“Arrancad las semillas, fusilad a los niños”, Kenzaburo Oé (único japonés galardonado, junto a Yasunari Kawabata, con el premio nobel de literatura), nos cuenta las desventuras de un grupo de delincuentes juveniles que, a finales de la segunda guerra mundial, son evacuados de su reformatorio para tras una penosa travesía, ser abandonados por sus carceleros en un pueblo perdido entre las montañas, donde supuestamente los pobladores se harían cargo del cuidado del grupo de adolescentes.
El caso es que casi inmediatamente, los habitantes del poblado, ante la muerte de varios animales y dos seres humanos, temerosos de que se desate una epidemia, abandonan la aldea, dejando al grupo de 15 jóvenes encabezados por el narrador – y por Minami, solos, pero sin posibilidades de abandonar el poblado, por lo que intentaran reaccionar uniéndose para construirse una vida independiente y digna.
Sin embargo, sus intentos se estrellaron ante la ignorancia y el odio de los pobladores, pobres campesinos que al confirmar que nuestros jóvenes no fueron víctimas de una epidemia, quizá inexistente, se deciden regresar y ahí es donde se muestra las reacciones de los adultos, que temerosos de ser acusados del abandono, muestran el lado más violento, miserable y egoísta de los seres humanos.
Novela dura, sin concesiones, que muestra las consecuencias de las guerras: hambre, suciedad, frío, injusticia, muerte, traición, odio, desilusión, violencia, ignorancia, desesperanza, miseria.
Kenzaburo Oé publicó “Arrancad las semillas, fusilad a los niños” a los 23 años, en 1958, y ya desde el título nos despierta el interés y nos conecta de una manera absorbente con la historia, que se las recomiendo a morir, pues es una lectura ideal, humana y dolorosamente bien escrita.
Kenzaburo Oe nace el 31 de enero de 1935 en la localidad de Ose (en la actualidad es parte del Pueblo de Uchiko) de la prefectura de Ehime, donde pasa su infancia y adolescencia hasta que, en 1954, se traslada a Tokio para iniciar la carrera de Filosofía y Letras. Finaliza su licenciatura cuatro años después, especializándose en literatura europea.
En 1963 nace su hijo Hikari (luz), discapacitado por una hidrocefalia y con diagnóstico de autismo. Este acontecimiento se va a convertir en el eje principal de su vida y de su obra. Sus títulos más importantes, como Una cuestión personal, Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura o El grito silencioso girarán, en mayor o menor medida, en torno al tema de su hijo, como también ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era!.
Buena parte de su obra, asimismo no se puede entender sin los efectos de la Segunda Guerra Mundial en Japón y la modernización de este.
En 1958 recibe el Premio Akutagawa por su novela «La Presa», en la que narra sus vivencias infantiles.
En 1994 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.
219 páginas