
Muchas son las virtudes de “Doña Perfecta”, una de las primeras novelas publicadas por Benito Pérez Galdós, ese inmenso autor español considerado por muchos como el más grande después de Cervantes. Pero entre todas ellas, quiero destacar su actualidad. “Doña Perfecta” es una novela que ha «envejecido» bien, manteniendo su relevancia por los temas universales que aborda.
No estaba en mis planes leerla. Si me decidía por Galdós, tenía en mente “Marianela”, “Miau” o “Misericordia”. Pero “Doña Perfecta” por esas circunstancias extrañas que ocurren hurgando por tus libreros, se me cruzó, y su lectura, siendo honesto, me provocó un sinfín de reflexiones, sentimientos y sensaciones que no esperaba. Después de leer “Fortunata y Jacinta”, pensaba que no tenía caso dedicarle tiempo a obras potencialmente «menores». Pero un clásico es un clásico, y “Doña Perfecta” me impactó y me fascinó.
Benito Pérez Galdós (1843-1920) fue un destacado novelista, dramaturgo, ensayista y académico español, considerado uno de los más importantes exponentes del realismo. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, se trasladó a Madrid, donde comenzó su carrera literaria.
Galdós es conocido por sus prolíficas obras, entre las que destaca “Fortunata y Jacinta”, la primera y única novela de su vasta obra que he leído y comenté contigo hace unos tres años. En ella, como en casi toda su obra, explora las complejidades de la sociedad española del siglo XIX, abordando temas de modernidad, tradición y conflicto social, lo que lo llevó a enfrentar críticas y controversias, especialmente debido a su postura crítica hacia la sociedad tradicional y su posición liberal en cuestiones sociales y políticas.
“Doña Perfecta”, publicada en 1876, es una de las obras más emblemáticas de Galdós y un ejemplo destacado del realismo español. La novela se centra en los conflictos de Doña Perfecta, una mujer con fuertes convicciones y valores tradicionales, y su sobrino José Rey, un ingeniero de mentalidad lógica y progresista que llega a Orbajosa, una localidad ficticia que simboliza la España rural y conservadora de la época, donde la vida social se basa en chismes y tertulias.
La discordia comienza con la llegada de José Rey a Orbajosa, enviado por su padre con la intención de casarlo con su prima Rosario. Años atrás, su tía Doña Perfecta lo acogió. Ahora, al regresar, José se encuentra no solo con su tía, sino también con Rosario, por quien siente una fuerte atracción. Además, aparece Don Inocencio, «El Penitenciario», un sacerdote que, más que cuidar el alma de Doña Perfecta, busca su dinero y posición social para su sobrino.
Desde el inicio, Galdós crea un ambiente tenso en la casa de Doña Perfecta. A medida que avanza la historia, descubrimos que Doña Perfecta ya tiene en mente un esposo ideal para Rosario, alguien que se ajuste a sus estrictas expectativas. El deseo de José de casarse con Rosario, basado en el amor verdadero y la búsqueda de libertad, choca frontalmente con la visión autoritaria de Doña Perfecta. Su rechazo a aceptar a José desata un conflicto que trasciende lo personal y toca temas sociales e ideológicos.
El choque entre Doña Perfecta y José es monumental, y lo que al principio parecía una simple batalla entre capitalinos y provincianos, se convierte en una guerra abierta. “Doña Perfecta” es un personaje literario que se graba en la memoria por su complejidad y fuerza. Es la personificación del conservadurismo y la rigidez moral de la España rural del siglo XIX. Para los adolescentes de hoy, ella podría parecer una antagonista clásica: controladora, manipuladora y segura de que sus valores son los únicos correctos.
Pero lo interesante de Doña Perfecta es cómo Galdós la construye no solo como una villana, sino como un ser humano que cree estar haciendo lo correcto, lo que añade capas a su carácter. Su severidad y deseo de controlar el destino de su hija muestran cómo las expectativas sociales y el miedo al cambio pueden llevar a decisiones devastadoras. Doña Perfecta es un recordatorio de cómo las buenas intenciones, cuando se combinan con la intransigencia, pueden destruir vidas.
¿Conocerla es odiarla o entenderla? Esa es la pregunta que Galdós deja en el aire, invitando a cada lector a formar su propio juicio. Yo, ¡la odié con todo! Igual que a Don Inocencio, “El Penitenciario”, uno de esos personajes que encarna la hipocresía moral y el poder soterrado de la iglesia en la sociedad de su tiempo. Bajo su apariencia de piedad, se esconde un hombre astuto que maneja los hilos del poder con un claro objetivo: mantener el estatus quo y proteger sus intereses, aunque eso signifique sembrar discordia y violencia.
*Doña Perfecta* es una obra maestra que explora la tensión entre tradición y modernidad, un tema que sigue siendo tan relevante hoy en día, que apuesto que por momentos piensas que ocurre en tu barrio. La novela te sumerge en un mundo donde personajes como la implacable Doña Perfecta y el obstinado José Rey luchan por sus ideales en un entorno opresivo. Benito Pérez Galdós teje una trama llena de conflictos sociales y familiares que reflejan la rigidez y la hipocresía de la sociedad. Leer “Doña Perfecta” es sumergirse en una historia que, a través de su crítica social, sigue ofreciendo lecciones sobre tolerancia y libertad. ¡Te leo!