
Crónica sobre los últimos días de nuestro querido Nobel, y escribo nuestro porque la verdad es que Gabriel García Marquez se ganó el incondicional cariño de sus lectores, que lo adoptamos como nuestro, sin importar nuestra nacionalidad. Mi vida como lector siempre se mantuvo vinculada con los libros de García Márquez. Leí por primera ocasión “Cien años de soledad” en 1968, así que ya se imaginarán.
El texto de Rodrigo es, sin duda, un maravilloso testimonio, una sentida y hermosa despedida de un hijo a su padre, aunque nos relate hechos y situaciones desoladoras, como la demencia senil que sufrió durante los últimos años, con todas sus dificultades inherentes: perdida de la memoria, los apuros para comunicarse, las complicaciones para razonar, y lo que me pareció más cruel para un escritor como el Gabo: la dificultad para encontrar las palabras y hacerse entender.
Rodrigo García Barcha (1959-) nació en Bogotá y se crio entre Ciudad de México y Barcelona. Estudió Historia Medieval, pero se encaminó hacia el cine y la televisión. Entre sus películas se encuentran Things You Can Tell Just by Looking at Her y Mother and Child. Ha dirigido capítulos de series como Los Soprano, Six Feet Under y Carnivàle. Y escribe.
En “Gabo y Mercedes: una despedida” Rodrigo narra de forma sobria y detallada sus recuerdos sobre los últimos días de su padre y las primeras horas después de expirar. Sentimientos, sensaciones, percepciones, y las actividades que él y el entorno más íntimo y cercano de la familia realizaron durante esas dolorosas horas: “A diferencia de la muerte hace un rato o de la cremación que tendrá lugar esa misma noche, los sentimientos con respecto a este momento carecen de misterio. Duelen hasta los huesos: se va de la casa y jamás regresará”.
Testigo y director de escena durante la cremación de su padre, escribe “La imagen del cuerpo de mi padre entrando al horno crematorio es alucinante y anestésica. Es a la vez grávida y sin sentido. Lo único que puedo sentir con algo de certeza en este momento es que él no está allí en absoluto. Sigue siendo la imagen más indescifrable de mi vida”.
Recuerda el funeral homenaje que le organizaron en Bellas Artes cuatro días después del fallecimiento de su padre, con la asistencia de los Presidentes de Colombia -se refiere de él como “un conocido de mi padre por muchos años y se hicieron amigos mucho antes que llegará a la presidencia”- y el de México, que ante la alusión a ellos como «los hijos y la viuda», nos cuenta que “me retuerzo en la silla, con la certeza de que mi madre no lo verá con buenos ojos”. Las últimas palabras de Mercedes sobre el inoportuno comentario fueron: “Yo no soy la viuda. Yo soy yo”.
Mercedes falleció en agosto de 2020. La pandemia le impidió a Rodrigo ver a su madre salvo a través de la pantalla. La última ocasión que la vio en su celular fue cinco minutos antes de su muerte. De ella, Rodrigo la define “Siempre sólida y firme e incluso dirigiendo el mundo que el éxito de mi padre les proporcionó. Fue una mujer de su época, sin estudios universitarios, madre, esposa y ama de casa…la admiraban sin reserva y le envidiaban su determinación, resiliencia y su conciencia de sí misma”.
Conmovido aún por la lectura de “Este relato, entreverado de recuerdos de una vida irrepetible, es la más hermosa despedida al hijo del telegrafista y su esposa” no me resta más que recomendarte este libro homenaje a uno de nuestros más inmensos escritores. ¡Te leo!