
El libro atrajo mi atención. No conocía ni al autor ni a la editorial; la fotografía de la portada, con una mujer muy bella como protagonista, y el título tan, pero tan cursi, me impulsaron a tomarlo de la mesa, y contra mi costumbre, leer la contraportada: “… vertiginosa historia de amor”. Hice lo que nunca: ahí, en plena librería me puse a buscar información en la Wikipedia (me da pena que piensen que ando comparando precios con Amazon) y lo que leí, me decidió.
Douglas Kennedy (1955-) es un escritor estadounidense, neoyorkino para más señas, que ha escrito doce novelas traducidas a veintidós idiomas, de las cuales se han vendido 14 millones de copias. Lo aman en Francia y es conocido en España. La editorial Arpa se encuentra en Barcelona y publicó “En busca de la felicidad” en 2019. Habrá que seguirles la huella, a Kennedy y a Arpa; espero que continúen enviando sus publicaciones a México.
Dividida en cuatro partes y narrada en primera persona por Katie y Sara, “En busca de la felicidad” es una extraordinaria novela, escrita con una primorosa y bien cuidada prosa, llena de diálogos inteligentes y graciosos, que no obstante, retrata el horror, la oscura atmósfera de esos tiempos canallescos, la ruin persecución que sufrieron escritores, artistas, políticos e intelectuales de la izquierda liberal estadunidenses a mediados del siglo pasado.
Y sí, existe el romance, aunque la relación entre Sara y Jack Malone es compleja, tortuosa, enfermiza, destructiva, intensa y trágica, como muchas, sin duda, que ni me asusto ni mi chupo el dedo, porque acuerdos como los de Sara y Jack han existido siempre, pero aún y así, continuamente te cuestionas sobre los parámetros que definen la felicidad que buscan este singular par de amantes.
Erase una vez que era una fiesta en el Greenwich Village, durante la víspera del día de Acción de Gracias de 1945, recién finalizada la II Guerra cuando Sara Smythe conoce a Jack Malone, un periodista del Ejército estadounidense que pasa unos días de descanso en su país antes de regresar a Europa, ahora como voluntario para colaborar con las actividades posguerra.
Flechazo instantáneo, dos días con sus noches de pasión, y llega la despedida, con promesas de escribirse a diario y regresar dentro de nueve meses. El soldado Malone desaparece, dejando con el corazón roto a Sara, que llore y llore, enviando cartas por docenas, atosigando obsesivamente a su cartero en espera de respuestas, va construyendo una prometedora carrera como editora y columnista del diario Saturday Night/Sunday Morning.
Pasan los meses, unos años. Sara trabaja, sale, se relaciona, se mal casa, se divorcia; crece su fama como columnista, hasta que una mañana de domingo, paseando por Central Park se topa con, bueno, ya saben con quién, y ya no les cuento más de esta relación, porque hay más, como la entrañable relación filial entre Sara y su hermano Eric.
Permíteme comentarte que Eric es un personajazo: exitoso guionista en la recién nacida industria televisiva; de joven, como muchos, simpatizó con la izquierda liberal, y como todos, con la madurez, se olvidó de sus coqueteos con el comunismo, sucumbiendo a los placeres que ofrece el capitalismo salvaje. Eric Smythe es señalado por un cobarde, y sufre la persecución, las amenazas, los métodos miserables del macartismo que tantas vidas destruyeron. Eric, para sorpresa de algunos, demostró su verdadero carácter con las alternativas que eligió bajo la presión de los esbirros de McCarthy.
Y también aparecen Katie y su hermano Charlie, víctimas y beneficiarios de las circunstancias y de la bondad humana. “En busca de la felicidad” es una novela que te recomiendo leas si la encuentras. Son tantas sus virtudes, que solo me resta reiterarte mi sugerencia: lectura placentera e imprescindible. ¡Te leo!