
En cada rincón de mis libreros, más allá de los libros que atesoran conocimiento, imaginación, descubrimiento de otros mundos, se encuentran tesoros de otro tipo. Estos objetos, cuidadosamente seleccionados y dispuestos, son más que meros accesorios; son guardianes de historias personales, pequeños tesoros que se entrelazan con las páginas impresas, compañeros de mis libros y añaden una dimensión especial a mis espacios de lectura. Porque, como afirmo con convicción, la felicidad y el descubrimiento no solo residen en las páginas de mis libros, sino también en los objetos que enriquecen mis estantes y reflejan, en conjunto con los libros, mi biografía intelectual, mis recuerdos, mis gustos y pasiones.