“Fortunata y Jacinta”, de Benito Pérez Galdós

He terminado de leer “Fortunata y Jacinta”, y me encuentro entre pasmado y alborotado por la extensa gama de sensaciones, sentimientos, emociones, reflexiones que me provocó durante los 24 días – no recuerdo que en los últimos años, una novela me haya tomado tanto tiempo – la lectura de esta extraordinaria novela, obra clásica entre las clásicas de la literatura en español.

He terminado la lectura de “Fortunata y Jacinta”, y no logro explicarme ni responderme el porqué hasta ahora. Reflexionando esta tarde, me viene a la mente una acumulación de probables causas: desconocimiento, displicencia, arrogancia, indolencia o holgazanería, pero conociéndome, creo que fue resultado de la ignorancia propia de una deficiente formación como lector.

He terminado de leer “Fortunata y Jacinta” y me siento gratificado por haberme dado la oportunidad de conocerla. Como la mayoría de los lectores, le he sacado la vuelta no solo a “Fortunata y Jacinta”, sino a demasiadas obras, consideradas como clásicas de la literatura; eso, a pesar de tener a muchas de ellas a la mano. Para mi propio beneficio como lector, intento corregirlo.

Terminé de leer a “Fortunata y Jacinta” y una duda revolotea por mi mente: ¿ por qué, para qué leer las novedades? A bote pronto, tengo claro que no dejaré de leerlas, pero debo darle una repensada a mis prioridades como lector.
Hace pocos años me prometí que cuando menos el 10 % de mis lecturas serían clásicos de la literatura, y creo que lo he cumplido, aunque ocho o diez novelas clásicas al año, ya no se me hacen tantas.

Me animé a conocer a Benito Pérez Galdós por el ruido que provocó el anuncio sobre la publicación del reciente ensayo de Mario Vargas Llosa, “La mirada quieta”, donde revisa la extensa obra galdosania; eso de que leyó toda la obra de Pérez Galdós durante el encierro pandémico, me retó. Además, leí un texto sobre la novela que publicó una compañera del grupo, así que me lancé a leer “Fortunata y Jacinta”, a pesar de que me hacia “ojitos” -la razón evidente: mucho más breve, lo reconozco- “Marianela”.

Por cierto, hablando de la extensión, desconozco si mis ediciones se encuentran recortadas, pues leí por ahí que la primera edición de la novela se publicó en cuatro volúmenes, que contenían más de mil seiscientas páginas; mi edición de la Colección Austral, publicada en 1951 por Espasa Calpe Argentina consta de 763 páginas, mientras que la que leí, de la colección “Sepan cuántos”, de Editorial Porrúa, publicada en 1971, tiene 652 páginas, eso sí, a dos columnas, y letra “pequeñita”, un diseño tipográfico que ya no acostumbra ni Porrúa.

¿ Qué les puedo contar en menos de 700 palabras sobre una novela tan monumental y extraordinaria como lo es “Fortunata y Jacinta? Fortunata, una apasionada y hermosa mujer, inculta, ingenua, impulsiva, y leal, de la clase baja madrileña, se enamora perdidamente de Juanito Santa Cruz, un señorito, hijo único, mimado por sus padres, sin más ocupaciones que vivir la vida loca, y que tras prometerle matrimonio, la embaraza y la deja, terminando casándose con Jacinta, hija de ricos comerciantes, “con más gracia que belleza”, modosita, sin estridencias, educada, serena, opuesta en todo a Fortunata.

La novela va pues de un triángulo amoroso, al que se suma Maximiliano, un hombre educado, sencillo, tímido y retraído, quien se enamora de Fortunata, a quien convence de unirse en un matrimonio de conveniencia, ofreciéndole beneficios sociales, en espera que con el tiempo y la convivencia, nuestra protagonista termine queriéndolo.

Ambientada en Madrid a mediados del siglo XIX, la novela de Pérez Galdós, retrata magistralmente la vida madrileña de la época; novela de novelas, pletórica de personajes secundarios, maravillosamente trabajados, que complementan el retrato de Pérez Galdós sobre la vida política, económica y social de un período histórico, con la caída de la República y la restauración de los Borbones como marco.

Maravillosa novela, larga, sí, sin duda extensa, narrada con una prosa sencilla, una estructura lineal sin complicaciones, un narrador omnisciente que conoce a todos los personajes, y que nunca estorba la lectura; con entrañables personajes, que difícilmente olvidaré; “Fortunata y Jacinta”, me resultó una de las mejores novelas que he leído en mi vida, y la considero, sin duda, una lectura imprescindible. ¡Te leo!
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