
¿Quién soy yo, quién fregados me creo que soy como para criticar la decisión de los hermanos García Barcha de publicar «En agosto nos vemos»? Ellos ya explicaron sus razones, pero supongamos sin conceder que no tomaron la decisión pensando en nosotros, los lectores, ni tampoco fue como un tributo a su padre, sino lo hicieron por simple codicia.
Aún y así: ¿Quién soy yo, qué derecho tengo para juzgar su elección? ¿Quién soy yo, que credenciales me acreditan para cuestionar su manejo sobre la herencia literaria de su padre, una decisión sobre un legado que ha generado tanto debate más por simple envidia que preocupación por una herencia de la que no se tiene el derecho a disfrutar, a disponer?
Supongamos sin conceder, que he leído gran parte de la obra de García Márquez, incluyendo sus escritos periodísticos, y que he devorado sus biografías, incluyendo “Vivir para contarla” con avidez. Además, supongamos que cuento con acreditaciones académicas en literatura ¿Acaso lo anterior me concede el derecho de opinar, de criticar, de denostar, de denunciar a los responsables de la publicación de una obra póstuma? ¿Un lector, un crítico literario, un periodista, otros escritores, son, somos los guardianes infalibles del legado literario del autor colombiano?
La verdad es que soy simplemente un lector, consciente de que esta novela puede no estar tan pulida como las obras más reconocidas de García Márquez. Y ahí sí, podría criticar la calidad de “En agosto nos vemos”. Pero de nuevo: ¿quién chingados me creo? Sin embargo, independientemente de la calidad de una obra, ¿acaso no tengo el derecho de explorar cada faceta del legado literario de un autor tan influyente como él? ¿No tengo el derecho de decidir por mí mismo si esta obra póstuma merece ser leída y apreciada?
Quienes critican la decisión de los hermanos García Barcha parecen olvidar que el arte, que la literatura es un campo complejo y subjetivo, donde las opiniones pueden divergir ampliamente. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar los motivos detrás de la publicación de esta novela? ¿Quiénes somos nosotros para cuestionar el derecho de los lectores a explorar y honrar la memoria de un autor a través de sus obras, incluso si estas son menos pulidas ?
En última instancia, la hipocresía en el mundillo literario se revela cuando nos atrevemos a criticar sin comprender plenamente los derechos y la diversidad de opiniones que existen en el mundo de la literatura. Como lectores, debemos recordar que cada obra tiene su propio valor y que nuestra tarea es explorar, reflexionar y formar nuestras propias opiniones, sin caer en el juicio precipitado o la crítica sin fundamentos sólidos.