La gran tragedia del mundo es que no cultiva la memoria, y por tanto olvida a los maestros.
Heidegger
El próximo 7 de junio habrá elecciones generales en Nuevo León. Se renovarán todos los puestos de elección popular exceptuando el Senado. Elegiremos nuevos gobernador, diputados federales y cabildos en los 51 municipios. Los partidos abrirán pronto sus procesos de selección internos y aunque se difunden encuestas, no son representativas pues las preferencias cambiarán al saberse los nombres de los candidatos. Por esto prefiero analizar la historia reciente del comportamiento electoral en los 26 distritos locales para, a la luz de las nuevas reglas legislativas, sumar las partes y pronosticar un posible resultado para congreso y gubernatura, con tolerancia normal de los votos diferenciados. La historia electoral local es de bipartidismo y considero que en esta próxima elección de junio, seguirá igual.
La nueva legislación electoral ciertamente cambia reglas pero conserva el mismo esquema. La reforma electoral no modifica el sistema, ni del Estado ni de la Nación. Se renuevan las autoridades y las reglas pero continúa el mismo sistema político presidencial, republicano y popular. Los mismos: registro de electores, distritación, sistema de boletas australianas de voto múltiple -un voto para cada cargo-, urnas y fórmulas para convertir votos en curules.
Se modifica: El régimen de gobierno, permitiendo los gobiernos de coalición; las autoridades electorales, al absorber una autoridad nacional las facultades de las estatales; el régimen de partidos, pues ahora entre otras cosas distintas, deben conseguir un mínimo de 3% de los sufragios para conservar el registro; y sus elecciones internas serán supervisadas por el Instituto Nacional Electoral. Se modifican la comunicación en materia de cobertura de radio y televisión, los regímenes de fiscalización y se agregan instrumentos de participación ciudadana como la consulta popular.
Pero con la misma distritación, los defectos de sub representación y sobre representación actual se mantienen y se agravan por el crecimiento demográfico del estado. Los 26 distritos locales contienen a 3 millones 324 mil 155 electores, por tanto cada distrito debería ser de 127 mil 852 votantes -3.85% de la lista nominal- para que todo el electorado tenga la misma proporción de representantes populares. Sin embargo, hay distritos locales como el 16 de Apodaca, con 313 mil 592 electores, que son 185 mil 740 electores más de los que debería tener, y sólo este distrito es el 9.43% del padrón electoral del estado, es decir el 5.58% de más.
Igual están sub representados el distrito 17 (Escobedo y norte de San Nicolás) que tiene 112 mil 652 electores de más, es decir el 3.39% de la lista nominal o LN; el distrito 1 (Alianza, Topo Chico, Valle Verde y las orillas de Cumbres) con 77 mil 425 electores de más, que es el 2.33%; el distrito 22 (China, Marín, Juárez, Pesquería, Ramones, Dr. González, Agualeguas, Parás, Treviño, Aldamas, Dr. Coss, Bravo, Herreras, Ocampo y Cerralvo) con 68 mil 782 electores de más de la LN, que es el 2.07%; y el distrito 20 (Hidalgo, Abasolo, Carmen, Ciénega, Zuazua, García, Higueras, Mina, y Salinas) con 36 mil 553 electores de más de la LN, que es el 1.10%. Esto significa que los distritos 16, 17, 1º, 22 y 20 están sub representados en el Congreso, pues por su población merecen tener más diputados.
En contraparte, hay distritos sobre representados, es decir, con más diputados de los que merecen según sus electores, y son: el distrito 15 (Centro de Guadalupe, Linda Vista y Azteca entre otras) con 38 mil 557 electores menos de la LN, el 1.16% para estar bien proporcionado. El distrito 7 en Monterrey (Nuevo Repueblo, Primavera, Estadio) con 43 mil 223 electores de menos de LN, es decir, 1.30%. El distrito 24 (Montemorelos, Terán y Allende) con 45 mil 903 electores por debajo de la LN, es decir el 1.38%.
