En México, las acuerdos entre Partidos están autorizados, y son utilizados al gusto de los contrayentes. En Países con experiencia parlamentaria y democrática, las alianzas sirven para conseguir mayorías y sacar adelante temas que les interesan a los partidos que se unen, previo cumplimiento de los acuerdos que se formalizaron al inicio de la aventura en común.
En México, las alianzas han sido hasta ahora, una series de pactos en lo oscurito, donde lo acordado antes de las elecciones, son mandados al cesto de la basura por el ganador. Basta recordar la marranada que Fox le hizo al PVEM, cuando los convenció de aliarse con el PAN para sacar al PRI de Los Pinos, y ya conseguido ese objetivo, los mandó a la fregada con las manos vacías. El PRI aprendió, y desde entonces, se alía con el PVEM, y si puede, lo manda, no a la fregada, sino más lejos. Y el PVEM, a pesar del 7 % de los votos que logró conseguir en julio, lo acepta por razones inexplicables.
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