¿Te veré en el desayuno?, de Guillermo J. Fadanelli

La historia de cuatro seres que viven una existencia vulgar, estrecha, sórdida, desvalida y penosa, en una urbe inmensa, deshumanizada, y superpoblada como lo es la Ciudad de México, que terminan encontrándose, en un ambiente, con una atmósfera que a muchos les parecerá conocida, donde la violencia va junto a la miseria, donde en la indiferencia social, encuentra solidaridad solo por conveniencia, donde la existencia consiste en seguir respirando, continuar tirando, en ese entorno inhóspito al que nos tiene acostumbrados Guillermo Fadanelli.

Guillermo Fadanelli (1960), nacido en Ciudad de México, escritor de aforismos, novela, cuento y ensayo; editor de revistas; polémico fundador de movimientos literarios; y dicho sin ánimo de ofender, sino todo lo contrario: un chilango puro, con esa relación de amor-odio que solo los de su estirpe llegan a construir con la ciudad capital, protagonista en gran parte de su obra.

Escritor consolidado y prolífico. En la foto, me faltan dos novelas que no logré encontrar entre tanto desorden librero: “Al final del periférico” y el Premio Grijalbo de Novela “Mis mujeres muertas”; pero Guillermo ha publicado 13 novelas, cuando menos 6 libros de relatos, y otros tantos de ensayo y crónica. “¿Te veré en el desayuno?” fue llevada al cine, y en el 2019, Fadanelli fue galardonado con el Premio Mazatlán de Literatura por el conjunto de su obra.

Adolfo Estrada, un falso médico veterinario, entrometido mirón, que se enamora en secreto de su vecina de enfrente, Olivia Sánchez, la joven más bella de la Unidad Habitacional que habitan, quien ni siquiera lo conoce; Ulises Figueroa, un burócrata de tercera categoría, pero cumplidor, que trabaja en un organismo federal de sexta, se encapricha con Cristina, una prostituta buena onda a la Joaquín Sabina, que se deja querer, pero sin entregarse.

Cuatro personas solitarias, tristes y desconsoladas; amarradas a su pasado, pero fantaseando, y hasta eso, tímidamente, con construirse un futuro, igual de mediocre, pero acompañados. Los padres de Olivia, los compañeros de Ulises, los vecinos de Adolfo, los familiares de Cristina, son “una especie de bultos animados, que perdían singularidad, a base de parecerse tanto”; inútiles pues, para paliar las desdichas de nuestros personajes principales, tan empeñados en construirse “una mínima burbuja de felicidad”.

Y una violenta tragedia, más las azarosas circunstancias, que se les presentan durante sus andanzas entre callejones oscuros y solitarios; por disfuncionales oficinas burocráticas, ocupadas por criaturas semejantes; cantinas de tragos baratos, que se batallan para pagar; hoteles de paso, rincones propicios para el sexo, e improbables fuentes para el amor, terminan enlazándolos.

Y es cuando finalmente logran romper con su soledad, cuando da comienzo un nuevo giro de la misma tuerca. Y es así, que muy pronto se enfrentan a su nueva realidad, mientras uno, cómo lector, anhelas que ese optimismo ramplón del que hacían gala nuestros personajes, se vea recompensado de alguna modo; que esa frágil burbuja, que inflaron a su alrededor, los proteja; que esa cena, que los cuatro comparten, marque el inicio de algo distinto.

“¿Te veré en el desayuno?” trata “la historia de cuatro personas cuyas vidas no merecían haber formado parte de una novela”. Retrato de la clase media jodida capitalina; dibujo a grandes trazos de una urbe monumental, donde cabe todo lo imaginable y lo irreal. Escrito con una prosa aguda, punzante y relatada por un narrador omnisciente que presenta a los personajes fríamente, sin tapujos ni artificios, sino tal y como son. ¡Te leo!
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