“El guardián invisible”, de Dolores Redondo

¡Increíble! Una alucinante montaña rusa: un subibaja de emociones inesperado. Es lo primero que se me vino a la cabeza al terminar de leer “El guardián invisible”, el primer volumen de la “Trilogía del Baztán”, obra que convirtió a Dolores Redondo en un fenómeno de la literatura en español. No sé como estarán los otros dos tomos, pero “El guardián invisible”, a pesar de la fama que le precedía, fue mucho, pero mucho mejor de lo que me esperaba.

A Dolores Redondo la conocí cuando la galardonaron con el Premio Planeta 2016. “Todo esto te daré” me gustó a secas. Gracias al alboroto que se arma con los ganadores del sustancioso premio, me enteré sobre su obra sobre los crímenes del Baztán, pero cosa rara, nunca me topé con ellas en las librerías mexicanas, así que las dejé pasar.

Pero la “Trilogía del Baztán” no desaparecía de mi radar. No me quedó de otra: me puse a buscarla. No me extrañó no encontrarlas en las librerías mexicanas. Tampoco, cosa curiosa, en Amazon MX. La busqué y la compré en buscalibre.com, que la envió desde España. Lo consideré mi regalo de navidad 2019.

Llegaron en un bello estuche, y las dejé aclimatándose en mis libreros en espera de que me animará a sacarlas para ponerme a leer cuando menos la primera. Hace días me enteré que en el catálogo de Netflix estaban las películas basadas en las dos primeras novelas ¡Y se anunciaba ya la tercera!

No me quedó de otra. Tenía que sacarlas del estuche y ponerme a leer; no me gusta ver la película antes de leer la novela, así que ayer la tomé y a darle. Válgame el cielo: desde el inicio, “El guardián invisible”, me enganchó y su lectura me dejó suruleco, patidifuso, alucinado, engentado y entre asustado y encantado.

Permítanme decirles que en mi opinión, la novela no es una simple, sangrienta, violenta y compleja historia de crímenes, asesinos y detectives. “El guardián invisible” es eso y más: es un recorrido muy interesante por la historia, los usos, las costumbres, los mitos y las leyendas de un pueblo orgulloso y legendario, ubicado en un valle prodigioso: Baztán, cerca de Pamplona, Navarra, que se convierte en protagonista de la novela.

Al poblado de Elizondo, cuna de la familia Salazar, prestigiosos panaderos de la localidad, arriba la Inspectora Amaia Salazar para investigar el asesinato de una adolescente que aparece semidesnuda, con las ropas rasgadas y en una posición virginal. De inmediato, lo que era la investigación de un homicidio, se convierte en una sucesión de crímenes. Un asesino serial anda suelto por el Valle de Baztán.

La Inspectora, entrenada por el FBI, la agencia estadounidense especializada en el análisis de perfiles de este tipo de asesinos, es elegida por su preparación, pero también por el conocimiento sobre los habitantes del Valle, de donde salió muy joven para estudiar y trabajar en Pamplona. Su regreso a Elizondo, representa la reaparición de sus peores pesadillas.

Entre los retos que le representa atrapar al asesino antes de que cometa otro crimen, las puñaladas traperas de un miembro de su equipo, los obstáculos que le imponen los añejos y complejos enfrentamientos familiares, la fantasmal presencia del Basajaun y de la Belegile, la investigación va y viene sin que la Inspectora ni nosotros encontremos la punta de la cuerda.

Gran novela, la verdad. Tiene muchas aristas además de la propia investigación de los crímenes: romances, rupturas, celos, locura, fanatismo, mitos, leyendas y un ligero toque de fantasía. Y el Valle compartiendo el protagonismo con Amaia Salazar. Se las recomiendo mucho si no la han leído.
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