El distrito 5 de Monterrey (Centro, Garza Nieto y Mitras) con 48 mil 583 electores menos de la LN es decir, 1.46%; el distrito 26 (Galeana, Aramberri, Dr. Arroyo, Mier y Noriega, Zaragoza, Iturbide) con 50 mil 166 electores menos de la LN, es decir el 1.51%. El distrito 6 de Monterrey (Madero, Regina, Coyoacán) con 50 mil 811 electores menos de LN, es decir el 1.53%; el distrito 25 (Linares, Rayones, Hualahuises) con 60 mil 640 electores menos de LN, es decir, el 1.83%; y el distrito 21, con 74 mil 997 electores menos de LN, es decir el 2.26% de menos.
En consecuencia, sólo están bien representados los distritos: 14 de Guadalupe (Valle Soleado, Dos Ríos y Cañada Blanca); el 19 de Santa Catarina; el 13 de Guadalupe (Héroe de Nacozari, Santa María y Carmen Serdán); el 12 de Guadalupe (Villa Olímpica, Country y Felipe Ángeles); el 18 de Garza García, más el noreste de Santa Catarina; el 8 de Monterrey (Contry, Altamira y la Campana); el 10 de San Nicolás (Nogalar, Las Puentes y Unidad Laboral); el 9 de San Nicolás (Vidrio, los Morales y Constituyentes); el 11 de San Nicolás (Anáhuac, Valle Dorado, Guerrero); el 2 de Monterrey (Mendiola, San Bernabé, Aztlán); el 3 de Monterrey (Villa Mitras, Lincoln, Ferrocarrilera); el 4 (Centro de Monterrey, Chepevera, Colinas, y Burócratas Federales); y el 23 de Cadereyta y Santiago.
Hay desigualdad entre los electores al no tener el mismo peso democrático pues algunos valen más que otros, contradiciendo el principio constitucional de igualdad en el sufragio. Cuando vota en el Congreso el diputado de Apodaca, digamos, por su conducto están votando 313 mil ciudadanos, mientras que cuando lo hace el diputado del distrito 15 de Guadalupe, vota por sólo 90 mil nuevoleoneses. Veámoslo más dramático: el diputado ganador con el menor porcentaje de votos fue el del vigésimo distrito -36.7%-, o sea 36 mil 540 votos; y si el del distrito 21 hubiese sacado ese mismo porcentaje, hubiese obtenido 19 mil 397 votos; y si el diputado del distrito 16 hubiese obtenido también el 36.7%, con el 56% de participación obtuvo 86 mil 872 votos. Por tanto, en el Congreso estar a favor o en contra de una ley, valen lo mismo 19 mil, que 86 mil ciudadanos.
Este ejercicio es sólo con los diputados de mayoría pues otros -de minoría- representan a muy poquitos electores. Lo invito a que me acompañe en el análisis de las últimas 6 elecciones para diputados y las últimas tres para gobernador, pues veo tendencias de votación poco mutables, a excepción de dos fenómenos electorales explicables si acaso, por la razón de hartazgo de los electores. Uno, tras la mala gestión del gobernador priísta interino Benjamín Clariond (1996-1997), el Partido Acción Nacional obtuvo un triunfo extraordinario perdiendo sólo 8 distritos locales; y el otro, en la elección de 2003, luego del triste sexenio panista de Canales-Elizondo, el Partido Revolucionario Institucional dio vuelta de campana perdiendo sólo 6 distritos.
En las últimas 6 elecciones: El Partido Acción Nacional no ha perdido en los distritos 4, 7, 9, 10 y 11, que corresponden al segmento de clase media y alta. Ha ganado 5 elecciones, a excepción de 2003, en los distritos 5, 6, 8, 12, 15, 18 y 19. Estos distritos representan el 42.6% del electorado estatal, del cual vota a favor del PAN el 47% y un 53% vota por otra opción.
El Partido Revolucionario Institucional, no ha perdido en los distritos 2, 16, 20, 22 y 26 que corresponden al segmento de clases populares y campesinos. Tampoco ha perdido a partir del 2003 ó solo esa elección, los distritos 17, 21, 23 y 24. No ha perdido desde 2003 el distrito 13.
