Creo que ya te lo había dicho: hace muchos años dejé de considerar a Stephen King como mi “placer culpable”. Con la edad y la confianza de saberme buen lector, dejé de ocultar la inmensa pasión que me provocan los libros del mal llamado “Rey del Terror”. Todavía en el siglo XX, muchos críticos literarios se atrevían a desdeñarlo y/o criticarlo, y algunos lectores con ínfulas de intelectuales, lo consideraban como un productor de lectura basura. Hoy, pocos se arriesgarían a criticarlo o vituperarlo públicamente, conscientes que de hacerlo, sus redes sociales serían atacadas por millones de sus fanáticos, y se verían obligados a cerrarlas y correr a esconderse al sitio mas recóndito del planeta.

Y aunque aún persiste ese limitado slogan del “Rey del terror”, Stephen King en realidad ha incursionado en varios géneros literarios, con títulos representativos en cada uno de ellos: Terror ( Carrie, iT, Resplandor); Fantasía (La torre oscura); Ciencia ficción (Cell); Drama y suspenso (La historia de Lisey, La milla verde, Sueño de Fuga); Decenas de libros de ficción corta (La zona muerta, La niebla, Todo es eventual, Pesadillas y sueños) y hasta Thrillers (Mr. Mercedes, El hallazgo, Final de turno, Doctor Sleep, Holly).


Stephen King se convirtió en autor de culto para millones de lectores de diferentes generaciones que leen y coleccionan sus libros y todo tipo de juguetes referentes a sus películas o personajes; disfrutan sus películas y series televisivas; crean grupos y sitios en las redes sociales para intercambiar experiencias y comentarios sobre sus lecturas, y leen religiosamente todos los Tweets que difunde. La mayoría de sus libros continúan reeditándose, desde su primera novela “Carrie”, hasta la última: “No tengas miedo”.

Cualquiera que visite una librería podrá notar la vigencia de su prestigio y popularidad. Solo por haber convertido en lectores a millones de jóvenes alrededor del mundo, ya merecería el Premio Nobel de Literatura. Lo digo muy en serio, y sé que muchos comparten esta esperanza. De hecho, ya ha sido galardonado con el Premio Nacional del Libro de Estados Unidos (2003) y la Medalla Nacional de las Artes (2014), reconocimientos que avalan su impacto cultural y artístico.

Hoy vengo a platicarte de “No tengas miedo”, su más reciente novela. Un absorbente thriller psicológico que pagina a página te va sumergiendo en un estado de tensión mental, ansiedad y en una profunda conexión emocional con la lucha de la investigadora privada Holly Gibney (un personaje recurrente en las últimas novelas de King) y la policía Izzy Jaynes contra dos villanos, en cuya construcción, Stephen King, verdadero maestro en la creación de personajes, se vuelve a lucir.

La novela se estructura en torno a dos líneas argumentales principales que se entrelazan de manera efectiva. Por un lado, el terror es encarnado por Trig, un asesino en serie que destaca por su frialdad y sus crímenes violentos. Sus acciones, aunque inicialmente catalogadas como de pura y desconcertante aleatoriedad, en realidad ocultan una búsqueda de justicia retorcida y personal. La policía, encabezada por la detective Isabelle Jaynes, investiga si existe un patrón secreto o una conexión subyacente que justifique la violencia, lo que genera una atmósfera de tensión e incertidumbre constante. Trig se convierte así en una figura central que simboliza el mal impulsado por una distorsionada noción de expiación que poco a poco irás desentrañando.

El segundo pilar de la novela se centra en Holly Gibney, quien asume un nuevo rol: el de guardaespaldas privada. Es contratada para proteger a Kate McKay, una escritora y activista feminista que se encuentra de gira de conferencias. La trama se desarrolla en torno a las crecientes amenazas y actos de acoso perpetrados por Christopher Stewart, un adversario motivado por el extremismo ideológico y religioso, con una profunda animosidad hacia el mensaje de McKay. Stewart utiliza métodos cada vez más audaces y personales, llegando incluso a adoptar un álter ego femenino (Chrissy) para acercarse a su objetivo.

Este arco narrativo inyecta una dimensión de confrontación directa y tensión constante. Holly debe no solo lidiar con un acosador determinado y lleno de ira, sino también con sus propias inseguridades mientras se adapta a esta nueva función de protección física. Además, a petición de su amiga Izzy Jaynes, intenta ayudar en la captura de Trig. Esta trama explora temas como el acoso digital, la violencia ideológica y la defensa de la libertad de expresión, culminando en un enfrentamiento explosivo donde el destino de Kate y el de la propia Holly penden de un hilo.

Los personajes secundarios Barbara y Jerome Robinson —aliados recurrentes de Holly Gibney— son cruciales para el desarrollo y el clímax de la historia. Barbara, ahora poeta publicada, forja una profunda amistad con la legendaria cantante de soul Sista Bessie (Betty Brady), quien sale del retiro para dar un gran concierto. Esta relación convierte a Barbara en una invitada especial de la gira. A su vez, Jerome se involucra asumiendo el rol de guardaespaldas de la cantante. Esta nueva línea argumental, centrada en la figura de Sista Bessie, funciona como un nexo narrativo: su concierto de regreso se convierte en el lugar y momento exactos donde las dos amenazas principales —el asesino serial Trig y el acosador de Kate McKay— convergen, poniendo a Holly, a los hermanos Robinson y a la propia cantante en el centro de un enfrentamiento final.

Lo más impresionante de “No tengas miedo” no es la acción ni el suspenso —que los tiene de sobra—, sino la manera en que King construye a sus villanos. Trig y Christopher Stewart no son monstruos sobrenaturales: son humanos demasiado humanos. Uno mata para reparar una herida imposible; el otro, para imponer su fanatismo disfrazado de moral. Ambos tienen pasado, motivaciones, ideología, lógica interna. No son “el mal”, son la prueba de que el mal puede ser razonado, justificado e incluso comprendido. Ahí está el verdadero terror.

Stephen King vuelve a demostrar que un gran antagonista no nace del susto, sino de la psicología. Por eso sus villanos duelen: porque podríamos haberlos conocido… o podríamos haber sido ellos. En esta novela, King confirma lo que algunos ya sabíamos: nadie construye personajes oscuros con tanta profundidad, empatía y verdad como él. Te Leo!