
El pasado 24 de marzo Stephen King, autor de la novela “The Stand”, titulada en su primera versión en español como “La danza de la muerte”, y en su versión completa como “Apocalipsis”, compartió a través de su cuenta de Twitter ciertos pasajes de su relato, donde detalla la manera en que se propagó un virus (una cepa mortal de una súper gripe que mata a casi todo el mundo), y los efectos que provocó sobre el espíritu colectivo.
“The Stand” cuenta la historia de como una sociedad apolínea se ve destrozada por una fuerza dionisíaca. Los supervivientes de la plaga se concentran en dos campos opuestos: uno, localizado en Boulder, Colorado, que intenta imitar la sociedad recién destruída; los otros, en Las Vegas, donde integran una comunidad violentamente dionisíaca. “The Stand” nos narra la lucha en la que se enfrascan para quedarse con los despojos del planeta.
La intención de King al publicar su tuit (con video incluido) era la de resaltar una propuesta sobre el comportamiento social que debemos seguir en una situación como la que estamos sufriendo, y evitar que el miedo provoque un caos que nos desborde a todos. Eludiendo ahondar en lo moral o religioso, King compartió su deseo para que seamos solidarios y respetuosos de las reglas impuestas y/o propuestas que reducen la propagación del virus por contacto. El capítulo 8 que publicó, relata la forma en que la súper gripe logró dispersarse gracias a una serie de errores comunes, como los que estamos cometiendo la mayoría de nosotros durante la pandemia.
Hace muchos años dejé de considerar a Stephen King como mi “placer culpable”. Con la edad y la confianza de saberme buen lector, dejé de ocultar la inmensa pasión que me provocan los libros del mal llamado “Rey del Terror”. Todavía en el siglo XX, muchos críticos literarios se atrevían a desdeñarlo y/o criticarlo, y algunos lectores con ínfulas de intelectuales, lo consideraban como un productor de lectura basura. Hoy, pocos se arriesgarían a criticarlo o vituperarlo públicamente, conscientes que de hacerlo, sus redes sociales serían atacadas por millones de sus fanáticos, y se verían obligados a cerrarlas y correr a esconderse al sitio mas recóndito del planeta.
Stephen King se convirtió en autor de culto para millones de lectores de diferentes generaciones que leen y coleccionan sus libros y todo tipo de juguetes referentes a sus películas o personajes; disfrutan sus películas y series televisivas; crean grupos y sitios en las redes sociales para intercambiar experiencias y comentarios sobre sus lecturas, y leen religiosamente todos los Tweets que difunde. La mayoría de sus libros continúan reeditándose, desde su primera novela “Carrie”, hasta la última: “El instituto”. Cualquiera que asista a una librería podrá notar la vigencia de su prestigio y popularidad.
La biografía de King parece de novela. Nacido en la ciudad de Portland, Maine, en septiembre de 1947 y abandonado desde los dos años por su padre, creció junto con su hermano mayor David en una pequeña familia que pasó a encabezar su madre Ruth, y desde muy joven tuvo claro que se convertiría en escritor. En 1959, a los 12 años, publicó una pequeña reseña sobre sus programas preferidos de televisión en una revista ya desaparecida llamada Dave´s Rag. Seguro de su vocación, se graduó en Lengua y Literatura inglesa en la Universidad de Maine, ya con una larga lista de cuentos publicados, la mayoría por él mismo y con la ayuda de su hermano, propietario de una imprenta.
Recién graduado, sin conseguir plaza como maestro, casado con Tabita King, se vio obligado a aceptar una serie de trabajos para sobrevivir, incrementando magramente sus ingresos con el sueldo de su esposa y la publicación de algunos relatos, hasta que en 1973 la editorial Doubleday le aceptó el manuscrito de “Carrie”, que había sido lanzado a la basura y rescatado por Tabita, anticipándole 2,500 dólares. Lo que ocurrió con la novela, ya es parte de la historia.
Stephen King es autor de muchas relatos de “iniciación”. Yo lo descubrí arrancando la década de los 70´s, en plena adolescencia, precisamente con “Carrie”, una novela que trata del tránsito de la infancia a la pubertad. Considero que muchos de sus nuevos lectores se enganchan a su literatura por sus historias llenas de personajes juveniles que se meten irremediablemente en problemas, o meten a los demás.
El crítico argentino Rodrigo Fresán ubica parte de la obra de nuestro protagonista al nivel de Charles Dickens, porque está poblada de niños y jóvenes que enfrentan sus miedos, y logran superarlos. Dany Torrance en el “Resplandor”; Charlie McGee en “Ojos de fuego”; la pandilla de niños en “iT” son ejemplos de personajes inolvidables que pasan por ese tipo de trances.
Regresando a “The Stand”, su primera versión en español, “La danza de la muerte”, se publicó en 1979 en dos tomos por la editorial Pomaire (edición que fue la que leí ese lejano año), y posteriormente, en 1990, Plaza & Janés publicó una versión completa del manuscrito original (como era el deseo inicial de Stephen King, que su editorial no le concedió, pues “The Stand” fue reducida en una quinta parte y fue la última novela que publicó con Doubleday), titulada “Apocalipsis”, que la leí -¿o debo decir releí?-en abril de 1991.
Stephen King había estado tuiteando insistentemente durante las últimas semanas, preocupado porque su novela está siendo mal utilizada como si fuera un libro profético sobre el futuro que nos espera. Con la publicación del capítulo ocho y sus reflexiones, insiste en que la ficción que escribió, es solamente eso, pura ficción, producto de su genio y prolífica mente que ha producido un legado literario que alcanza casi todos los géneros y estilos.
El autor escribió en su libro “Danza macabra”, un maravilloso texto de ensayos, repleto de anécdotas y referencias de sus obras y las de sus precursores, publicado en 1981, que “El libro también intenta celebrar aspectos más luminosos de nuestras vidas: el valor, la amistad y el amor en un mundo que tan a menudo parece carente de él. A pesar del tema apocalíptico, “Apocalipsis” es principalmente un libro esperanzador que repite la afirmación de Albert Camus de que <también la felicidad es inevitable>”.
No es la primera ocasión en que Stephen King se ve involucrado en este tipo de embrollos. “Rabia” (1977), la novela que publicó bajo el seudónimo de Richard Bachman narra la historia de un adolescente -Charlie Decker- que empujado hasta el borde la locura, asesina a dos maestros y toma veinticuatro rehenes en una escuela. Durante el secuestro, los rehenes se contagian de la furia violenta de su captor y la novela culmina en… El caso es que cuenta la Leyenda que cuando ocurrió la primera matanza con estas características (1988) en la escuela norteamericana San Gabriel High School, en San Gabriel, Cal., King quedó tan impactado que ordenó retirar los ejemplares sobrantes de “Rabia” de la bodega y prohibió durante muchos años su reedición.
Son días complicados. No es recomendable ponerse a leer “Apocalipsis”. Es válido el esfuerzo de King de promover una serie de medidas para reducir al máximo la dispersión de la enfermedad. Mientras tanto, el resto la humanidad contenemos el aliento, esperando que pronto termine está pesadilla.