autobiografía, argumentando que ha vivido experiencias que merecen ser contadas, con un secreto que tampoco puedo detallarte.
Mientras Juan Pablo se preocupa porque piensa que la felicidad que lo embarga le impedirá “hacer” buena literatura, nosotros gozamos con una -para nuestra desgracia, pues no quieres que termine- breve novela, con tenues tintes de thriller, pletórica de juegos meta literarios, de buen humor, de ironía, que te la recomiendo a rabiar. ¡Te leo!