“La fe del sembrador”, de José Luis Coindreau

Conocí al Coco Coindreau por intermedio de su gran amigo, Jorge Chapa Salazar con quien colaboré 12 años. Sabía del Coco porque presidió en épocas diferentes dos instituciones de las cuales yo fui consejero: la Cámara de Comercio y el Consejo Cívico de las Instituciones; años después, coincidimos en el gobierno de Fernando Canales, él cómo Secretario General de Gobierno, yo como Director de un Organismo Público Descentralizado.

Fue en esa época cuando me enteré que la fábrica donde acudía con frecuencia siendo niño era de su propiedad. Mi tío Pedro, uno de los hermanos menores de mi padre, era el gerente y la empresa del Coco se ubicaba justo al lado al taller de carpintería de mi abuelo Pedro, a quien sus nietos acompañábamos cotidianamente. Aprovechábamos para pasar a saludar al tío y de paso, abusando, jugar en un pequeño jardín ubicado en la parte frontal de la factoría.

No encontré demasiadas oportunidades para tratarlo como me hubiera gustado. De él, solo recibí atenciones y me resultó un hombre muy agradable, con una enorme simpatía y desbordante de empatía. Forjado como líder en el sector empresarial en las conflictivas décadas de los 70’s y 80’s, cuando alcanzó la más alta posición a nivel nacional en la Cámara de Comercio y la Confederación Patronal, en los 90’s se decidió a participar activamente en la arena política desde el Partido Acción Nacional, donde igualmente destacó como dirigente.

Fue como Presidente del CDE cuando su Partido, con Fernando Canales como candidato, ganó por primera ocasión las elecciones por el gobierno del Estado de Nuevo León. Durante los primeros cinco años del gobierno de Canales, el Coco Coindreau encabezó la relevante Secretaria General de Gobierno, posición a la que renunció, buscando, sin alcanzarla, la candidatura de su partido para el gobierno del Estado. No regresó a la función pública ni a la acción política electoral.

Nuestros políticos no son muy dados a escribir sus memorias políticas. Creo que “La fe del sembrador” se acerca más a al género autobiográfico que al de memorias políticas. La línea es tenue y por tanto no tan clara, aunque en mi entender tiene que ver con el lapso que abarcan: relatar toda la vida o solo el tiempo que le tocó ejercer como político.

Coco menciona que la intención inicial de escribir sus memorias era dejarle a sus hijos y a sus nietos una “huella” de sus vivencias. Poco después, nos cuenta que lo impulsaron tres motivos para hacerlo: que los lectores encuentren advertencias, moralejas y orientaciones útiles; como testamento de su pensamiento y vida para sus hijos y porque tuvo la suerte de vivir en la segunda mitad del siglo XX.

Y en nuestro país, sobre toda en la época que al Coco le tocó vivir, los miembros del PAN eran un tercio empresarios, otro tercio activistas y el que les restaba, políticos. Por eso creo entender el enfoque que eligió Coco. Su actividad política no lo define. Demasiada, variada e intensa vida ha vivido Coco para tan escasas páginas.

“La fe del sembrador” no trata de las memorias políticas del autor. Eso no quiere decir que no relate aquellas experiencias que ayudaron a moldear su personalidad y que tuvieron que ver con su actividad política; y que nos de a conocer sus reflexiones sobre sus acciones y decisiones del pasado y sus consecuencias en la actualidad.

Sin embargo pienso que a Coco le faltó espacio para profundizar más sobre las razones, ya sea de filosofía o de ideología política de las decisiones que tomó en el ejercicio de sus cargos como funcionario público y dirigente del PAN. No me deja ver dónde abrevó sus conocimientos; no menciona sus lecturas, ni platica sobre mentores. Me quedé con ganas de conocer más acerca de esos temas.

Pienso que quizá José Luis no es un ideólogo ni un estratega político. Me quedo con la imagen que de él tenía: de un táctico de primera, un excelente operador político, un gran líder, excelente esposo, padre, abuelo y un leal amigo. Sus recuerdos, vivencias, experiencias, sentimientos y sensaciones durante su paso por las diferentes etapas de su vida resultan interesantes y son relatadas de manera amena. ¡Te leo!
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