Tiempos difíciles…..

Tenía muchos años de no sentir la tensión social, el enorme grado de crispación, odio, violencia latente como la que estamos viviendo en estas semanas, sentimientos que estaban en estado vegetativo pero que hicieron erupción por la desaparición tan lamentable de los normalistas de Ayotzinapa.

Yo recuerdo la crisis que provocó el Gobierno de Ernesto Zedillo cuando le quitó los alfileres que sostenían de forma precaria la economía mexicana, y que tuvo como una de sus principales consecuencias, la pérdida del patrimonio de un amplio grupo de familias mexicanas, pertenecientes a la clase media; en esos años, se palpaba el odio de la sociedad hacía todo lo que fuera Gobierno y Partido Revolucionario Institucional. Por eso, para contenerla y encauzarla, el equipo de Zadillo creó a el ¨villano favorito, Carlos Salinas De Gortari, que le tocó absorber gran parte de esa crispación, ese odio, ese rencor, esa animadversión del nuestras clases medias.

Ayer, las calles no fueron tomadas por deportistas, burócratas o sindicalistas, que eran a los que les tocaba apechugar y ganar el aplauso y el pan con el sudor de sus marchas cada 20 de noviembre. Ayer, las calles de decenas de poblaciones mexicanas fueron cubiertas por miles de mexicanos indignados, enojados, encabronados con el Gobierno de Peña Nieto, curiosamente, el menos culpable de los que ocurrió en Iguala.

Nadie ha insultado en esas y en otras manifestaciones de protesta a los verdaderos culpables: Abarca y su Señora, los policías de Iguala y de Cocula, a los delincuentes del grupo Guerreros Unidos. Curioso, parece ser que a nadie le importa que se encuentren y se castiguen o los que perpetraron el crimen.

Mientras, ellos, los verdaderos culpables están tranquilos, enrejados, esperando que sus abogados encuentren cualquier resquicio legal para salir lo más pronto posible de la cárcel, incluso, si se puede, antes de finalice el sexenio, el gobierno de Peña Nieto se ve pasmado, sin reflejos, sin respuestas para canalizar este estado de crispación.

Todos los que comprendemos los intereses que se están moviendo en México, sabemos que existen grupos de presión que están aprovechando la justa indignación, el lacerante dolor de nuestra sociedad para que sus haberes alcancen mejores posiciones.

Las reformas implementadas provocan reacomodos entre los más ricos entre los ricos, donde unos pierden, otros ganan,  muchos grillan, y los menos, pero más poderosos, buscan desestabilizar, como mal lo dijo el Presidente al acusar sin señalar.

El riesgo que estalle la violencia social existe. Espero que los inocentes, los justificadamente indignados, enojados, encabronado, dolidos compatriotas, conozcan las consecuencias de su detonación. Ya la inseguridad pública ha dejado miles de muertos y desaparecidos en México.

La violencia social excede y con mucho el horror, la ignominia, la consternación y la angustia en una población enojada, si, pero inocente, que ha pasado por años desoladores producto de la guerra al narcotráfico.

Urge encontrar la manera de aprovechar para el bien de México el estado actual de nuestro pueblo. La tarea nos corresponde a todos. No juguemos con gasolina, existen muchos desgraciados con los cerillos listos.

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