Paul Auster, el renombrado autor de «La Ciudad de Cristal» y muchas otras obras literarias, falleció la noche del 30 de abril de 2024. Recientemente compartí con ustedes mi texto sobre su última novela “Baumgartner”. La decisión de releer la Trilogía de Nueva York como un tributo al autor cuya obra ha enriquecido mi experiencia como lector refleja el profundo impacto que Paul Auster ha tenido en mi vida lectora.

Leí «Ciudad de cristal» por primera vez el 25 de agosto de 2014, en la edición publicada por Anagrama en 2011, y no recordaba de qué trataba; por eso la releí como si fuera la primera vez, en una hermosa edición de Libros del Zorro Rojo, un regalo especial de Luz, publicada en 2015 y que incluye las tres novelas: «Ciudad de cristal», «Fantasmas» y «La habitación cerrada». La próxima semana comentaré las dos últimas.

En «Ciudad de Cristal», Paul Auster desafía las convenciones del género policiaco mientras explora temas como la identidad, la soledad y la búsqueda de significado en una ciudad fragmentada. Publicada en 1985 como la primera entrega de su trilogía de Nueva York, la novela presenta una trama aparentemente simple que se entrelaza con referencias literarias, juegos metaficcionales y reflexiones filosóficas, creando una obra que invita al lector a cuestionar la naturaleza misma de la realidad.

La historia sigue a Daniel Quinn, un escritor que, tras una tragedia personal, se decide cambiar al género de las novelas de misterio bajo el seudónimo de William Wilson. Su encuentro fortuito con una llamada equivocada lo lleva a asumir la identidad de Paul Auster, un detective privado, y a involucrarse en el caso de Peter Stillman, un hombre cuyo hijo ha sido encerrado durante años en una habitación oscura. A medida que Quinn se sumerge en la investigación, se enfrenta a un laberinto de identidades duplicadas, espejos distorsionados y realidades cambiantes, donde la línea entre la ficción y la realidad se desdibuja constantemente.

Uno de los aspectos más destacados de la novela es el estilo narrativo de Auster, que combina una prosa concisa y directa con una profunda introspección psicológica. A través de una serie de flashbacks y reflexiones internas, el autor nos sumerge en la mente de Quinn, explorando sus dudas, temores y obsesiones. Esta técnica narrativa crea una sensación de claustrofobia emocional que refleja la lucha del protagonista por encontrar su lugar en un mundo que parece desmoronarse a su alrededor.

Además, Auster aprovecha hábilmente la estructura de la novela para jugar con las convenciones del género policiaco y subvertir las expectativas del lector. A medida que la trama avanza, se revelan capas de significado ocultas bajo la superficie aparentemente simple de la historia, obligando al lector a cuestionar sus suposiciones y a buscar pistas ocultas en cada página. Este enfoque metaficcional crea una experiencia de lectura en la que la realidad misma se convierte en un enigma a resolver, llevando al lector a un viaje intelectual tan fascinante como desconcertante.

Los personajes de «Ciudad de Cristal» también merecen atención, especialmente en su representación de la fragilidad y la complejidad de la identidad humana. Quinn, con su búsqueda desesperada de significado en un mundo caótico, personifica la lucha existencial del individuo moderno por encontrar su lugar en el universo. Por otro lado, Peter Stillman encarna la obsesión del hombre por el control y el poder, reflejando la oscuridad que acecha en el corazón humano.

El contexto literario y filosófico en el que se sitúa la novela añade otra dimensión a su análisis. Auster no solo hace referencia a obras clásicas como «Don Quijote» y «Alicia a través del espejo», sino que también explora temas como la Torre de Babel y la naturaleza del lenguaje humano. Estas referencias literarias y filosóficas enriquecen la trama y añaden profundidad temática a la obra, elevándola más allá de los límites del género policiaco convencional.

«Ciudad de cristal» me resultó una novela desafiante en varios aspectos. Auster teje una trama compleja que se entrelaza con temas metafísicos y filosóficos, lo que puede requerir un esfuerzo adicional por nuestra parte para comprender plenamente sus implicaciones. Además, el uso de técnicas narrativas como los juegos de identidad y los elementos metaficcionales puede resultar confuso para algunos lectores menos familiarizados con este tipo de enfoque. Sin embargo, la dificultad de la novela también puede ser parte de su atractivo, ya que invita a una exploración profunda y reflexiva sobre la naturaleza de la identidad, la realidad y la narrativa misma. En última instancia, la dificultad percibida de «Ciudad de cristal» puede variar dependiendo de la experiencia y la disposición del lector para abordar los desafíos que presenta.

En una entrevista para la televisión argentina, Auster mencionó que “Ciudad de cristal” fue rechazada por 17 editoriales con diferentes argumentos. Algunas la consideraban una novela “bizarra” y otros le sugirieron cambiar el final. También comentó que, paradójicamente, una novela que transcurre en Nueva York terminó siendo publicada por una editorial de Los Ángeles.

En conclusión, «Ciudad de Cristal» es una obra magistral que desafía las convenciones del género policiaco mientras explora temas universales como la identidad, la soledad y la búsqueda de significado. A través de su estilo narrativo único, sus personajes complejos y su profunda reflexión filosófica, Paul Auster crea una obra que invita al lector a sumergirse en un laberinto de realidades entrelazadas y a cuestionar la naturaleza misma de la realidad. Sin duda, es una lectura que dejará una impresión duradera en aquellos que se aventuren en sus páginas.

Paul Auster será recordado como un maestro de la narrativa postmoderna y un visionario que desafió las convenciones literarias, inspirando a generaciones de lectores y escritores con su ingenio y profundidad. Que descanse en paz.¡Te leo!