
Su contribución para exhibir la cara horripilante de México, la de la violencia, la del terror, la de la corrupción política y social que muchos mexicanos preferirían verla escondida bajo una alfombra de indiferencia, ha sido invaluable.
Que señalen su literatura como una apología de la narcoviolencia, de “normalizar” con sus novelas el terror, solo desnuda las reacciones de una sociedad acostumbrada a “echar la culpa”, a esconderse de los espejos para no verse reflejada en ellos.
La ópera prima de Mendoza fue “Un asesino solitario”, una novela basada en el asesinato de Luis Donaldo Colosio, que cuando la leí, quince años después de su publicación, no me arrepentí de haberla dejado pasar; las teorías conspiradoras sobre ese asesinato nunca han sido de mi agrado, aunque reconozco (a toro pasado es más fácil identificarlo) que esa novela le permitió profundizar en la existencia de poderes paralelos al político, la relación del gobierno con el narcotráfico, la corrupción y la violencia del Estado, que son la base en casi toda su obra.
La primera novela que leí de Élmer Mendoza fue “El amante de Janis Joplin”, en el 2002, y recuerdo que su lectura me resultó una muy agradable sorpresa, pues fanático de la novela negra, en aquellos años pensaba que el único autor mexicano que trabajaba con asiduidad -y muy bien, en mi opinión- el género policiaco era Paco Nacho Taibo II, creador de Héctor Belascoarán Shayne, un personaje literario que me resulta entrañable, protagonista de 10 novelas.
Pero de lo que se trata este texto es de platicarte sobre “Ella entró por la ventana del baño”, la sexta entrega de la serie sobre Edgar “el zurdo” Mendieta, un detective de la policía ministerial del Estado de Sinaloa, que estudió Literatura Hispánica, y que como todo policía que se respete, cuenta con un lado muy oscuro.
El zurdo ingresó a la policía para hacer dinero fácil, pero terminó odiando a muerte a los narcotraficantes cuando asesinaron a su mejor amigo y estuvieron a punto de matarlo junto con él, por lo que sus motivos y razones para permanecer en la policía sufrieron, digamos, ciertas modificaciones, convirtiéndolo en el azote de los jefes del narco.
Un octogenario, ingresado en el Hospital con cáncer terminal, lo contrata para encontrar a una hermosa y enigmática mujer de la cual no conoció ni su nombre, con quien vivió un tórrido romance de cinco meses, 22 años atrás. Un narcotraficante, un ex militar caído en desgracia, cumple su condena, y sale de prisión en busca de venganza, que da inicio asesinando al ex comandante de la ministerial que lo llevó a la cárcel.
El zurdo es asignado al caso, y así inicia una doble carrera contra el tiempo: encontrar a la misteriosa mujer antes de que el viejo enamorado fallezca, y detener al ex militar antes de que asesine a más personas. Muy pronto Mendieta se da cuenta que el ex militar es un asesino feroz, desalmado y sanguinario y que la mujer, además de hermosa e inolvidable, es etérea y volátil.
“Ella entró por la ventana del baño” es una corta, intensa, potente y entretenida novela policial, llena de rock and roll, acción, balazos, sicarios, relaciones de amor y odio, todo mezclado en una narración con una vital y potente prosa, pletórica de registros, de voces, de virajes, de ritmo muy al estilo inconfundible de Mendoza.
No tengo duda que ese inigualable estilo narrativo de Élmer Mendoza puede confundir a los iniciados en su obra -por igual a mexicanos o extranjeros-, pero ya agarrándole la onda, la mayoría terminamos disfrutando de su intensidad, de la riqueza de sus giros, de su peculiar sintaxis.
El uso tan distintivo que hace de sus códigos lingüísticos, con los que construye un lenguaje popular, es muy suyo, una audaz mezcla de español, inglés y jerga culichi, con un habla que en muchos momentos alcanza tonos poéticos y metafóricos.
“Ella entró por la ventana del baño” es una historia que te divierte a la vez que te permite reflexionar y explorar las intensas e intrincadas redes de intereses que se entretejen entre los diferentes órganos del gobierno mexicano con los líderes de los cárteles del narcotráfico, un universo entre fascinante y repelente. ¡Te leo!