Existen ciertos momentos durante mis lecturas, que me descubro dejándome llevar, fluyendo, deslizándome entre las palabras, disfrutando, deleitándome con su sonido más que su sentido, sumergido en el puro gozo de la creatividad puestas en ellas, que intuyo, más que calculo, tan concentrado en sus formas, en su estética, abstraído del entorno, conjeturando que no requiero más que unirlas para que la historia fluya – si bien, no siempre pasa- sin resistencia en mi mente.

Eso me ocurrió durante gran parte de la lectura de “Todas las almas”, de Javier Marías; las novelas de Marías se leen con calma y atento. Ya ni se me ocurre intentar acelerar el ritmo de lectura, me resulta un despropósito; leyendo las historias de Javier, terminé reconociendo que no vale la pena; además, ya atrapado por su singular estilo, su magnética prosa, su ambigüedad argumental y sus enigmáticos protagonistas narradores, permito que la historia fluya sin oposición, rendido ante su arte para contar historias.

Javier Marías (1951) es autor, considerando los tres tomos de “Tu rostro mañana”, de 16 novelas; reputado traductor, es además, un prolífico autor de semblanzas, de relatos cortos, de antologías y de ensayo. Editorialista de El País, fue Profesor de la Universidad de Oxford y de la Complutense de Madrid y es miembro de la Real Academia Española. Multi galardonado por su obra, los últimos años ha sido integrante asiduo en las quinielas y listas de los autores con merecimientos para recibir el Nobel de Literatura.

Hace unos pocos días, me llamó la atención un texto sobre “Todas las almas” que Jaime Fernández Garrido publicó en el grupo -ventajas de los grupos de lectores- Retópata22; la fotografía me hizo click y me impulsó, primero, a revisar mi catálogo, y segundo, a dirigirme hacia los estantes engalanados por los libros de Javier Marías, y ahí la encontré: una humilde edición de Alfaguara Bolsillo, amarillentas ya sus páginas, pero aún intactas; lista, preparada, más que dispuesta a cumplir con su misión: ser leída.

Publicada a finales de los 80’s, y galardonada con el Premio Ciudad de Barcelona 1989, “Todas las almas” es la antecesora inmediata de “Corazón tan blanco”, que fue la primera novela que leí de Marías, novela que aunque Anagrama publicó originalmente en 1992, yo la leí hasta Enero del 2000, en una edición de 1999 de la misma Editorial.

Edición de 1998, impresa en Madrid; casi estoy seguro que “Todas las almas” me acompaña cuando menos desde 1999. ¿ Por qué no le leí ese año, ni el siguiente, cuando conocí la literatura de Javier Marías con “Corazón tan blanco”, que me fascinó? Misterios del Tsundoku. Pero los lectores como tú, como yo, sabemos que existe un momento especial, único, que surge cuando se alinean los estímulos y ocurre la mágica conexión entre el libro y el lector. El libro cumple su misión cuando es leído, no cuando es comprado, y “Todas las almas”, el mío, la realizó.

“Todas las almas” trata sobre la historia de la estancia de un profesor de literatura y traducción, de nacionalidad española, invitado a trabajar durante dos años en uno de los colegios más prestigiados en Oxford, Inglaterra.

El profesor -desconocemos su nombre, aunque sus colegas lo llaman El Español-, después de sus dos años oxonienses, regresa a Madrid, se casa, tiene un hijo y, entonces, decide escribir la historia de su estancia en Oxford, temiendo olvidarla, preocupado por una “perturbación” que recuerda vagamente, y que le ocurrió durante su residencia.

Novela donde desfilan un grupo personajes singulares: académicos, estudiantes, pordioseros, borrachines y hasta Will, un confundido portero del colegio, para quien todas las almas están vivas; y El Español, mientras vaga por las calles del pueblo, visitando librerías de viejo, se da vuelo enterándonos y entreteniéndonos con sus historias, sus hábitos y costumbres, en relatos llenos de ironía, parodia, humor y reflexiones, en un juego literario cuyas reglas nos la advirtió desde el principio, cuando nos avisa que “El que aquí cuenta lo que vio y le ocurrió no es aquel que lo vio y al que le ocurrió, ni tampoco es su prolongación, ni su sombra, ni su heredero, ni su usurpador…”.

Estrafalarios, graciosos, complejos, sus colegas oxonienses esconden secretos que los atormentan: Cromer-Blake, su guía, carga con una vergonzosa enfermedad y un fracaso sentimental; Toby Rylands, las consecuencias sobre su pasado en el espionaje; y la bella adúltera, su amante, Clare Bayes, un secreto que señaló su infancia.

Novela singular, atípica; un testimonio memorial, sin argumento definido; ambigua, al resultar difícil de determinar lo verdadero a lo ficticio, al filtrarse elementos autobiográficos de Marías; colmada de reflexiones sobre la vida, el amor, el exilio, la identidad, la memoria, el azar existencial, la muerte; con una estructura fragmentaria, no lineal, que avanza conforme El Español va dando cuenta de lo ocurrido y reflexiona sobre ello.

“Todas las almas” es una novela, como comenté al inicio, para leerse con calma; es una excelente opción para iniciarse en la literatura de Javier Marias, pues en sus siguientes novelas, encuentras referencias de “Todas las almas”, ya que en sus historias se repiten constantemente personajes, motivos y tramas narrativas, pasando de un libro al otro. Literatura pura y dura, de la buena, “Todas las almas” me subyugó ¡Te leo!