Vaya sorpresas. El señor sí que sabe. Ya anunció que se comunicará con sus gobernados a través de youtube… ¿así o más directa? Nuestros políticos le entenderán?
Vaya sorpresas. El señor sí que sabe. Ya anunció que se comunicará con sus gobernados a través de youtube… ¿así o más directa? Nuestros políticos le entenderán?
¿Los nuestros? No.
Me da mucha risa que en el IFE, desde la reforma constitucional, traen el tema de la libertad de expresión a todo lo que da (sólo en nuestra Constitución se regula de pi a pa todo lo que un partido puede o no decir, por cuánto tiempo y en dónde –mientras se proclama la libertad de expresión–, pero no se regula el fundamento concreto de la facultad económico-coactiva), mientras que nuestros vecinos ya trascendieron (desde hace años) no sólo el contenido, sino los medios: la maravilla del Interné (y su precio) es que verdaderamente no es de nadie. Porque sus dueños, también ya trascendieron los límites estatales. ¿Cómo controlarlo?
Estoy haciendo mi trabajo final de derecho internacional. El tema es la aplicación de éste por los tribunales nacionales.
Lo único que recuerdo es un cómic de Felipito diciendo:
¿Y si antes de empezar lo que hay que hacer, empezamos lo que tendríamos que haber hecho?
Todavía ni siquiera dominamos la Constitución, y ya tenemos que jugar con los tratados. Apenas instauramos la democracia, y ya nos invaden las trasnacionales (que no rinden cuentas a nadie). Apenas nos metemos al tema de la libertad de expresión (aunque pa’ limitarla, so pretexto de la igualdad), y surge el interné. Sólo México puede ser el primer país del mundo en tener una Constitución social, sin haber concretado el liberalismo, para después intentar transitar –siempre siguiendo la tendencia global– a un Estado posregulatorio. Y ser pluricultural, cuando ni siquiera el individuo sabe dónde está parado.
Alguna vez fui a una presentación de un libro de Héctor Aguilar Camín sobre las izquierdas de México. Mientras hablaba de la social-democracia europea (te digo, siempre viendo pa’ otro lado), pensé por dos segundos: ¿qué se sentirá no ser mexicano? ¿Qué se sentirá ser al que siempre ven, y no el que siempre está viendo?
Siento que mis estudios son un acto de fe. Una religión: creemos que si le movemos por aquí, y le movemos por allá (a las normas, estructuras de incentivos, reglas del juego, llámalas como quieras), podremos moldear el comportamiento de cierta manera. Pero parece ser que «lo mexicano» siempre se permea. El problema de México, es el mexicano.
Estamos tan pendientes del Estado, que se nos olvida la Sociedad Civil. ¿Y a ella quién la vigila? ¿Y a ella quién la legisla? ¿Y a ella quién la regaña? ¿Y contra ella quién me ampara?
O, ¿la cultura trasciende a la sociedad civil?
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Jaja… ya me voy a poner a escribir sobre cómo nuestro sistema constitucional imposibilita el cumplimiento de nuestras obligaciones internacionales…
Te quiero.
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