“Si te dicen que caí”, de Juan Marsé

El domingo amanecí con la noticia sobre el fallecimiento de Juan Marsé. Su muerte me impactó por varias razones, pero la principal fue, y me avergüenza confesarlo, porque nunca lo había leído. No he leído a millones de escritores, lo sé, pero existen algunos autores que considero que para un lector con mi perfil, deberían ser imprescindibles. Marsé era -y estaba consciente de ello desde hace años- uno de ellos.

En mi vana defensa podría argumentar que sus libros nunca fueron bien distribuidos en nuestro país, quizá porque sus primeros éxitos coincidieron en tiempo con los de Fuentes, Vargas Llosa, García Márquez, José Agustín, Gustavo Sainz, Jorge Ibargüengoitia, Ricardo Garibay, Elena Poniatowska, grandes escritores también, cuyos libros eran más accesibles para los lectores mexicanos.

Juan Marsé (1933-2020), catalán de cepa, fue reconocido con premios mexicanos: el Premio Internacional de Novela México, y lo que hoy es el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de México. Además, en el 2008 fue galardonado con el Premio Miguel de Cervantes 2008. Conocido, reconocido y apreciado, publicó principalmente novela y cuentos, y varias de sus obras fueron llevadas -con regular éxito- al cine.

“Si te dicen que caí”, su quinta novela, se publicó originalmente en México, en 1973, por causa de la censura del régimen franquista que desautorizaba su publicación en España. Unos años antes se había consagrado con la publicación de su novela mas conocida -su fama aún persiste- “Últimas tardes con Teresa”, ganadora del Biblioteca Breve en 1966.

“Si te dicen que caí” es un ejercicio memorístico de Juan Marsé. Novela de barrio, de calles y plazas, de bares, hospicios e iglesias. Ambientada en la Barcelona de la posguerra civil, cuenta las andanzas de una pandilla de adolescentes encabezada por el Java, y aderezada con las aventis del Sarnita, mientras buscan, sin querer encontrarla, a una prosti de lujo.

Guerrilleros urbanos, falangistas vengativos, huérfanas trabajadoras y colegialas aburguesadas; vencedores y vencidos, ricos y jodidos, nacionalistas y republicanos circulando en una historia laberíntica, o mas bien, en decenas de pequeñas aventis, mezclas de realidades y fantasías que te retan y fascinan.

Niños y niñas en su transito a la vida adulta; adolescentes con imaginación, sufriendo pesadillas pero soñando fantasías; memorias del barrio, de verdades y mentiras; lo real y lo inventado, llevándonos de la mano en un paseo por una Barcelona aún padeciendo las secuelas de la guerra, tratando de restañar sin alcanzar sus heridas.

Decía Marsé en 1977 que la única manera de recuperar su niñez y su barrio, y conseguir lo que pretendía al escribir “Si te dicen que caí”, era conceder crédito a ciertas formas consolidadas de la memoria popular, de la tradición oral, de ahí supongo, la técnica narrativa elegida.

“Evocarían hombres como torres que se fueron desmoronando, compañeros que no regresarían nunca de su sueño, y que no quedaría de ellos ni el recuerdo, ni una imagen: ni la postura en que cayeron acribillados, quedaría”.

Prosa sin preciosismos ni pretensiones, pero vigorosa, rotunda y precisa. Novela de trastornados tiempos narrativos y múltiples voces, “Si te dicen que caí” no es fácil lectura. Marsé menciona que unos versos de Machado lo acompañaron durante los tres años que le llevó escribir la novela: “En los labios niños/las canciones llevan/confusa la historia/y clara la pena”.

Quizá, a ratos, “Si te dicen que caí” te parezca confusa, pero la pena por la muerte de Marsé la aclara. Que descanse en paz este orfebre de nuestra literatura.
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