Debo de reconocer que nunca he sido la clase de hombre que admire a las personas al punto de idolatrarlas. Vaya, no soy de muchos ídolos, pero sí admiro a muchos personajes. Sin embargo, debo de admitir que la admiración que he sentido por Steve Jobs desde inicio de los ochenta deja la línea que traspasa a la idolatría muy, pero muy delgada. El fundador de Apple es contemporáneo mío, y además, nuestras vidas se han cruzado en muchas ocasiones, primero por mi paso como distribuidor y programador por el mundo de los ordenadores personales, después como fanático de todos los productos que han surgido de la empresa de la manzana mordida, sobre todo a partir del retorno de Jobs en 1998.

Yo inicié mi negocio de venta de ordenadores personales en 1983. En 1982 adquirí mi primer ordenador (procesador Z80 que corría a 4.77 mhz, con 16 Kbytes de memoria RAM y dos unidades de discos flexibles de 8 pulgadas con capacidad de almacenamiento en conjunto de menos de 800 Kbytes) para desarrollar un sistema de administración de pólizas de seguros, y ya en ese entonces, Apple era una de las empresas líderes en ese sector. Vaya, en el Tec de Monterrey había cientos de ordenadores Apple que después, por una decisión muy controvertida, dejaron su lugar a miles de ordenadores “compatibles” con la PC de IBM.

En esos años iniciales no intenté distribuir la marca Apple. Ya existía un distribuidor muy sólido (Microsistemas Gerenciales o MIGESA de Fred Dow) y  por múltiples razones terminé distribuyendo un equipo “patito” dizque compatible con los ordenadores Radio Shack, también en boga por aquellos años iniciales de la industria. Sin embargo a inicios de los 90´s, me convertí en uno de los primeros mayoristas de productos y servicios para los ordenadores Apple, y desde entonces me convertí en fan de ellos, e incrementé mi temprana admiración por Steve Jobs.

He olvidado la cantidad y características de productos Apple que han pasado por mis manos. Creo que todos, vaya, hasta el Newton, esa maravilla adelantada a su época que tuvo fulgurante vida. Y ahora, cuento con dos iMac, una MacBook Air, otra MacBook Pro, además del iPad 2, el iPhone 4, un iPod Shuffle, otro Nano y hasta el Apple TV y la Time Capsule son utilizadas cotidianamente. Soy “adoptador temprano” de los productos Apple, y espero con ansia el iPhone 5, y todo lo que venga.

Por que sé sin duda alguna que detrás de la pasión, el talento y la visión de Jobs está el éxito que por fin ha alcanzado la empresa que fundó, reconozco que con su salida de la dirección de la empresa se cierra el ciclo más creativo, fructífero, productivo, innovador y apasionante de la industria de las nuevas tecnologías de la información.

Lo que más deseo es que la empresa continúe con el rumbo que les señaló Jobs. Dicen que la innovación está en el ADN de todos sus empleados. Esperemos que así sea. En cuanto a Steve, ojalá cumpla con todos sus anhelos que le faltan por alcanzar y que nos dure muchos años más. Personajes de su envergadura siempre son necesarios en el mundo.

Un comentario sobre “La renuncia de Steve Jobs….

  1. «…Cosas que no conozco (conocía), que no he aprendido (aprendí), contigo, ahora, aquí (allá), las he aprendido.»
    J.S. (Horal, 1950)

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