“Las relaciones peligrosas”, de Pierre Choderlos De Laclos

No quiero que me crucifiquen porque, todavía saturados de emociones post ocho de marzo, les confiese que he disfrutado inmensamente la lectura de “Las relaciones peligrosas”, una obra de la literatura francesa del siglo XVIII, que por razones de mucho peso literario, continúa vigente en nuestras librerías, y por tanto, es considerado con justicia, un verdadero clásico.

Sé que en la actualidad, disfrutar de una historia que narra la manera en que se puede aplicar el arte militar al arte de seducir y destruir mujeres es, lo menos, políticamente incorrecto. En mi descargo, puedo argumentar que cuando leemos, tenemos que ubicarnos en el contexto: publicada en 1782, “Las relaciones peligrosas” expone el decadente y depravado ambiente moral que privaba en la Francia aristocrática de esa época; pero además, “Las relaciones peligrosas” es un tratado sobre la manera de destruir el ego y el corazón de un hombre, para convertirlo en un títere en manos de una mujer tan lúcida, como combativa y vengativa.

Pierre Choderlos De Laclos (1741-1803), en la única obra de ficción que escribió, nos legó un verdadero clásico, que además, desde su publicación, se convirtió en un best seller, que escandalizó a la aristocracia francesa, resentida por la manera en que fue retratada por el autor francés.

Mientras escribo estas reflexiones, trato de sacudirme de la cabeza el cúmulo de sensaciones y sentimientos que me provocó la lectura de “Las relaciones peligrosas”. Escrita en una juguetona, deliciosa y disfrutable forma epistolar, la novela nos cuenta la manera en que una pareja de libertinos -la Marquesa De Merteuil y el Vizconde De Valmont- ejecutan, en común acuerdo, dos operaciones -al parecer independientes- diseñadas con una precisión casi militar: la venganza sobre el ex amante de la primera, Gercourt, y la seducción, por parte del segundo, de la presidenta Tourvel.

Me encantó la elección de Choderlos. El género epistolar nos ofreció la oportunidad de conocer de inmediato a los personajes. Sin un narrador que se entrometa, podemos conocer íntimamente sus motivaciones, sus sentimientos, sus comportamientos, que a ratos nos escandalizan, en otros nos sorprenden y casi siempre, nos conmueven: ellos son lo que leemos; su correspondencia, nos permite reflexionar y formar nuestros propios juicios de valor, sin que nadie ose imponernos sus propias versiones sobre el bien y el mal.

Los temas que cubre, son vigentes en pleno siglo XXI: amor, deseo, venganza, hipocresía moral, poder, erotismo; y las conspiraciones, están llenas de pasión, malicia, crueldad y manipulación; narradas con una prosa exquisita, que nos mantiene inmersos en la historia. Sé que no es mi papel contársela, y como supongo que la mayoría de los lectores han visto alguna de sus versiones cinematográficas, vale decirles que, como casi siempre sucede, el libro está muy por encima de cualquiera de las películas.

Yo los invito a que lean “Las relaciones peligrosas”. La casa editorial Sexto Piso tiene en su catálogo una edición ilustrada y exquisita de la obra de Choderlos De Laclos, a un precio que ante la belleza del libro, su compra se convierte en inversión.
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