Insisto: ¡uno nunca termina de aprender! Al transitar por mi curso sobre Fundamentos de la creación literaria, me acerqué a la lectura de un texto de Sigmund Freud titulado “El creador literario y el fantaseo”, en el que el fundador del psicoanálisis coloca a los escritores en el diván como objeto de sus reflexiones, buscando explicar, desde el psicoanálisis, el origen de la creación literaria.

Sigmund Freud (1856–1939) fue un médico neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis, una de las corrientes intelectuales más influyentes del siglo XX. Nacido en Freiberg (hoy Příbor, República Checa), estudió medicina en Viena y se especializó en neurología. A partir de sus estudios sobre la histeria y el inconsciente, desarrolló una teoría revolucionaria: los seres humanos no somos plenamente conscientes de nuestras motivaciones, pues gran parte de ellas se encuentra reprimida en el inconsciente.

Además de médico, Freud fue un ensayista prolífico. Analizó mitos, religiones, costumbres y, de manera especial, literatura y arte, mostrando cómo en ellos se revelan procesos inconscientes. Textos como El creador literario y el fantaseo (1908), El delirio y los sueños en la “Gradiva” de Jensen (1907) o Dostoievski y el parricidio (1928) lo convierten en pionero de los estudios interdisciplinarios entre psicoanálisis y literatura.

Siempre he querido adquirir las obras completas de Freud, pero nunca le he llegado al precio. Y es que el psicoanalista no solo fue médico y teórico, sino también un lector apasionado de obras de ficción, además de un gran escritor, lleno de talento y recursos literarios que combinaba rigor conceptual con talento narrativo, uso de metáforas potentes, erudición literaria y una voz persuasiva. Por eso, sus Obras completas no son solo patrimonio de la psicología, sino también de la literatura universal.

El creador literario y el fantaseo es un ensayo psicoanalítico sobre literatura, uno de los primeros intentos de tender puentes entre la teoría del inconsciente y la creación artística, donde busca explicar el origen psíquico de la creación literaria a partir de un paralelismo entre el juego infantil, la fantasía adulta y la producción artística.

En el ensayo, Freud no “patologiza” al escritor. No lo ve como un enfermo, sino como alguien que usa los mismos mecanismos psíquicos que todos (fantasía, deseo, sublimación), pero con la capacidad especial de transformarlos en arte. Por eso se afirma que la literatura es una sublimación: un proceso psíquico universal que en el escritor se vuelve creativo y productivo.

Para él, la raíz de toda creación se encuentra en los mismos procesos que animan al niño cuando juega y al adulto cuando fantasea. El niño, al jugar, levanta mundos imaginarios que vive con total seriedad; el adulto, ya sin la libertad de la infancia, prolonga ese impulso en las fantasías diurnas, escenarios íntimos donde realiza deseos insatisfechos de amor, poder o venganza. El escritor, a diferencia del común de los mortales, logra transformar esas fantasías privadas en una obra literaria: las disfraza, las estiliza y las comparte de manera que otros puedan gozarlas sin resistencia.

Este procedimiento, dice Freud, no es patológico, sino psíquico y universal. La diferencia está en la capacidad del artista para sublimar los deseos reprimidos y convertirlos en cultura. Así, la literatura aparece como un puente entre el inconsciente individual y el placer colectivo del lector, que en la lectura reconoce, aunque no lo sepa, sus propias fantasías.

El ensayo avanza con una estructura clara y progresiva: del juego infantil a la fantasía adulta, y de ahí a la obra literaria, trazando un hilo narrativo que atrapa al lector como si se tratara de una pequeña historia. Con una prosa accesible y elegante, sin exceso de tecnicismos, convierte la lectura en un diálogo abierto más que en un tratado académico. Freud utiliza un estilo narrativo que recurre a ejemplos cotidianos y los convierte en viñetas teóricas cargadas de fuerza explicativa.

El texto brilla especialmente por sus metáforas potentes: el niño que juega como germen del escritor, la fantasía adulta como teatro íntimo donde se representan deseos reprimidos. Estas imágenes funcionan como claves visuales que condensan su teoría y, al mismo tiempo, dotan al ensayo de una dimensión literaria propia.

Freud recurre además a recursos retóricos —comparaciones, preguntas implícitas, conclusiones con efecto— que le dan un tono persuasivo y elegante. El resultado es un ensayo que no se limita a explicar la literatura desde el psicoanálisis, sino que se vuelve él mismo un ejemplo de escritura con calidad literaria.

En fin, grata lectura. Creo que mi maestra eligió “El creador literario y el fantaseo” de Sigmund Freud porque es un texto que, en pocas páginas, toca el núcleo de lo que significa escribir. Freud explica que la creación literaria nace del mismo impulso que el juego infantil y la fantasía adulta, pero que el escritor tiene la capacidad de transformar esas fantasías en obras compartidas mediante el arte de la palabra.

En este sentido, la lectura nos recuerda que la literatura no surge del vacío ni de una técnica fría, sino de un movimiento profundamente humano, psíquico, que todos llevamos dentro. Al mismo tiempo, nos muestra que escribir implica un trabajo estético y consciente: no basta con fantasear, hay que dar forma a esas fantasías para que otros puedan identificarse con ellas. Esa doble dimensión —origen íntimo y proyección colectiva— es, en efecto, un fundamento de la creación literaria. Te leo.