
Hace poco les confesaba que no había leído nada de James. Es normal que tengamos autores que, sabiéndolos clásicos, no los hayamos leído, por mangas o largas, por lo que usted quiera, guste o mande; pero en ocasiones, y para muchos, la principal es que es casi imposible leer todo lo publicado, lo que se publica y lo que se publicará, por lo que las guías, mentores, tutores y/o reseñas son imprescindibles.
Al comentar con ustedes “The Master”, la biografía novelada que escribió Colman Tóibín sobre un período en la vida de Henry James, me di cuenta por sus comentarios, de la cantidad de admiradores que lo leen, lo releen, lo recomiendan y lo mantienen vigente. Gracias a ellos, y a ellas, a sus recomendaciones, me enfrasqué en la lectura de “Los papeles de Aspern”, una pequeña joya y ejemplo de la excelsa literatura de James.
La anécdota que nos narra James es muy sencilla: un joven estadounidense, investigador y crítico literario, enamorado de la obra del poeta Jeffrey Aspern, se entera de la existencia de una antigua novia de su autor preferido, y de la posibilidad de que mantenga en su poder manuscritos, correspondencia y material diverso ligado al bardo.
“Los papeles de Aspern” cuenta pues, la historia de la confabulación que ejecutó nuestro protagonista y narrador para hacerse de los valiosos documentos de su admirado poeta durante un caluroso verano en la bella ciudad italiana de Venecia.
Tres personajes principales y un escenario de ensueño: nuestro joven crítico y narrador; Juliana Borderau, ex amante del Vate Aspern, cercana al centenario, enigmática, astuta, ambiciosa, caprichosa y celosa custodia de los codiciados papeles Aspern; y Tita, su sobrina, de belleza etérea, entrando en la madurez, que luego de pasar toda su vida acompañando a su tía, desea un poco de libertad, y si se puede, porque no, algo de romance.
Nuestros protagonistas comparten la nacionalidad: los tres son estadounidenses, pero hasta ahí, pues Juliana y Tita, habitan, desde décadas atrás, un decadente y amplio palacete, ubicado en el centro histórico de la bella Venecia, cerca de la Piazzale Roma y del Café Florian, ajenas totalmente a todo aquello que sucede afuera de su muy reducido entorno.
El argumento y la novela; la idea y la forma; es tan relevante la trama, como el modo en que nos la cuenta James. Es precisamente en la manera en que perfila la naturaleza de los personajes, crea la ambientación, construye los diálogos, marca los ritmos, es ahí donde Henry James nos revela su grandeza como escritor.
Ese sutil y atractivo juego, en el que participan Juliana y Tita con nuestro joven narrador, tan parecido a ese, en el que se regocija el gato antes de dar cuenta del ratón, nos encandiló y nos sedujo a tal punto que, podemos decirles que, “Los papeles de Aspern”, en su brevedad, en su perspectiva, en su forma, se nos manifestó como un mecanismo literario perfecto, por lo que se las recomendamos ampliamente.