Estos distritos representan el 33.6% del electorado pero con un voto más leal –ya no hay voto duro- del cual un 55% vota por el PRI y el 45% vota por otras preferencias. Separo el primer distrito electoral porque después de una larga lealtad al PRI, en la última elección se perdió; es difícil determinar si es una debacle irreversible del PRI, o un tropiezo por mala selección de candidato, o mala campaña. Esto es, quedan en franca alternancia el distrito 3 y el 14, con cuatro triunfos del PAN y dos del PRI; más el distrito 25 con tres triunfos del PAN, por dos del PRI y uno del PANAL.
El voto diferenciado entre gobernador y diputado es exiguo. En 1997 se votó en los distritos 16, 23 y 24 mayoritariamente por diputados priístas y por gobernador panista. En 2003 se votó en los distritos 4, 7, 9, 10 y 25 por un diputado panista y por gobernador priísta. En 2009 se votó mayoritariamente por diputados panistas y gobernador priísta en los distritos 5, 6, 19.
En la elección de 2000, el distrito 17 cambió del PRI al PAN; mientras el 23, 24 y 25 del PAN al PRI, pero aún así se consolidó una mayoría panista. En la debacle del PAN de 2003 después del gobierno Canales-Elizondo se pasaron de PAN a PRI, los distritos 3, 5, 6, 8, 12, 13, 14, 17, 18 y 19, mientras de PRI a PAN pasó el distrito 25, obteniendo mayoría el PRI. En 2006, por desencanto de la administración de González o por el efecto Calderón, pasaron de PRI a PAN los distritos 3, 5, 6, 8, 12, 14, 15,18, 19 y 21 con mayoría del PAN. De los cuales, en 2009 regresaron de PAN a PRI el 3, 14, 21 y 25. Pero en 2012 pasaron del PRI al PAN el 1, 3 y 14; y del PRI al PANAL, el distrito 25, con mayoría del PAN. Así las cosas, si se conserva lo que tiene cada partido, la mayoría del congreso y la gubernatura dependen de los distritos 1, 3, 14 y 25.
Por otra parte hay tendencia a que los dos grandes partidos no triunfen con más del 50%. En 1997, lo consiguió el PAN en 14 distritos, por 4 del PRI; en cambio en 2012 el PAN lo logró en sólo 7 distritos y el PRI en uno. Debo señalar que esos 7 distritos donde el PAN triunfó con más del 50%, los ha mantenido así desde 1997; algo parecido a lo que antes llamábamos voto duro. La influencia mayor en Nuevo León es la elección presidencial. En 2000 y en 2006, Fox y Calderón pintaron de azul el estado, pero el desencanto con Fox y Calderón en 2003 y 2009 pintaron de tricolor a Nuevo León. Sin embargo, en 2012, el candidato Peña Nieto no influyó de esa manera pues perdió dos distritos más de los cuatro donde el PRI mordió el polvo.
Nuevo León fue en 2012 el estado con mayor número de votos diferenciados. Ganó el PAN la elección presidencial; el PRI, el Senado; empate en las diputaciones federales y el PAN ganó la mayoría de distritos locales. Si en junio se repite el comportamiento de 2009, ganará el PRI la gubernatura y una pequeña ventaja en el Congreso con 20 o 21 diputados locales y 8 federales. Si se repite el comportamiento de 2012, el PAN se alzará con la victoria en la gubernatura con ventaja mínima en el Congreso local y 6 diputaciones federales por bando. Habrá bajo índice de voto diferenciado y nada bueno les auguro a los partidos pequeños.
El elemento más importante, adicional a los candidatos, es la calificación del gobernante en turno y Medina no ha sido lo que prometía al principio pero está bien calificado por la gente, así que a menos que aparezca un súper candidato o que haya una fuerte decepción del electorado y agregando que no habrá elección presidencial que influya; el PRI ganará la gubernatura y una apretada mayoría en el congreso. Desde luego que ambos partidos se deberán aplicar para conservar sus distritos actuales y pelear con todo los distritos 1, 3 ,14 y 25. Ah, existe un elemento adicional que va a influir: la guerra sucia, pero no se cómo medirla en este momento.
Fuentes:
INE y la Comisión Estatal Electoral.
La Partidocracia, Leopoldo Espinosa Benavides, Editora Regio, S. A.