
Aunque publicada en el 2013, yo me enteré de “Americanah” por una lista -las mejores novelas publicadas en lo que llevamos del XXI— apenas hace dos años, cuando la compré. Y si la leí este diciembre, fue impulsado al verla citada en un capítulo de la serie de Netflix “El desorden que dejas”.
Chimamanda Ngozi Adichie (1977), es originaria de Nigeria, hija de padres universitarios, escritora, intelectual, activista, dramaturga, y para muchos, estandarte del feminismo contemporáneo.
Autora de un libro de poesía y de otras dos novelas (“La flor púrpura” y “Medio sol amarillo”), además de los ensayos “Todos deberíamos ser feministas” y “Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo”, parece tener más reconocimiento como activista, que como novelista, de ahí mi advertencia para que no se priven de leer “Americanah” pensando que es una especie de manual doctrinario sobre el movimiento social.
La novela inicia con la preparación de Ifemelu para regresar a casa después de 15 años en los Estados Unidos, tras alcanzar el éxito y reconocimiento como bloguera, escribiendo sobre sus experiencias como mujer, como inmigrante y como negra, con textos producto del choque cultural que experimenta a diario.
“Americanah” se ubica a mitad de los 90´s, en Lagos, Nigeria, y cuenta la historia de Ifemelu y de Obinze, dos brillantes estudiantes universitarios, enamorados desde adolescentes. Ambos emigran en búsqueda de mejores oportunidades, no porque su vida en Nigeria sea tiránica, violenta o miserable. Deciden salir a explorar mejores alternativas, pues son personas que “se habían creado sin hambre ni sed pero viviendo empantanadas en la insatisfacción… en la necesidad de escapar del letargo opresivo de la falta de elección”.
Ifemelu logra ser admitida en una universidad estadounidense, y su estancia le brinda la oportunidad para adquirir una visión singular, peculiar: la de una mujer, africana, de Nigeria y negra para más señas, de las reacciones y actitudes que percibe, vive y sufre en los Estados Unidos, producidos casi siempre, por la ignorancia en la que viven una mayoría de estadounidenses.
Obinze se queda en Lagos a terminar sus estudios universitarios, y decide emigrar a Inglaterra, en donde igual sufre los rigores del rechazo de la sociedad inglesa en torno a los inmigrantes, pero que además, se ve más que sorprendido por el comportamiento de sus compatriotas, inmigrantes como él, que buscando asimilarse a su nuevo entorno, se transforman en personajes distintos, con serios problemas de identidad.
Americanah es como se les llama en Nigeria al que ha regresado de América; Ifemelu, al retornar, observa, hurga, reflexiona y desentraña sobre la experiencia que sufren los retornados, muchos de ellos desubicados e infelices, añorando su vida americana, incapaces de gozar lo bueno que les ofrece su patria.
Inmigración, racismo, raza, clase, identidad, familia, amistad, soledad, empoderamiento; en “Americanah” se delibera sobre el amor y el rompimiento, el triunfo y el fracaso, la partida y el retorno, todo advertido y examinado bajo una cómica, perspicaz, irónica, pero muy auténtica mirada.
Novela extensa que se lee en lo que parece un instante; historia bien narrada, con personajes hábilmente concebidos, a los que les crees todo: sus sentimientos, pensamientos y sensaciones; te resultan tan reales, que les aceptas todo lo que hacen, dicen, y deciden.
“Americanah”, que te arranca más de una sonrisa, tiene la hondura, la profundidad necesaria y suficiente como para emplazarnos a reflexionar con seriedad y formalidad sobre los temas que nos plantea, y para finalizarla un tanto cuanto enamorados de la cultura nigeriana, del pelo a la afro, y de Chimamanda. Las leo! Feliz Navidad!