¿De qué hablo cuando hablo de catalogar la biblioteca


A todos los que participamos en el grupo nos gusta ver fotografías de libros. Sobre la mayoría de los lectores, los libros ejercen una fascinación, un encanto que va mas allá de la lectura. Nos gusta tocarlos, olerlos -a mí no, la verdad -, ojearlos, presumirlos. Por eso también publicamos fotos de nuestras bibliotecas: de diez libros o diez mil, nos emociona subirlas, y conocer las de los demás. ¡ Nos encanta: es la puritita verdad!

Una gran mayoría de nosotros sueña con tener algún día una biblioteca; ajustada a nuestra personalidad, necesidades y hasta a nuestros prejuicios. Los que ya contamos con una, comprendemos que nuestras bibliotecas explican quienes somos; intuimos que son nuestra autobiografía en muchas capas; advertimos que nuestra verdadera historia se encuentra en los estantes que guardan nuestros libros; entendemos, sin que nadie nos lo diga, que al tenerlos cerca, nunca estaremos solos.

La manera de ordenar una colección de libros depende, la mayoría de las veces, del azar; cuando decidimos ubicarlos en un estante del librero, sobre una mesa, o sencillamente apilados en un rincón de la recámara, adquieren su propia identidad, ya sea por la propia asociación con los otros libros, por alguna etiqueta autoritaria que les otorgamos, o simplemente por el lugar que ocupa,

El tema no es cómo los ordenamos en los estantes. No es mi punto: por idioma, por género, por tema, por autor, por tamaño, por color, por país, por editorial, para mi, no es tan relevante, porque por razones que solo los lectores comprendemos, siempre, tarde o temprano, terminamos encontrando el libro que buscamos. Lo que para los demás es caos, para nosotros es un desorden regulado.

Entonces, ¿de qué hablo cuando hablo de catalogar nuestros libros? De tener una lista de ellos, de conocer exactamente cuáles libros ya tenemos, y la primera razón para ello es la más obvia: no comprarlos repetidos.

A mí no me molesta repetir títulos siempre y cuando sean de ediciones diferentes. De hecho, tengo más de 40 “Cien años de soledad”, otros tantos de “Corazón, diario de un niño”; de “Pantaleón y las visitadoras”. Libros que representaron mucho en mi vida, los colecciono en diferentes ediciones.

Lo que me molesta es comprar dos libros exactamente iguales; cuando terminé de clasificarlos conté más de 300 libros, exactamente iguales, repetidos. Me daba de topes contra la pared. He logrado intercambiar casi todos. Así que, con esta única razón, no comprar repetidos, se podría justificar el esfuerzo de catalogarlos.

Yo los clasifiqué hace dos años. Me llevó cuatro meses de tiempo completo. Convalecía de una enfermedad, y el tiempo en casa, lo aproveché para trabajar en ello. Mi impulso inicial fue que, cuando menos, mis hijas supieran exactamente cuántos y cuáles libros estaban en los libreros; que contaran con información precisa que las ayudara a tomar cualquier decisión sobre ellos. Una especie de inventario testamentario.

Pero algo sucedió: no tienen idea de lo que disfruté el proceso. Reencuentros con libros muy queridos, descubrir entre sus páginas fotografías, facturas, mensajes, tarjetas, boletos de avión, dedicatorias, me trajeron recuerdos que me conmovían y emocionaban.

Cada mañana me levantaba deseoso de reiniciar la tarea, seguro de que me encontraría con sorpresas que me alegrarían el día y justificarían la friega. Me recuperé física, pero sobre todo, emocionalmente. Comprendí muchas cosas sobre mi vida y decidí intentar un nuevo rumbo, todavía no sé cual, pero otro.

Mientras llega el momento en que mis hijas decidan el destino de los libros, no tienen idea de lo que disfruto mi biblioteca desde que terminé de registrarlos. No comprar repetidos es la más obvia; pero hay otras: en cualquier instante, listar los libros tengo de un autor determinado; la fecha en que los leí, los que dejé sin terminar, dónde están, el día en que los compré. En fin, puedes ingresar a tu catálogo tantos datos como creas que te harán falta para disfrutar tu colección.

Yo utilicé una App y mi iPhone. La verdad es que probé unas cuantas, hasta que me decidí, no recuerdo porqué, por BookBuddy+ . Un consejo, no utilicen la versión gratis. La Pro cuesta muy pocos pesos, menos de 200 (10 dólares), lo que cuesta un libro, así que no sean tacañas e inviertan unos pocos dólares en la versión completa.

Sé que cuatro meses, de cuando menos 8 horas diarias, es mucho tiempo; quizá ustedes no cuenten con tantas horas, pero posiblemente no requieran tanto; mis libros se contaban por miles.

Por eso quiero recomendarles que inicien su proyecto sin importar que tengan pocos libros. Ya los tendrán por miles!

Insisto, no importa si tienen 25, 100 o más de mil libros. Inviertan en una App para catalogarlos, nunca se arrepentirán, créanmelo.
A %d blogueros les gusta esto: