
“Mi madre”, es un testimonio sobre los últimos años de vida de Yae Inoue, que Yasushi Inoue nos ofrece, en una lucida y conmovedora crónica sobre el deterioro mental que sufrió su madre, producto de la demencia senil que se disparó a partir de la muerte de su esposo. Texto escrito con delicadeza, lleno de amor y respeto, donde a través de los diálogos familiares, vamos conociendo la historia y la personalidad de la abuela, como la nombran toda familia.
Yasushi Inoue (1907-1991) no nos es muy conocido porque ha sido escasamente traducido al español, pero gozó de gran reconocimiento en su país natal, donde fue galardonado con casi todos los premios literarios que se entregan en Japón. Autor de poesía, novela, cuento y ensayo, también se dedicó al periodismo y algunas sus obras fueron llevadas al cine y a la televisión nipona. Gran acierto de Sexto Piso rescatarlo para nuestro mercado.
Dividido en tres partes que abarcan 8 años, narrado con una prosa delicada que alcanza en momentos tonos poéticos, “Mi madre” nos revela las reacciones, reflexiones y preocupaciones que provoca en toda la familia la situación de la abuela, en un sobrio retrato de la relación que cada miembro del clan guarda con la matriarca. Yasushi Inoue fue el primogénito de cuatro hijos: su hermano menor, cuyo nombre no recuerdo, y dos hermanas: Shigako y Kuwako, sobre quienes recayó la custodia de la madre.
Ellos, junto con sus parejas, sobrinos, hijos, dialogan sobre las conductas de la abuela, que van desde la constante repetición de las cosas, hasta el olvido -que en ocasiones parece selectivo- de personas y eventos que fueron relevantes en su vida, como el caso de su marido, al que nunca menciona, y de quién Inoue, al inicio del libro, nos hace una emotiva semblanza.
Todos ofrecen diagnósticos, suposiciones, ideas, reflexiones sobre las razones y sinrazones de lo que dice, no dice, repite y urde la abuela. Todos se preocupan, y dentro de sus alcances, intentan ayudar, hacerle más llevadera la vida, llenándola de compañía, amor y paciencia.
Escrito con delicadeza, con respeto hacia la madre y hacia los lectores, pues nunca dramatiza lo ya trágico, ni resalta la comicidad de situaciones que se producen en ocasiones, la historia fluye con una tonalidad conmovedora, moderada, nostálgica, evocadora.
Dudé mucho sobre la conveniencia de leer el libro. Mi madre, de 86 años cumplidos, presenta síntomas del deterioro que en la mente, produce el paso de los años. Pensé que me podía alterar su lectura. Sucedió lo contrario: me llenó de paz, de amor, indulgencia, mayor comprensión de la etapa que vive y grandes deseos de disfrutarla lo que nos quede de vida.
Libro hermoso, luminoso, emotivo; “Mi madre” es un “canto imperecedero a nuestra finitud, a nuestra fragilidad y a la eterna e ineludible figura de la madre”.