“La vida mentirosa de los adultos”, de Elena Ferrante

La serotonina estalló: la producción de sensaciones de bienestar y felicidad daban fe de su intensa presencia en mi cuerpo. No me la esperaba tan pronto, pero ahí la tenía, en espera de lectores: la reciente novela de Elena Ferrante. Acostumbrado a aguantar meses entre su salida en España y la llegada a nuestras librerías, no estaba preparado emocionalmente para encontrármela este septiembre.

La hormona de la felicidad produce ansiedad, y más tardé en llegar a casa, que en iniciar su leída. Ya he comentado que en este siglo, son dos, inmensas sagas literarias, las que me han provocado más sensaciones, sentimientos y emociones: “Mi lucha”, de Karl Ove Knausgård y “Dos amigas”, de Elena Ferrante.

Ubicada en Nápoles, se presenta Giovanna, nacida en 1979, en el seno de una pareja de clase media próspera; el padre, culto profesor universitario; la madre, Nella, maestra de enseñanza básica; Giovanna es educada con amor, acceso a las mejores escuelas y bibliotecas; educación con mucho diálogo; moviéndose entre límites flexibles, basados en la confianza y el respeto.

Novela centrada en la vida de Giovanna entre los 12 a los 16 años, justo cuando las mujeres inician sus cambios físicos y psicológicos; los emocionales y los sociales; en la pubertad, cuando empiezan a producir las hormonas sexuales, etapa difícil para las muchachas. Y para los padres, ni se diga; pregúntenme a mí, papá de dos.

Bastó un extraño comentario, dicho en voz baja y en privado, por el padre de Giovanna -que no tenía por que escucharlo, pero lo atendió- a su mamá, para que la adolescencia de la niña les estallara en el epicentro de su apacible vida familiar, trastornándola a grado tal, que solamente de leerlo, se me estrujaba hasta la más pequeña de mis vísceras.

Al inicio, Giovanni me caía mal: ambigua, retorcida, atrevida, exagerada. Con poses de diva púber atormentada. Pero más adelante, se suavizó mi opinión. Lo que me parecían comportamientos y actitudes caprichosos, propios de una adolescente malcriada, resultaron ser reacciones, quizá demasiado emocionales, quizá propios de su genética, al descubrimiento de lo subyacente de su sosegada vida familiar.

Una vida que, ocultaba un cúmulo de personajes, relaciones y situaciones, sumamente complejas para ser manejada por una niña inmersa en esa etapa de la pubertad. La tía Vittoria y la familia paterna; la familia amiga: Mariano, Costanza, Angela e Ida. Entre el refinamiento y la vulgaridad; envidias y venganzas; celos y adulterios. Y mentiras, muchos engaños.

“La vida mentirosa de los adultos” tiene similitudes esperadas en la literatura de la Ferrante: Nápoles como escenario; la sociedad patriarcal, el papel marginal a la mujer; la división entre pobres y “ricos”, entre cultos educados y zafios ignorantes; la carrera universitaria como ruta hacia la redención; los temas de ideología política: la burguesía como clase dominante y la izquierda militante.

Pero esencialmente trata sobre esos momentos claves en la vida de una adolescente, que pueden modificar e influir severamente en su futuro, sobre todo cuando ocurren durante esa etapa de transformaciones que sufre la niña en su tránsito hacia la vida adulta.

Escrita con la prosa magnética a la que Ferrante nos tiene acostumbrados, “La vida mentirosa de los adultos”, es narrada por una Giovanni distante, triste, de voz adulta y desilusionada; y su relato me dejó con sensaciones imprecisas: con algo de culpa, medio incómodo, sin certezas indiscutibles, pero completamente deslumbrado por la narrativa Ferrantina.

Final incierto: no es que lo haya dejado abierto, sino que no lo encontré. Me quedo pensando si la Ferrante pretende otra saga, lo que me produce sentimientos encontrados: en la espera y con incertidumbre; con el deseo de más Elena, pero con menos dureza: más Lenù, menos Lila.

La recomiendo porque siempre hay que recomendar los libros que te hacen pensar, que te producen sensaciones, sentimientos y reflexiones, ya que de eso trata la literatura. Además, está muy bien escrita, lo que siempre es placentero al lector. Se lee en dos sentadas, y una tercera para contarles lo que viví con la lectura. ¡Ferrante en grande de nuevo!
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