“Persépolis”, de Marjane Satrapi

No entiendo, no encuentro razón -salvo la edad- que justifique que me haya costado tanto trabajo la lectura de la novela gráfica “Persépolis”, ganadora de dos Premios Angoulême- autor revelación y al mejor guión- cuando la teoría -¿cuál teoría QuimoSabi?- señala que contiene menor grado de dificultad la lectura de cómics.

La historia de Marjane Satrapi (1969), Iraní, nacionalizada francesa es atractiva por los períodos que cubre, pletóricos de transformaciones provocadas por la revolución islámica que ocurrió en Irán en 1979, y que restringió y complicó la vida de los habitantes de el país asiático.

Mentiría si dijera que seguí de cerca los eventos que ocurrieron en Irán durante esos complejos días, pero si les puedo decir que era imposible no enterarse de lo que sucedía, pues todo lo que ocurriera en ese país petrolero, afectaba la estabilidad de los mercados mundiales, y el frágil equilibrio político en esa explosiva zona.

Vaya, si hasta el depuesto Sha Reza Pahlevi y su esposa pasaron por México en su errático peregrinar hacia un exilio que no encontraba fin, pues los países que antes le rendían honores, le cerraban sus fronteras, ante el temor que les despertaba el terrorismo de gobierno encabezado por Ruhollah Jomeini, el líder político y espiritual de la revolución islámica.

A veinte años de su publicación, me puse a leer “Persépolis” por un reto lector: Retópata20, si no hubiera sido así, quizá nunca lo hubiera hecho. Claro que tuve noticias sobre la influencia y el impacto de “Persépolis”, pues a través de ella, nuevas y viejas generaciones tuvieron acceso a esa parte de la historia Iraní, que antes de su publicación, parecía una historia más entre las contadas en las Mil y una noches.

Durante mi adolescencia me atiborré de leer tebeos, cómics, monitos, historietas o cómo sea que las conozca. Mi emprendedora madre abrió una revistería a principios de los 70´s que era un paraíso para mí. Imagínense: tenía acceso gratuito a todos los cómics que se publicaban en México en aquellos años. Era un pedazo de cielo ubicado en la calle Hidalgo, en la colonia Obispado de Monterrey; horas leyéndolos, sin discriminación alguna: desde los de Disney, hasta los de El Santo, la Familia Burrón, Los agachados, Memin Pinguin, todos, pasaban por mis manos y mis ojos.

Quizá me empaché y por eso la dificultad para terminar “Persépolis”. Me tardé días, porque leía muy pocas páginas en cada sentada, y mira que fueron 356, o sea, corta, corta no es, pero no vayan a creer que aburrida, tampoco, solo que el formato me distraía muy fácil, porque la historia de Marjane, tal como la cuenta, es bastante novedosa -bueno, para mi- y atractiva.

Novela autobiográfica, Marjane cuenta la historia de su familia desde los finales del régimen de Reza Pahlevi, y su tránsito, lleno de dificultades por el estado islámico que se integró lidereado por Jomeini hasta su llegada a Francia, donde vive desde 1994. Dividida en 4 partes, se publicó en 4 tomos entre el 2000 y el 2003 y cuenta hasta con su versión cinematográfica.

Espero que no me mal entiendan. Me gustó “Persépolis”, de hecho, la recomiendo. Cubre una parte fundamental de la historia del Siglo XX, que aunque ocurrió en Oriente, afectó al Occidente. Familia, religión, fanatismo religioso, violencia política, exilio, desde la mirada femenina de una niña son temas que no pierden vigencia, y presentados como lo hace Marjane, me hacen recomendarla.
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