“Maigret tiende una trampa”, de George Simenon

El universo literario resulta vasto, interminable y más lo percibes cuando conoces a escritores como George Simenon, un autor con una obra tan extensa que te deja sin aliento. Mea culpa como lector: “Maigret tiende una trampa” es apenas la segunda novela que le leo. Con 192 novelas publicadas bajo su nombre y una treintena que publicó bajo diferentes seudónimos, la magnitud de mi falta es tan amplia como su obra.

Quiero suponer sin poderlo asegurar, que a Simenon le saco la vuelta, porque casi siempre, con todo el dolor que el hecho provoca en mi bibliomanía, eludo los libros de Acantilado, la editorial que desde el 2012 publica al belga en español; Acantilado es una extraordinaria editorial española, que tiene como una de sus políticas editoriales rescatar lo mejor de la literatura europea, pero que por desgracia, sus libros alcanzan en México precios que, me niego a escribir, prohibitivos, pero casi; por eso tiendo a evadirlos pasando a su lado sin ver.

Precios altos y calidad, he ahí uno de los dilemas que enfrentamos los lectores adentro de las librerías. Tratándose de novela policial, la competencia es verdaderamente bestial. Autores clásicos versus escritores contemporáneos. Investigaciones serenas, a base de puro cerebro, la intuición y deducción como arma, o averiguaciones frenéticas, tanto como la nuevas tecnologías que soportan el peso de la operación. Se publican tantos títulos del género negro, que la elección no me resulta fácil.

George Simenon (1903-1989) nació en Leija, Bélgica y nos legó una obra monumental de la cual el Comisario Maigret, aunque relevante y significativo, es solo una parte de la misma. Es el autor en francés más traducido entre los escritores nacidos en el siglo XX y el tercero en la historia, detrás de Jules Verne y Alexandre Dumas. Es de los escasos autores del género policial que la crítica literaria le reconoce méritos literarios, a tal punto que en una época fue candidato al Nobel y desde el 2003, parte de su obra forma parte de la prestigiada colección La Pléiade de Gallimard.

Por todos lados lees que el mismísimo Nobel André Gide calificaba a su amigo George Simenon como un escritor extraordinario. Cuando leí por primera ocasión a Simenon (“El perro canelo”), investigando la historia de su autor, me sorprendió la enorme adhesión que alcanzó con su obra. Mito y leyenda en gran parte de Europa, Simenon es lectura pendiente en Iberoamérica.

El comisario Jules Maigret protagoniza 78 novelas y 28 cuentos. Nació en 1887 en Sant-Fiacre (no lo busques), inició estudios de medicina que muy pronto abandonó para trasladarse a Paris a trabajar en la policía. Casado desde 1913 con Louise Leonard, vive en un agradable departamento sobre el Bulevar Richard Lenoir. Fumador de pipa y bebedor de cerveza, es un hombre grande, no muy inteligente, pero sí comedido, bondadoso y con una gran capacidad intuitiva.

De modesto ayudante de Comisaría de Barrio, su talento policiaco lo llevó al cargo de Comisario en Jefe de la Policía Judicial, puesto desde donde se enfrenta al reto de detener a un asesino serial que en 6 meses, ha asesinado a cinco mujeres en distrito XVIII de Paris. Acuchilladas, sin rastros de violencia sexual o robo, su asesino ha evitado dejar pistas contundentes que lo identifiquen.

Es el verano de 1958. Bajo la presión de una comunidad asustada, el Comisario enfrenta sin avances la búsqueda y captura del asesino serial; inspirado por una conversación sostenida con un reconocido psiquiatra, Maigret, que prefiere investigar a la persona sobre el delito, elabora un incipiente e incierto perfil psicológico del asesino, y concibe una delicada y arriesgada celada para obligarlo a salir a descubierto.

Historia sencilla y quizá, hasta ingenua en este siglo XXI: sin ordenadores, sin celulares y sin ADN’s; sin grandes peligros ni escalofriantes aventuras, pero no por ello exenta de intrigas y misterios; “Maigret tiende una trampa” es una policial a la antigua, una novela sólida, bien escrita que no te defrauda. A mí, como fanático del género negro, me dejó serenamente satisfecho y con una deuda in crescendo con Simenon. ¡Te leo!
A %d blogueros les gusta esto: