
David Foenkinos (1974) es un joven y exitoso escritor francés que con la publicación (2009) de su novela “Delicadeza” (no la he leído) alcanzó el reconocimiento de la crítica francesa (Premio Goncourt), y vendió un millón de ejemplares de solo de esa novela. Desde entonces, sus libros son esperados y recibidos con altas expectativas.
No deseo que queden con una idea equivocada: en ninguna de las cinco novelas que he leído, incluyendo “Dos hermanas”, me he sentido defraudado. “Dos hermanas” me sorprendió, y escribo estas líneas aún bajo esa impresión. Novela corta como todas las que he leído, la leí en una sola sesión vespertina, resguardado en casa a fuerza.
La novela trata sobre los rompimientos amorosos y las consecuencias que traen aparejados. Ese tema ya lo ha tocado David en su obra, por ejemplo “Hacía la belleza”, que igual trata sobre la ruptura traumática y dolorosa de una relación, solo que este caso fue el varón el que quedó destrozado. La sorpresa llegó por otro lado. A lo mejor por cursi y romántico, me resultó inesperada.
Un día de estos, Mathilde, profundamente enamorada de Etienne, es enterada por boca de su pareja, que el señorito ha decidido abandonar el departamento que habitaban juntos. El tipo, en lugar de decir “te dejó”, utilizó el eufemismo de que al que renunciaba, era al departamento; claro, con Mathilde adentro. La devastación que provocó en Mathilde el anuncio es inconmensurable.
Mathilde, maestra de literatura en una secundaria, donde no solo es querida y admirada por alumnos y administrativos, sino cumplida, inspirada, creativa y motivadora, que utiliza con maestría novelas, como “La educación sentimental”, de Gustave Flaubert para alcanzar sus objetivos, empieza a mantener un comportamiento errático, discrepante con su naturaleza, opuesto al que se le conocía, y termina desmoronándose.
Flaca, cansada, ojerosa, confusa y desmadejada, tiene que aceptar el ofrecimiento de asistencia de Agatha, su hermana mayor, casada con Frederic, padres de una pequeña niña a la que adora, habitantes de un minúsculo departamento, a donde llega Mathilde, en un estado de profunda depresión.
Novela dividida claramente en dos partes, escrita en tercera persona, con una narradora que parece conversar con Mathilde, involucrándonos en la plática; lectura simple, de frases bellas y sencillas, diáfana, sin complicaciones, que por lo corta, no logra ahondar lo suficientemente profundo en la psicología de sus personajes, pero que con su prosa, David logra transmitirnos los sentimientos que desbordan a sus protagonistas principales: las dos hermanas.
Historia de pérdidas y dolorosos recuerdos, de rivalidades, celos y envidias, tan comunes en las relaciones fraternas; novela de abandonos, de desamor, de hondo sufrimiento; historia que a mi me dejó profundamente desconcertado, descolocado, que no desilusionado, simplemente sobrecogido, pasmado y estupefacto.