“Decisiones difíciles”, de Felipe Calderón

El género de las “Memorias” es muy fecundo. Las librerías -y los estantes de nuestras bibliotecas- dan prueba de ello. De bote pronto considero que el interés surge por nuestro gusto por enterarnos de la vida de los demás -las admiremos o no- y de la avidez de algunas editoriales dispuestas a arriesgarse a darnos gusto con su publicación.

Claro, como hasta entre los perros existen razas, en el género hay niveles: de éxito económico, editorial o literario. “Vivir para contarla”, de García Márquez, “Mi último suspiro”, de Luis Buñuel, “Paris era una fiesta”, de Ernest Hemingway han alcanzado el éxito literario, editorial y económico. A Winston Churchill le dieron hasta el Nobel de Literatura, en parte por las suyas.

Siguiendo el ejemplo de Churchill, muchos líderes políticos han publicado sus memorias. Las memorias de los políticos tienen su mercado. En los Estados Unidos los adelantos por los derechos de publicación han alcanzado cifras de vértigo, y me imagino qué, como en ese país raramente un ex presidente abandona el puesto enriquecido, la publicación de sus memorias contribuye de manera importante en sus fondos de retiro.

Sean cuales fueren las razones, los lectores del género esperamos un nivel aceptable de autenticidad y fidelidad con respecto a los hechos que se narran. Conscientes de que no estamos leyendo historia, tampoco queremos que la subjetividad, la exageración o inclusive la ficcionalización sean las divisas que se enseñoreen en la narrativa, dándonos atole con el dedo.

En el caso de los Ex Presidentes Mexicanos post revolucionarios, han publicado sus memorias: Lázaro Cárdenas del Río (“Apuntes: una selección”), Miguel Alemán Valdés (“Remembranzas y testimonios”), José López Portillo (“Mis tiempos”), Miguel De La Madrid H. (“Cambio de rumbo”), Carlos Salinas de Gortari (“México un paso difícil hacia la modernidad”) y se acaba de publicar la de Felipe Calderón (“Decisiones difíciles).

Yo las leí y agradezco su publicación. No solo la de los Presidentes Mexicanos, sino la mayoría a las que tengo acceso. Sé que salvo excepciones, los políticos escriben sus memorias para justificarse, reivindicarse, ajustar cuentas o lanzar bolas de humo. También que su ego les exige, les demanda, los empuja a presumir los supuestos logros que se alcanzaron bajo su gestión. Lo sé, pero aún y así, me interesa conocer sus puntos de vista, las razones para sus decisiones, su visón de su equipo de trabajo y sus adversarios.

Reconozco que las filias y las fobias son inherentes a la política y que impiden el análisis sereno y objetivo del desempeño de cualquier político. Los que tratamos de alejarnos de esos comportamientos sabemos que la política, el desempeño político, puede y debe analizarse desde diferentes ángulos, porque todos reflejan una parte de la verdad.

“Decisiones difíciles” se lee fácil (la inicié una noche y la terminé la siguiente); abarca más de los seis años de gestión presidencial de Calderón; afortunadamente no nos atiborra de números y de gráficas; reconoce llanamente algunos errores que cometió y me llamó la atención su análisis sobre narcotráfico (controlar rutas) VS narco menudeo (controlar plazas) y obvio, lo referente a la aparición del virus AH1N1 en el 2009.

Me disgustó el nombre: “Decisiones difíciles” se tituló el libro de memorias que escribió Hillary Clinton sobre su desempeño como Secretaria de Estado estadounidense. Vaya falta de creatividad editorial.

Creo que se lavó las manos en el tema Genaro García Luna y sus desmanes; le sobraron los últimos dos capítulos (su visón sobre la actualidad y la carta a AMLO), y definitivamente pienso que utilizó su libro para ajustar cuentas con el PAN y la corporación que lo maneja.
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