“La apariencia de las cosas”, de Elizabeth Brundage

Resulta emocionante encontrarse con una sorpresa placentera, como ocurrió con la lectura de “La apariencias de las cosas”; pienso que recibí un regalo insospechado, no sé que tan merecido. Después del desconcierto que me provocó leer la exótica catalogación que le atribuye The Wall Street Journal: “thriller literario”, al terminarla pensé: ¡Joder! Pues no andaban tan errados.

Destaco el punto solamente porque la frase, lo novedoso del adjetivo, me resultó, de entrada, un simple artificio mercantil y al final de la lectura, concluí que el WSJ se había quedado corto, pues no alcanza a definir en toda su dimensión a la novela de Elizabeth Brundage.

Yo compré la novela por otras razones: por el sello editorial (Nefelibata es un adjetivo –usado también como sustantivo– que alude a un individuo soñador o fantasioso) y por conocer a Elizabeth Brundage. Elizabeth es graduada en el Hampshire College, acudió también a la escuela de cine de la Universidad de Nueva York y trabajó como guionista en el American Film Institute de Los Ángeles. La autora se formó en el taller de escritores de la Universidad de Iowa. Entre sus obras se pueden encontrar títulos como “The Doctor’s Wife”, “Somebody Else’s Daughter”, “A Stranger Like You” y “All Things Cease to Appear”, la única en traducirse en español como “La apariencia de las cosas”.

La novela inicia una noche de febrero de 1979 con el arribo de George Clare y la pequeña Franny a la casa de Joe y June Pratt, sus vecinos, para solicitar ayuda, pues algo le había ocurrido a Catherine, su esposa. De alguna manera te enteras que la encontró muerta, sin mayores detalles. Por pequeños gestos, difusas conversaciones y expresiones sueltas que observas durante la lectura inicial, te das cuenta que casi todos en el entorno, sospechan de George.

Pronto, la autora decide dar un pequeño salto hacia al pasado, solo unos cuantos meses atrás, suficientes para que despliegue todo su talento narrativo, toda su maestría en la creación de un grupo de extraordinarios personajes y sus pequeñas, comunes, entrañables historias entretejidas por diversos intereses en común, que terminan convergiendo en la vida de los Clare.

Y ahí encontré la sorpresa: esperaba encontrarme con una historia policíaca. Y pues sí, arranca con un asesinato, el de Catharine Clare, y también encontramos a un policía, Travis Lawton, y rondaba por ahí un psicópata asesino, pero habrán pasado más de trescientas páginas sin enterarme de alguna acción o avance sobre la investigación. No, definitivamente no fue la solución del homicidio lo que me conectó y enganchó con la novela.

Fueron las historias de los habitantes de Chosen, el pequeño pueblo del Estado de Nueva York, a donde llegaron a vivir los Clare; George, Catharine y su hija Franny. Fue el asistir a Saginaw, la pequeña universidad que contrató a George, como maestro de historia del arte; ocurrió al adentrarnos en la historia y leyendas alrededor de la granja donde viven los Clare.

Mi respuesta emocional se fue dando mientras me adentraba en las historias de los vecinos: los tres hermanos Hale, jóvenes huérfanos, antiguos moradores de la granja de los Clare; las de los Sokolov, los Lawton y los DeBeer; y conforme vamos conociendo el entorno de los Clare, desciframos los usos y las costumbres de quienes comparten el espacio con nuestros protagonistas.

Y es en ese ejercicio cerebral que realizamos para conocer, para entender, para interpretar, intuir, percibir las necesidades emocionales de los vecinos de Chosen, cuando reconocemos que estamos sumergidos en la lectura de una excelente obra literaria, empujados a ensanchar nuestros conocimientos sobre sus vidas, a percibir el mundo desde esa diversidad de puntos de vista que nos ofrecen sus acciones y sus pensamientos. Y les tomas afecto, caray. A Cole, a Eddy, a Justine, a Rainer, y ni se diga a la trágica Catherine; a casi todos terminas queriendo.

Extraordinaria novela. Es casi hasta la página 400 cuando regresamos a la investigación policiaca. Y en esas últimas cien páginas, Elizabeth demuestra que se le da bastante bien el género. Pero no, no es un Thriller, para nada. Es una novela que se lee poco a poco, que te pone a recapacitar, meditar, reflexionar en temas más profundos y relevantes que el de encontrar la manera de atrapar al asesino de Catherine.

Sin duda “La apariencia de las cosas” es una novela que te recomendaría sin reparo alguno. Es una de las mejores que he leído en este 2021. ¡Te leo!
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