“Un caballero en Moscú”, de Amor Towles

Lectura sosegada y tranquilizante. Sin duda, de vez en cuando se agradece encontrarte con un libro como el de Amor Towles, que llegó gracias a la recomendación de un buen compañero de aventuras triatletas, Esteban De la Garza. No conocía nada de Towles, salvo la recomendaciones de De la Garza y de Bill Gates, aunque la de Gates no fue la que me impulsó a comprarlo.

Amor Towles, graduado de Yale en Letras, laboró en el mundo de las finanzas. Su primera novela se titula “Normas de cortesía” y logró una buena recepción . “Un caballero en Moscú” es su segunda novela, y alcanzó tal éxito, que abandonó su trabajo en los despachos financieros de Manhattan para dedicarse exclusivamente a la literatura.

La novela inicia en 1922, cuando triunfa la revolución Bolchevique. Ubicada en Moscú, narra la historia del Conde Aleksandr Ilich Rostov, quien es condenado a permanecer en arresto domiciliario en las instalaciones del lujoso, burgués y monumental Hotel Metropol, donde llevaba cuatro años viviendo como un epicúreo y apreciado huésped.

Reconocido como escritor en sus años mozos, se salvó de una condena más severa por escribir un poema, que considerado subversivo en los años previos a la sublevación, era altamente valorado por los líderes revolucionarios, por lo que a pesar de sus orígenes aristocráticos, le permutaron la condena de muerte por el confinamiento en tan monumental e insigne alojamiento.

Encantador, elegante, flemático; lector de altos vuelos: profundo conocedor de la obra de Tostoi y de Chéjov, sin dejar de leer a Montaigne; culto, refinado, prudente. En sus treinta, el Conde Rostov pasa sus siguientes 30 años, recluido en los amplios y agradables espacios del hotel, departiendo, conviviendo, incluso, trabajando, siempre relacionándose con una variada comunidad tan heterogénea, como las que concurren en lugares como el Metropol.

Más allá de los límites del Metropol, Rusia y el mundo sufren grandes transformaciones, sin que los acontecimientos alteren significativamente la rutina en la vida de nuestro entrañable personaje, que con una envidiable entereza y su filosofía de vida, producto de su educación, lecturas y manera de verla y vivirla, se ajusta a ellos, sin que logren trastocarla gravemente.

Contada por un detallista narrador omnisciente, de aguda mirada, que no deja pasar oportunidad para resaltar la serie de cualidades, reflexiones, recuerdos y valores que guían y soporta el caballeroso comportamiento de nuestro admirado Conde, que además, con sus acciones y actitudes, termina de definir a un personaje envidiable – a mi me gustaría ser como él-, curiosamente, a un prisionero afortunado, que no hizo de su suerte, motivo de lamento ni de insatisfacción.

Novela extensa, de 500 páginas que se van gozando lentamente, como corresponde hacerlo con esta clase de historias: sin prisas, sin agobios, reposando y disfrutando las anécdotas, aventuras, por que sí, aún enclaustrado, se viven. Historia de personajes cálidos y entrañables; pletórica de metáforas y reflexiones, irónica y nostálgica, tierna y romántica, narrada con detalle y precisión, pero a la que no le sobra ni una sola palabra.

Filosofía, historia, arte -literatura, música, plástica- , amistad, lealtad, paternidad son los temas que, reunidos, tratados y narrados magistralmente por Towles, se convierten en literatura de la buena. “Un caballero en Moscú” ha sido una agradable y deliciosa lectura, con un final que te dejará feliz, sosegado y reconfortado. Solo me queda recomendar su lectura. Esteban, gracias por la recomendación. Y ustedes, no dejen de leerla, no se arrepentirán.
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