
“Mujeres excelentes”, de la escritora inglesa Barbara Pym, es una deliciosa novela, rebosante de ironía y del mismo humor negro tan inglés, que narra, a través de la mirada de su protagonista Mildred Lathbury, la serena cotidianidad de una pequeña comunidad londinense que gira alrededor de su pequeña Vicaria, la de Saint Mary, en un decrépito barrio del Londres de los primeros años de la posguerra, que me llevó a una lectura relajada, amena y entretenida.
Dos autoras, nativas de una isla, la Gran Bretaña; ciudadanas de dos naciones constituyentes del Reino Unido, Inglaterra y Escocia; miembros de dos generaciones, Ali Smith nacida en 1962, Bárbara Pym, en 1913. No las conocía. Es tan amplio, tan extenso el universo literario, que me resulta imposible aspirar siquiera, a conocer los autores publicados de mi ciudad, así que hay que aceptar, sin resignación, pero con el propósito y la determinación de cumplir con mis expectativas como lector.
Fue una nota de El País lo que me impulsó a comprar “Otoño”. Por eso siempre será importante contar con referencias para afinar nuestras lecturas. Fue una ojeada a la portada, la editorial -gatopardo ediciones-, desconocida y por ello, atractiva para mí bibliomanía. y el precio ¡Qué precio!… lo que terminó animándome a adquirir “Mujeres excelentes”. Dos razones quizá discrepantes, pero para mí, válidas y razonables.
¿Por qué, por primera ocasión, escribir un texto sobre dos lecturas? La semana pasada recibí la visita de mi hija mayor y preferí pasar el tiempo con ella, así que dejé pendiente escribir sobre “Otoño”. Normalmente escribo notas durante la lectura, pero siempre había redactado mis textos durante e inmediatamente después de terminar la novela. Sensaciones, sentimientos aún vibrantes me facilitan la escritura. Terminando “Mujeres excelentes”, pensé que ambas novelas, diferentes, pero encantadoras y seductoras, merecían comentarios y recomendaciones.
“Otoño” está considerada como una de las mejores novelas publicadas en lo que llevamos de Siglo XXI, y transcurre justo tras el resultado de la votación sobre el Brexit, con un Reino Unido desorientado, sumergido en un mar de confusiones y divisiones; cuenta la historia de la hermosa y larga relación de amistad entre Elisabeth Demand, una historiadora del arte en sus treinta, profesora universitaria, bajo un convenio laboral inestable y el centenario y misterioso Daniel Gluck, un anciano que pasa sus últimos años en una casa de retiro.
No tengo espacio para extender mi comentario, salvo para resaltar que “Otoño” es la primera parte de una tetralogía, que es una arriesgada, interesante, original y fascinante novela, que de tan moderna, es vanguardista; que cuenta una maravillosa y magnífica historia, actual, diferente y de imprescindible lectura. El País agrega además, que “Otoño” es una novela mayor y Ali Smith “Es inteligente, es lúcida, es única”.
“Mujeres excelentes” es una novela, digamos, tradicional, que narra la vida predecible y conservadora de Mildred, que al igual que Elisabeth, es soltera, en sus treinta, generosa y hasta ahí las coincidencias, porque Mildred es una mujer, que a pesar de que subordina sus deseos a los de los demás, se sujeta y se ajusta sin chistar ni cuestionar a las normas y a las jerarquías sociales, encaja.
No se malinterprete mi comentario. Mildred considera que “La virtud es una cosa excelente y todos deberíamos esforzarnos en tenerla, pero a veces puede ser un poco deprimente”, que estima que “no me parezco en absoluto a Jane Eyre, que debe de haber hecho concebir esperanzas a tantas mujeres feas que refieren su historia en primera persona, y que jamás he pensado en ser como ella”, cuyo secreto consiste en “estar feliz y ser independiente”, y que reconoce que “No eran las mujeres excelentes las que se casaban sino las personas como Allegra Gray, que no sabía coser, y Helena Napier, que lo dejaba todo sin fregar”. Esa mirada de Mildred, llena de ironía, la convierte en un personaje delicioso.
“Mujeres excelentes” me gustó. Me conquistó la carismática Mildred Lathbury, me cautivó la atmósfera que recrea Barbara Pym, de una pequeña comunidad londinense en los 50’s del siglo pasado, me encantó su postura sobre la realidad de que una mujer excelente pueda encontrar la felicidad, la realización y una vida plena sin haber pasado por el matrimonio. ¡Te leo!