“Mientras agonizo”, de William Faulkner

Del Nobel William Faulkner, sólo había leído Santuario, una densa y oscura novela que ocurre en un poblado de Misisipí, donde nos enfrentamos a un abominable rosario de atrocidades; una historia llena de violencia y degradación sexual, inusual para la época. Considerada por la crítica como una obra de arte – a mí me impactó profundamente-, es una de las más exitosas novelas de Faulkner, eso a pesar de que es recordada porque su autor confesó su disgusto con ella, argumentando que solo la escribió por el cochino dinero.

Hace tiempo, pretendí volver a leerlo, con otra de sus obras más aclamadas, El ruido y la furia, y con vergüenza les confieso que a pesar de varios intentos, no pude con ella. Muchos subrayados, hartos apuntes, intensa concentración, pero después de dejarla de lado en varias ocasiones, me decidí por buscar tiempos mejores para finalizarla. Al inicio del 2020 probé, y de nuevo, la abandoné sin concluirla.

La espinita clavada producto del fracaso lector no me dejó en paz. Por eso, aprovechando que Anagrama re editó Mientras agonizo dentro de su maravillosa colección de aniversario 50Anagrama, decidí tantear con ella buscando cumplir el reto de leer una novela de un autor premiado con el Nobel antes de 1950. La inicié, me atrapó desde el inicio, y aquí estoy, comentando con ustedes las sensaciones y sentimientos que me provocó su lectura.

La historia de la novela es sencilla: narra la agonía, el velatorio y el difícil proceso que vivió la familia Bundren para cumplir la última voluntad de Addie, esposa de Anse y madre de Cash, Darl, Jewel, Dewey Dell y Vardeman.

Fallecida después de una corta enfermedad, su deseo fue ser enterrada en su pueblo, New Hope, en Jefferson, algo distante del hogar familiar. El traslado del cadáver se convirtió en una odisea, un verdadero calvario para la familia, por las condiciones en que quedó el trayecto por unas tormentas veraniegas.

Novela coral (conté 15 narradores), donde la familia Bundren, pobres entre los pobres, es la protagonista; el viaje funerario, a manera de una road trip, pero en carreta tirada por mulas, ofrece el pretexto para que cada miembro de la familia nos transmita sus pensamientos, emociones, deseos y ambiciones, y nos exhiban su carácter a través de sus acciones y reacciones ante las contingencias que se les van atravesando durante el trayecto.

Cash, el primogénito, carpintero y medio cojo; Darl, lindando en la locura; Jewel, luchando contra los efectos de su dura infancia; la única mujer, Dewey Dell, portadora de un secreto que la consume; Vardeman, el benjamín, aún en la infancia, con preocupantes indicios de inestabilidad mental. Todos enfrentados al egoísmo de su padre, que solo piensa en su dentadura, mientras acompañan el cadáver que hiede mientras se descompone.

Hay más personajes secundarios: el médico, los vecinos, campesinos, blancos pobres, los llamados rednecks (cuellos asoleados), habitantes de ese mítico universo sureño, el conocido “cordón bíblico”, que nos ofrecen una visión externa a la que nos narra la familia, y que nos ayuda a comprender mejor las razones y sin razones de sus acciones

Novela psicológica, cruda, con trazos de humor más negro que la noche, sin grandes saltos en el tiempo de narración ni complejidades en la estructura que dificulte su lectura. La potente prosa de Faulkner, su estilo, su visión perturbadora -la vi en Santuario, la repite en Mientras agonizo – sobre la vida dura y terrible del sur estadounidense, te lleva a vivir una experiencia estremecedora, pero al igual, enriquecedora.

William Faulkner (1897-1962) fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1949. Mientras agonizo se publicó en 1930. Escribió relato breve, ensayos, novelas, guiones cinematográficos y hasta una obra de teatro. Su obra ejerció gran influencia en nuestros Nobel latinoamericanos Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, y en autores mexicanos de la talla de Juan Rulfo y Carlos Fuentes
A %d blogueros les gusta esto: